Patricia Meier enfrenta a las mujeres con su sombra

Patricia Meier y Lee Stagg

Guayaquil.- El martes 10 de diciembre, la artista guayaquileña Patricia Meier inauguró su exposición de arte y grabado en su galería ubicada en el Samborondón Buisness Center, LB 4.

Esta exposición está basada en obras literarias y pinturas del siglo XIX, y tiene como eje central a la mujer, tratando temas como el rol de la mujer como tal, el control al que ha sido sometida tradicionalmente, la importancia de la belleza y la certeza de que ésta va desapareciendo con el tiempo, así como la existencia idealizada de las mujeres que «lo tienen todo», a costa de perder su individualidad, su libertad y sus sueños.

Vestido de novia
Vestido de novia

Otra de sus obras está inspirado en el libro «El papel tapiz amarillo», de la escritora Charlotte Perkins Gilman (1860-1935), de una de cuyas frases se apropia: «Este papel tiene una particularidad muy marcada, algo que por lo visto sólo noto yo: que cambia con la luz. Por eso siempre lo observo. A la luz de la luna no me parece el mismo papel. ¡De noche, sea cual sea la fuente de luz, se convierte en barrotes! Me refiero al dibujo principal, y la mujer detrás que se ve con absoluta claridad. Tardé bastante en reconocer lo que se ve atrás… estoy segura que es una mujer».

«El papel tapiz amarillo» fue publicado por primera vez en enero de 1892 en la revista de Nueva Inglaterra, es considerado uno de los primeros trabajos feministas y demuestra la actitud en el siglo 19 hacia la salud física y mental de las mujeres. La historia es una colección de asientos de diario escritos por una mujer cuyo marido médico la ha confinado en una habitación (tapizada de amarillo) del segundo piso de la casa que ha alquilado para el verano, para pueda recuperarse de lo que él llama una «depresión nerviosa temporal». La historia describe el efecto del confinamiento en la salud mental de la mujer y su descenso a la psicosis.

"El tapiz amarillo"
«El tapiz amarillo»

«Un jardín casi ideal», es el tema de tres de sus cuadros en forma de caja de madera con vidrio, donde encontramos flores de seda, bellamente pintadas, y sobre ellas, pendientes de un cordel, muñequitas recortadas colgando en un evidente estado de fragilidad e incertidumbre, en una clara alusión a los equilibrios que aceptamos las mujeres a cambio de la seguridad que tanto deseamos.

Un jardin casi ideal
Un jardin casi ideal

Otra de sus obras se inspira en la reconocida artista estadounidense Lily Martin Spencer (1822-1902), quien se caracterizaba por pintar escenas domésticas llenas de alegría y calidez, y en su famosa obra «We both must fade», («Ambas vamos a marchitarnos») que es el retrato de una mujer vestida de azul mirándose al espejo con una flor en la mano, que ofrece una visión de las mujeres de sociedad del siglo XIX, y la importancia de la belleza y su papel en el rol social.

Importancia que se mantiene,  pues la mujer trata en cada época, de adaptarse al ideal de belleza que esté vigente en cada sociedad, aún a costa de su salud, e incluso con peligro de muerte.

Patricia Meier se adentra en el universo íntimo de la mujer, para enfrentarla con las sombras que aún la atormentan:  su dependencia emocional y económica, su necesidad de agradar, su complejo de Cenicienta, y su deseo de sufrir.

mrjc/Fotos larepublica.ec

 

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