La inverosímil sentencia de la Corte

Daniella Medina de Massuh

Guayaquil, Ecuador

Antes de hablar del COS debo remitirme primeramente a un hecho espeluznante que sucedió el mes de Junio de 2018 en Ecuador. La Corte Constitucional dictó la sentencia No.003-18-PJO-CC en la cual indica que los
adolescentes (12 a 18 años) tienen derecho a disfrutar de una vida sexual sin riesgos, y también tienen derecho a decidir sobre su vida reproductiva de forma libre, responsable e informada.

He trabajado por 18 años junto a niños y adolescentes, estoy familiarizada con su confusión, fragilidad e inestabilidad emocional propia de su edad. Reconozco su poca posibilidad madurativa para tomar decisiones a mediano o largo plazo. Es bastante común recibir a chicos que se cuestionan quiénes son, a dónde pertenecen y las creencias y valores que sus padres han instaurado por años en su intimidad familiar.

Cuestionarse internamente, no es necesariamente asumir una decisión definitiva. También evidencio diariamente, el alto precio que pagan muchos
adolescentes, por tener que asumir las consecuencias emocionales de sus decisiones. ¿Podrá un adolescente decidir sin la guía o ayuda de sus padres, aunque se les informe de todos los riesgos y sus consecuencias? ¿Qué tanta responsabilidad se puede esperar del adolescente promedio?

En la primera parte de la sentencia, se reconoce la inmadurez del adolescente y la importancia de la familia en la educación de sus hijos, pero al mismo tiempo, el Estado invalida todo intento de educación en valores, virtudes y habilidades socio emocionales por parte de los padres, ya que el Estado mismo se ubica como “salvador externo”, es decir, el Estado y no los padres, tiene la última palabra sobre lo que es más conveniente para el adolescente en aras de protegerlo.

La propuesta de la sentencia es la de ayudar al menor de edad a ejercer “derechos sexuales” y por supuesto a “salvarse” de todas las consecuencias que con lleva una vida sexual activa a temprana edad. Los riesgos
que al Estado le preocupan son: el VIH, posible embarazo adolescente, el uso de preservativos y pastillas anticonceptivas, etc. Pero el ser humano es más complejo que esto, porque no existe tal cosa como: “lo que pasa en
el cuerpo, se queda solamente en el cuerpo”. Las decisiones de los adolescentes impactarán a su ser de manera integral (su mente, espíritu y cuerpo) para el resto de su vida.

Los científicos llevan años estudiando el cerebro humano y descubriendo su funcionamiento y si algo está totalmente comprobado, es que, el cerebro del adolescente, aún no está desarrollado completamente. La corteza prefrontal que es la encargada de las funciones ejecutivas, termina de desarrollarse después de los 21 años de edad. Las funciones ejecutivas son funciones mentales complejas encargadas de: planificar, preveer, organizar, regular, tomar decisiones, entre otras. Entonces, si el cerebro del adolescente no está físicamente desarrollado en su totalidad ¿Cómo podría
tomar decisiones determinantes a largo plazo?

Esta sentencia pretende llevar a nuestros hijos a la felicidad ejerciendo temprana y libremente su sexualidad y sin estar preparados en ningún área. Parece que se quiere vender como derechos, que todo lo que siento y deseo, debe ser llevado a la acción inmediatamente, sino, sería represión y por lo tanto sufrimiento.

Cuando le enseñamos a nuestros hijos en su primera infancia cómo funciona el mundo, lo correcto o lo incorrecto, distinguir lo bueno y lo malo, a desarrollar control de su cuerpo y emociones; cuando los motivamos a seguir una rutina y que dejen de hacer lo que están haciendo para fortalecer su voluntad, cumplir con responsabilidades, etc.
¿Los estamos reprimiendo? ¿Ese llanto del niño de tres o cuatro años es signo de represión por parte de los adultos?

Y el día de mañana ¿Es derecho del niño, ser libre y hacer todo lo que desee, cuando y cuanto quiera? ¿Quién está encargado de ayudar al niño a conocerse, a conocer el entorno y a educarlo para ser capaz de elegir el bien para sí mismo y para los demás?

De niños, pasan a adolescentes, pero repentinamente, la ley los considera como adultos. Un adolescente, aún necesita que un adulto lo lidere, lo guíe, le enseñe su camino. La Dra. Jane Nelsen, cocreadora de la Disciplina
Positiva, expresa en su libro para adolescentes, que el rol del padre o de la madre es el de ser copiloto. Este es el cambio de rol para los padres, que dejan de ser pilotos, entre la etapa infantil y la adolescencia, sin embargo el Estado ha decidido que los padres ya no deben cumplir con este deber y este derecho.

Una última reflexión: ¿El Estado cuenta con la capacidad humana y económica para resolver todos los problemas psicológicos y psiquiátricos que llevarán al adolescente a cuestionarse sus propias decisiones pasadas? ¿Asumirá el papel de “salvador externo” y cubrirá con todos los gastos que con esta sentencia se incurra anualmente en atención médica y psicológica? Estoy segura que hoy, la probabilidad de caer en conductas de riesgos es más alta con esta sentencia y que llegarán con mucha más frecuencia adolescentes a los consultorios psicológicos y psiquiátricos, cuestionándose a ellos mismos y a los demás.

¿Está consciente el Estado que la 2ª causa de muerte juvenil en Ecuador
es el suicidio? La salud mental debería siempre ir por delante, antes que las ideologías o las modas. Los adultos encargados de promover estas sentencias deberían medir las consecuencias de las mismas. Si a los adolescentes se les anima, en búsqueda de su independencia, a tomar decisiones precipitadas, solamente los alejarán de sus padres y de las
personas que los aman y los llevarán a vivir una vida egocéntrica y desconectada en sus relaciones afectivas primarias.

Sentencias como estas, basadas en sustentos emocionales y empujadas por ideologías ajenas a la ciencia, no facilitarán jamás el camino de un adolescente, más bien los llevarán a trastornos psicológicos y
psiquiátricos más complejos y más difíciles de resolver.

  • Daniella Medina de Massúh es sicóloga clínica, master en Asesoramiento Educativo Familiar y es una Entrenadora Certificada por la Asociación de Disciplina Positiva

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