Luis Eduardo Aute: «vengo a arrancarles un poco de afecto con mis canciones»

Guayaquil.- El afamado artista Luis Eduardo Aute llega por primera vez a Guayaquil con su nueva gira «El niño que miraba el mar», el 27 de septiembre en la Plataforma del MAAC, (Centro Cultural Simón Bolívar). Y estará el 28 de septiembre en el Ágora de la Casa de la Cultura de Quito.

Luis Eduardo Aute Gutiérrez (Manila, 13 de septiembre de 1943) es un músico, cantautor, director de cine, pintor y poeta. Algunas de sus canciones más famosas son «Al Alba», «Sin tu latido», «Slowly», «Amor», «Alevosía», «Así te quiero yo».

En la rueda de prensa realizada el jueves 26 en la cafetería Sweet&Cofee de Urdesa, Aute se mostró conversador, sencillo, sensible, poético, y extremadamente paciente y cariñoso con la prensa presente.

Aseguró sentirse feliz de estar en Ecuador, porque ésta tierra la siente familiar, puesto que su mujer es guayaquileña, y, sus hijos dijo «algo de Guayaquil deben de tener … supongo que será la mejor parte». Además de que tiene familiares en Quito.

Esta es la tercera vez que trata de dar un concierto en Guayaquil, y finalmente lo ha logrado. «La tercera va la vencida, y voy a intentar arrancarles un poco de afecto a través de mis canciones».

Al referirse a su concierto, señaló que presentará las últimas canciones de su nuevo disco, y que además cantará canciones del siglo pasado, que seguramente conocemos, y presentará una proyección de una película de dibujos animados suyos  que realizó, uno a uno,  junto a su hijo pequeño, Miguel. La película se llama «El niño y el basilisco», dura alrededor de 20 minutos, y se proyectará antes del concierto, por eso se llama «cine concierto».

Para Aute el artista es un niño que nunca quiere crecer, quiere seguir cantando, quiere seguir dibujando, quiere seguir pintando.

Aute en Guayaquil
Aute en Guayaquil

El título de su nuevo disco, es el título de una de las canciones  «El niño que miraba el mar», esa canción se le ocurrió por accidente, a causa de una foto que le hizo su padre en Filipinas, en el año 1945, justo después de terminada la Segunda Guerra Mundial, en el malecón de Manila, que había sido recién bombardeada por las fuerzas aéreas de Estados Unidos, y no había quedado piedra sobre piedra, y su padre le hizo una foto que es la portada del disco, donde se lo ve a él mirando el mar.

«Y hace cuatro años», sigue contando Aute, «mi familia y yo estábamos en La Habana, paseando por el malecón y nos hicimos unas fotos, y una de las últimas fotos me la hizo mi hija, y me hizo desde el mismo punto de vista que la que me hizo mi papá, sin ella saberlo, y yo le dije ¿sabes que tu abuelo me hizo la misma foto con unos cuantos siglos de diferencia?. Y bueno, ya cuando regresamos a Madrid, le enseñé la foto que me hizo mi padre a mis hijos, y ellos se quedaron muy inquietos por la casualidad, y se la llevaron, sin decirme nada y le hicieron un montaje entre las dos fotos, y me la dieron como regalo de cumpleaños.  Y cuando vi esta foto, que es un encuentro entre uno y uno mismo sentado mirando al mar, con muchos tiempos de por medio, ésa imagen me provocó muchas ideas,  ¿qué es lo que yo le preguntaría a ese niño, y él a mí? Y a raíz de eso, escribí la canción, y mientras estaba escribiendo la canción empecé a dibujar, y un dibujo llevó a otro, y acabó siendo la película que se va a proyectar mañana».

El niño que miraba el mar«Desde que empecé a escribir mi materia prima siempre ha sido el ser humano, ¿qué es esto de ser un ser humano?», dice Aute, «Me parece que es uno de los enigmas más interesantes que hay. El hecho de aparecer aquí, en este planeta, sin haberlo pedido, ya que un día estamos aquí, y bueno, ¿de qué se trata? Tienes que vivir, sobrevivir, y además intentar ser feliz. Por un pequeño tiempo, porque luego te mueres, y tampoco se sabe qué pasa. Me parece un tema riquísimo, que despierta mi curiosidad por indagar este misterio de misterios. De ahí salen las canciones, los poemas, y otros tipos de manifestaciones artísticas por donde intento acercarme a entender a ése ser humano, que intenta ser feliz, y la mayor pare de las veces, no lo consigue».

Sobre el amor en los tiempos de las redes sociales dijo que: «es difícil en estos años para los jóvenes considerar ese estado de gracia, que lamentablemente, pronto es un estado de desgracia, que es el enamoramiento. No se practica el enamoramiento, simplemente se copula, se hacen ‘aeróbicos genitales’. Pero no es su culpa, sino del ambiente en que viven. Estamos todos cada vez más solos, viviendo en el siglo de la comunicación y del internet».

«El ser humano es un bicho extraño que nace solo, y muere solo, y por evitar la soledad, se enamora, forma una familia, tiene niños. El amor es, entre otras cosas, una forma de rehuir la soledad. Y por eso el ser humano entra en ese estado caótico de emociones que es el enamoramiento. A una persona la vida se le justifica, simplemente, por saber que hay otra persona que dé gracias porque tú estás vivo. Cuántas veces en vez de estar dos personas en una mesa hablando, o metiéndose mano, están aplastando las teclas, y yo creo que eso es una enfermedad transitoria la de someterse a la tecnología, la tecnología está allí para que nos sirvamos de ella, no para ser sus esclavos. Y por otro lado, en un algún momento, los jóvenes sentirán esa soledad, y a partir de esa conciencia de la soledad en la que viven, sentirán la necesidad de mirar a otra persona que sea feliz porque tú existes, sin tecnología de por medio, con otras tecnologías, con otras técnicas. Eso es lo que creo.  El amor entendido de la forma literaria, entendido históricamente, ya hoy no existe, pero la necesidad de amar y de sentirse amado, es tan fuerte que eso sobrevive a las generaciones», concluye Aute.

Su mensaje a los guayaquileños: «No hay que dejar de soñar».

Aute en swwet and coffee

 

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mrjc/Fotos Johnattan Bedón/ LaRepublica

 

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