Se exhibe como dupla a Julian Schnabel y Jorge Galindo

Julian Schnabel, uno de los grandes artistas la década de la década del 80 y su pupilo Jorge Galindo, exhiben juntos en la galería Soledad Lorenzo de Madrid, que celebra su aniversario.

El hombre que se hizo famoso por sus pinturas con platos rotos confesaba ayer, después de una larga siesta en su hotel madrileño, que su única obsesión a lo largo de estos años ha sido manipular la realidad a través de los objetos para intentar lo imposible: detener el tiempo. Un tiempo, ya se sabe, hecho añicos. En declaraciones a diario El País Schnabel declaró  «Mi trabajo es un proceso que en realidad no acaba nunca. Lo único que se detiene en el tiempo son las obras. Ellas marcan el único presente que conozco».

A partir de hoy expone en la galería Soledad Lorenzo de Madrid 12 obras: tres de gran formato en las que ha intervenido sobre imágenes antiguas de Egipto, cinco fotografías tomadas por una cámara instantánea pintadas y cuatro mapas -del faro del Yaquina Head al río Columbia o las islas de Hawai- cruzados por el trazo colorista de un artista que en estos años que se le escapan ha viajado no sólo por la pintura, sino también por la escultura, el cine, la arquitectura o el mobiliario. «Pero esencialmente soy pintor. Podría vivir el resto de mi vida sin hacer más películas. Y, de hecho, me voy a tomar un descanso en el cine. Pero si tuviera que dejar de pintar acabaría en la cárcel».

Schnabel (Nueva York, 1951) inaugura junto a Jorge Galindo (Madrid, 1965), quien presenta cuadros inspirados en su serie de portadas eróticas de discos, concretamente 2000 elepés. «Su obra y la mía tienen en común cierta búsqueda de una imaginería, que en su caso se basa en el collage de esos viejos discos y en el mío en fotografías, mapas o platos. Siempre he trabajado con cosas que ya existían en un proceso de reciclaje que a veces no acaba nunca». Sin embargo, Schnabel acabó este verano las tres obras de gran formato que se exponen en Madrid. La base eran las mismas fotografías de Egipto de su serie Las cartas de Flaubert a su madre, que a lo largo de este tiempo ha ido modificando. Pintó sobre el cristal que las enmarcaba primero, las fotografió después, las amplió y se las envió a Roman Polanski, que las quería para su película El escritor. Cuando se las devolvieron después de muchos meses, decidió seguir trabajando sobre ellas. Hasta este verano, que fue cuando se propuso detener el reloj.

Un taller de pintura a principios de los años noventa en el Círculo de Bellas Artes puso en contacto a Galindo con el artista neoyorquino. «Nuestra relación jamás fue de profesor-alumno, Schnabel siempre ha sido muy generoso con los artistas jóvenes», explica Galindo. «Nos hicimos amigos y desde entonces hemos mantenido el contacto. Siempre me ha interesado su actitud ante la vida y ante la pintura. Es sincero, libre, compulsivo y ante todo muy vitalista», argumenta el pintor español.

Los cuatro adjetivos encajan bien con un hombre que parece insaciable: de un documental como Berlin, basado en los conciertos que su amigo Lou Reed ofreció en 2006 para recuperar uno de los mejores discos de su carrera, a sofisticados picaportes para abrir las puertas de ese mundo por el que él se pasea en pijama hasta convertir su excentricidad en moda. Un artista con buena estrella que ahora mismo expone en el museo Correr de Venecia una antológica comisariada por Norman Rosenthal que reúne su obra desde los años 70 a nuestros días. «Yo quiero construir mi propio mundo, mientras la mayoría de la gente quiere una casa confortable yo lo que quiero es construir con mis manos el estudio en el que luego trabajaré. Pero haga lo que haga, esencialmente soy pintor y veo el mundo como un pintor porque la pintura no necesita respuestas, y esa es una cualidad que busco en cualquier arte».

Schnabel cita entonces a Andrei Tarkovski y una de las reflexiones del cineasta ruso sobre sus fotografías con polaroids. «Decía que la diferencia entre el arte y la vida es que el arte es una representación de la vida. La vida es muerte mientras que el arte, por muy triste, deprimente y oscuro que sea, jamás podría serlo. El arte, finalmente, aunque hable de la muerte -y casi siempre habla de ella- es optimista. Celebra la vida. Y eso es exactamente lo que a mí me gusta».

Duetos de arte para un aniversario

– Julian Schnabel y Jorge Galindo son la primera de las parejas que la Galería Soledad Lorenzo juntará para festejar su XXV aniversario. Se trata de una curiosa dupla que actuará junta en la exposición inaugural de la serie de muestras dobles con las que la galerista madrileña celebrará su trayectoria y su cuarto de siglo en la brecha del arte contemporáneo.

– «Schnabel y Galindo se conocieron hace años en Madrid. Julian era su profesor y desde entonces establecieron una larga amistad», señalaba ayer la galerista mientras su equipo ultimaba la colocación de los cuadros de los dos artistas que conforman la exposición que hoy inaugura. «Las parejas funcionan por diferentes motivos. Por ejemplo, para la fecha de nuestro 25 aniversario, en noviembre, el dúo será Tàpies-Louise Bourgeois. Cuya obra, por cierto, tiene mucho que ver», añade la galerista madrileña.

 

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