«Brokeback Mountain» salta a la ópera

Madrid, 30 nov (EFE).- El amor prohibido entre dos vaqueros de «Brokeback Mountain» salta a la ópera gracias al Real, que la estrenará mundialmente en enero con partitura de Charles Wuorinen. El resultado es más «oscuro», «denso» y «peligroso» que el del «sentimental» filme, ha asegurado hoy en Madrid su compositor.

Cuando Gerard Mortier estaba ideando, allá por 2007, lo que haría en su desembarco en la Ópera de Nueva York, pensó que sería buena idea trasladar la película de Ang Lee a la lírica, pero aquel desembarco se frustró y decidió que su nuevo destino, el Real, no era buen lugar para una historia «tan americana», ha explicado hoy el belga.

Pero «luego» habló con la autora del relato, Annie Proulx, muy crítica con la forma en la que la película había dulcificado una historia de amor homosexual en un contexto rural opresivo, y coincidieron en que lo que contaba era «universal».

«No es solo la pasión entre dos hombres, sino una historia de amor que dura 25 años y en la que uno resulta ser un homófobo que, muy al final, comprenderá que lo sucedido no solo fue sexo sino un gran amor», ha recalcado.

Además, detalla, desde el principio le pareció que guardaba muchas similitudes con «Tristán e Isolda», de Wagner, y que, por tanto, sería bueno ofrecerlas, como así será, salteadas, para que el espectador «pudiera ver un día una y otro día otra y comparar».

Propuso a Wuorinen (1937), autor de más de 270 composiciones, que escribiera la música, porque pertenece al grupo de compositores más cercanos a la tradición europea. Es «un gran adepto de la dodecafonía», en la línea de Shönberg o Berg, autor de música sinfónica y de cámara y de obras como «Haroun and the Sea of Stories», basada en una novela de Salman Rushdie.

«Será un estreno difícil, pero tengo una gran ilusión», confiesa Mortier, que no ha querido desvelar prácticamente nada de la dirección escénica, encargada al belga Ivo van Hove, debutante en el Real.

Solo ha contado que se ha grabado expresamente para el primer acto un vídeo en las montañas de Wyoming que refleja lo hermoso de la naturaleza, pero, sobre todo, su furia y «peligrosidad»: «No es un documental ni una película de Hollywood», advierte.

La partitura está «construida» desde del año pasado. De hecho, Mortier y Wuorinen han posado para la foto con ella, pero ahora falta la grabación de la partitura escénica y varias sesiones en las que el director, Titus Engel, trabajará codo a codo con el compositor.

Cuando empezó a hacer la música, «muchos» le preguntaron si incluiría «cowboy music» o «country» en la partitura y respondió que «rotundamente, no», porque, revela, odia «los pastiches».

«Quería hablar de la naturaleza con un lenguaje universal, y esa naturaleza requiere un rango más amplio de expresión que el ‘western'», ha precisado Wuorinen.

«Nunca me pregunto cuando compongo cómo lo va a acoger el espectador. Lo que sé es que los conflictos sociales de muchas óperas del pasado ya no son interesantes ahora. Esta es una tragedia muy fuerte y profunda, no ‘music hall’, sino una ópera estructurada en la gran tradición de la ópera«, subraya.

Opina que la novela de Proulx es «mucho mejor» que el filme, «más oscuro y profundo», y que es en esa línea en la que abunda el libreto que ella misma ha escrito.

Proulx, ha precisado Wuorinen, no tenía ninguna experiencia en música, pero su estilo, dice, «se ha adaptado muy bien, porque es conciso y lacónico, sin palabras extra».

Con «Tristán e Isolda», detalla, comparte el tema «de la atracción imposible», en este caso la que dos vaqueros «nada sofisticados» sienten en una época, entre 1963 y 1983, en una aislada zona rural de Estados Unidos, un «cosmos» que les impide «dejarlo todo» para estar juntos.

Son dos actos, cada uno de once escenas, y dos horas en total. En el primero, se representa el primer encuentro entre los personajes, y el segundo comienza cuatro años después y continúa hasta la muerte de Jack.

El personaje de Ennis, que al principio es incapaz de expresarse más allá de los gestos y los monosílabos, está representado con un Do sostenido, y el de Jack con un Si natural, y ello porque el primero es «el dominante» de la pareja. Además, entre ellos, como fusión, aparece el Do natural, porque esa es la nota «del sueño y la muerte», añade Wuorinen. EFE

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