Se publican dibujos de Franz Kafka

El País / «Mis dibujos no son imágenes, sino una escritura privada», Franz Kafka

Con las palabras-epígrafe de Franz Kafka (1883-1924) que abren este post-retrospectiva sobre sus dibujos, el escritor checo revela cómo concebía y definía sus ilustraciones y su vertiente artística; aquélla que lo acompañó desde niño, y por siempre, y que dejó a un lado en beneficio de la literatura. Dibujos dispersos, algunos más o menos conocidos, pero que nunca habían sido reunidos y vistos uno tras otro, hasta ahora que se publica el libro Franz Kafka. Dibujos, editado en España por Sexto Piso, lo cual permite una apreciación más completa de uno de los autores fundamentales del siglo XX. En Babelia, a través de su blog Papeles perdidos y EL PAÍS.com, ofrecemos un avance en primicia de esta novedad literaria, que llega hoy a las librerías. Una obra que brinda una doble lectura, cada dibujo tiene el texto original que lo acompañaba, es decir donde Kafka lo dibujó, o algún pasaje de su obra literaria o personal elegido por el editor. El conjunto ilumina aún más el universo del gran autor checo. Más misterio, más enigma, más arte. Una especie de retrospectiva artística de 40 ilustraciones del creador de obras como La metamorfosis y El proceso, uno de cuyos fragmentos encaja en el siguiente dibujo titulado Dos que esperan:

El interés y la pasión de Kafka por el dibujo, y por el arte en general, fue tal que con 24 años aún no sabía a qué quería dedicarse al crear imágenes como la que abre esta pieza titulada El pensador que invita, como tantas interpretaciones de sus propios escritos, a concebirla como un autorretrato. Otro registro de su trazo es el dibujo que sigue a continuación, Tres corredores:

Aunque en muchos casos se desconoce la técnica empleada, pluma de tinta o lápiz, se trata de un Kafka calificado como expresionista por su amigo y artista Fritz Feigl, o como un escrupuloso realista, según su amigo y albacea literario Max Brod, quien sin éxito simpre deseo publicar algo como este libro y no pudo, y al que debemos que muchas de las obras de Kafka vieran la luz. Incluso, el escritor ha sido emparentado con Kandinsky, o relacionado con otros artistas abstractos y algunos más por hacer ilustraciones como esta  Mujer serpiente:

Kafka21_Mujerserpiente Lo cierto es que Brod siempre creyó en el valor artístico de ese Kafka al que le encantaba el arte japonés, fantaseaba con obras de Ingres y le fascinaban artistas como Van Gogh. Esta vinculación con el mundo artístico llevó a Kafka a que dos artistas lo invitaran, infructuosamente, a posar como modelo desnudo. Kafka tuvo clases de dibujo en la escuela elemental pero fue en la universidad cuando descubrió el gusto por esta expresión. Sobre todo en los últimos años de la carrera de Derecho (1903-1905) cuando el aburrimiento lo llevaba a garabatear «acertijos» o «pintarrajos», como los llamaba él, en el margen de sus cuadernos. Esta época es la central de este libro-exposición; aunque también se incluyen dibujos hechos en postales, cartas, cuadernos o blocs de notas y cuadernos a rayas.

«Observe el lector que no sólo la prosa de Kafka, sino también sus dibujos reciben las más diversas interpretaciones», dice el texto de presentación de este libro editado por Sexto Piso.

Kafka era muy crítico con sus dibujos y, según Gustav Janouch, en 1922, dos años antes de su muerte, se refirió a ellos en los siguientes términos: «No son dibujos para mostrar a nadie. Tan sólo son jeroglíficos muy personales y, por tanto, ilegibles. (…) Mis figuras carecen de las proporciones espaciales adecuadas. No tienen un verdadero horizonte»… «Los dibujos son rastros de una pasión antigua, anclada muy hondo».

También recuerda su mirada más entusiasta y profunda de concepción del arte: «La pasión está en mí. Desearía ser capaz de dibujar. Quiero ver y aferrar lo visto. Esa es mi pasión».

O su mirada y anhelo de creador: «Intento cercar lo visto de una manera totalmente propia».

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O su mirada más literaria y existencialista cuando se refiere a la serie de hombrecillos (7 dibujos conocidos como «las marionetas negras de hilos invisibles»), la cual es señalada como variaciones de la inicial de su apellido, la K: «Vienen de la oscuridad para desvanecerse en la oscuridad».

O su mirada más filosófica, más platónica: «Todas las cosas del mundo humano son imágenes que han despertado a la vida».

Son cuarenta dibujos de Franz Kafka, cuarenta piezas con espejos reflectantes en los textos que los acompañan que crean un álbum de doble lectura de uno de los escritores fundamentales del siglo XX. El resultado no es comparable al de su creación literaria, pero es valioso conocer el resultado de un secreto en un hombre como él. El libro se cierra con una ficha biografía de cada uno de los dibujos y su posible técnica, fecha y aparición. Todo ello gracias a que, como habría dicho el propio Kafka: «Y pese a la mejor de las voluntades… ha de ser la pluma quien, en mi mano, siga por el mal camino»

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