Cornelius Gurlitt lega su polémica colección al Museo de Arte de Berna

El coleccionista alemán Cornelius Gurlitt, fallecido ayer, ha legado su polémica y valiosa colección de cuadros al Museo de Arte de Berna (Suiza) con el que, según su director Matthias Frehner, nunca tuvo relación alguna.

Según informaron medios alemanes, el testamento de Gurlitt, que designa al Museo de Berna como único heredero, hace pensar que el coleccionista no quería que las obras permanecieran en Alemania después de su muerte.

Poco antes de su fallecimiento el coleccionista había llegado a un acuerdo con las autoridades alemanas para que se investigara el origen de cerca de seiscientas piezas de su extensa colección, con el propósito de determinar si habían sido arrebatas durante los años del régimen nazi a sus propietarios judíos.

Tras conocerse el testamento, el ministerio de Cultura del estado federado alemán de Baviera anunció que examinaría si parte de las obras de la colección de Gurlitt pueden considerarse patrimonio cultural alemán, con lo que se necesitaría una autorización especial para que salieran del país.

Por su parte, en declaraciones a varios medios alemanes, el director del Museo de Arte de Berna se mostró «gratamente sorprendido», aunque también asumió que se trata de «una gran responsabilidad» porque el legado tiene muchas implicaciones éticas y jurídicas.

Gurlitt era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen nazi para negociar con obras del así llamado «arte degenerado», que habían sido retiradas de los museos alemanes.

El coleccionista se mantuvo durante años en un casi absoluto anonimato, viviendo entre Múnich -la capital de Baviera- y Salzburgo, hasta que su colección fue descubierta en el marco de unas investigaciones por posible evasión fiscal.

El caso se había iniciado el 22 de septiembre de 2010, cuando en un control de rutina en un tren que iba de Múnich a Zúrich (Suiza) agentes de aduana encontraron una gran cantidad de dinero en efectivo en poder del coleccionista.

El hallazgo despertó sospechas y comenzó una investigación que llevó, dos años después, a un registro de la vivienda de Gurlitt en Múnich, donde se encontraron cerca de 1.400 obras de artes que fueron decomisadas.

Las autoridades lograron mantener el hallazgo en secreto un año más cuando el mismo fue desvelado por una publicación de la revista Focus.

En noviembre de 2013, se empezaron a publicar en una plataforma de internet los títulos de 590 obras de las que había sospecha que habían llegado a manos del padre de Gurlitt después de que sus propietarios judíos tuvieran que venderlas a bajo precio por la presión de la persecución del régimen nazi.

Especialmente, dos cuadros -«Dos jinetes en la playa», de Max Liebermann, y «Mujer sentada», de Henri Matisse-, cuya procedencia estaba documentada, ya que habían pertenecido a judíos perseguidos, generaron preguntas sobre buena parte de la colección. EFE

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