Storm King, idilio entre arte y naturaleza en el valle del Hudson

Nueva York, 3 ago (EFE).- En las suaves montañas del valle del Hudson florecen desde hace medio siglo más de un centenar de esculturas de artistas de la talla de Richard Serra o Alexander Calder gracias al Storm King Art Center, que sigue reinventándose cada año con muestras temporales como la de Thomas Houseago.

La bienvenida a este espectacular parque escultórico situado a unos cien kilómetros al norte de la ciudad de Nueva York la da una gran explanada cubierta por unas altas hierbas que, con el paso de las diferentes estaciones, va salpicando con sus cambiantes colores las etéreas obras de Mark di Suvero allí instaladas.

«Es muy interesante ver estas esculturas en las diferentes condiciones climatológicas, tienen personalidad igual que la gente, así que unos días están de buen humor y otros de malo, es interesante verlas vivir aquí», asegura en una entrevista con Efe David Collens, director y comisario de esta institución que recibió el año pasado 80.000 visitantes.

La entrada a este museo al aire libre de más de ochenta hectáreas está presidida por unas monumentales esculturas creadas con las características vigas de acero entrelazadas de Di Suvero como «Pyramidian» o «Mon Père, Mon Père», que interactúan entre sí e inician la conversación para el resto del camino.

Aunque se puede recorrer en bicicleta o en un pequeño autobús, pasear a pie por este gran parque escultórico al oeste del río Hudson permite saborear cada uno de sus caminos, explanadas y colinas, que fueron cuidadosamente ideados por el paisajista William Rutherford, o rodear sus lagos, que también sirven de espacio expositivo para obras como «Mermaid», de Roy Lichtenstein.

«Éstos solían ser campos de cultivo, por lo que trabajamos durante años para construir laderas de montañas, paseos por los que poder caminar y un césped que llega a medir casi un metro de alto, que se mueve con el viento y de septiembre a octubre se torna dorado», explica Collens.

Las obras campan a sus anchas en este tranquilo enclave e interactúan con la naturaleza de una forma tan íntima que se borra la línea entre ambas, como en «Wave Field», de Maya Lin, una instalación creada específicamente para Storm King y que forma parte de su colección permanente.

En ella, la ladera de una montaña se transforma en una suerte de océano lleno de olas mediante una infinidad de ondas en la tierra que el visitante puede recorrer, meciéndose en ellas como si de un balancín se tratara.

Storm King Art Center

En «Storm King Wall», de Andy Goldsworthy, un incansable muro de piedra recorre como si fuera una larguísima serpiente las montañas de este parque. No se frena al cruzarse con un lago y por lo contrario lo atraviesa, recorriendo su fondo para emerger después al otro lado y continuar su camino.

Igual de importante es la interacción del visitante con la escultura, como en «Beethoven’s Quartet», también de Di Suvero, donde una gigantesca placa ondulada de acero cuelga de unas no menos imponentes vigas. A sus pies descansa un martillo de caucho para golpear la escultura, creando unos sonidos envolventes.

La lista de grandes exponentes de la escultura posterior a la Segunda Guerra Mundial continúa de la mano del Premio Príncipe de Asturias de las Artes Richard Serra y su «Schunnemunk Fork», una plancha de acero que corta el monte, o con Alexander Calder y su «Five Swords», otra monumental obra de acero pintado de un rojo intenso.

Pero lejos de permanecer inmóvil, este museo al aire libre que vio la luz en 1960 se reinventa con la llegada de nuevas obras a su colección como «Cubi XXI», de David Smith, el año pasado y, principalmente, las exposiciones temporales que alberga cada año.

En esta ocasión es la primera muestra monográfica en Estados Unidos del escultor británico Thomas Houseago, que llega a Storm King con 25 obras que revelan su pasión por el «poder transformador» de las escalas con sus famosas figuras masculinas desproporcionadamente grandes, como «Striding Figure II (Ghost)».

En la muestra, titulada «As I Went Out One Morning», también se pueden encontrar obras de Houseago de tamaño más reducido que habitarán hasta el próximo 11 de noviembre en el museo del parque, una antigua mansión construida en 1935 que fue el germen de este parque escultórico.

Cuando su propietario donó esa casa y el terreno de nueve hectáreas en el que se situaba a uno de los fundadores de Storm King, Ralph Ogden, la idea inicial fue crear un museo dedicado a las pinturas de la Hudson River School, muy famosas por aquel entonces.

Pero, según el director del centro, «rápidamente se dieron cuenta de que lo más bonito e importante de Storm King eran sus paisajes, que podías ver exposiciones de dibujos en los museos y galerías de la ciudad de Nueva York». Había que explotar ese majestuoso enclave en el valle del Hudson, y así lo hicieron. EFE

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Sitio web imágenes: adlazauski.com; liveloveteachart.blogspot.com

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