Cuando LaRepública conoció a Victoria Abril en Cuenca

Foto difundida por http://www.t411.me

Cuenca.- Victoria Abril quiso ser bailarina clásica, pero sus padres le pidieron que contribuya con sus gastos, y con éste fin aceptó un papel en su primera película, «Obsesión», de Francisco Lara Polop. Título que, en su opinión, describe muy bien su relación con el séptimo arte.

Como parte del jurado de la Cuarta Edición del Festival de Cine La Orquídea Cuenca 2014, Victoria Mérida Rojas (Madrid, 1959), conocida artísticamente como Victoria Abril, visitó Cuenca y realizó un conversatorio llamado «Experiencia en mi trayectoria» para el público y para estudiantes afines a las carreras de cinematografía y comunicación, el domingo 16 de noviembre, en el Teatro Cueva Tamaríz. Aquí un resúmen del conversatorio:

Foto María Rosa Jurado
Foto LaRepública.ec

Afirma que se llama Victoria Abril, porque consiguió trabajo en el cine en abril, pues ya en septiembre le tocaba buscar trabajo de secretaria.

Entre el 75 y el 77 hizo cuatro películas, pero sólo con el afán de mantenerse y evitar el tener que trabajar de secretaría, que era su mayor temor, como contó a sus absortos oyentes en el Teatro Cueva Tamaríz. Pero en el 1977, cuando filmó la quinta película, «Cambio de sexo», con Vicente Aranda,  se dio cuenta de que estaba enamorada del cine y de que quería ser actriz.

Con Aranda, protagonizaría varias películas como «La muchacha de las bragas de oro» (1980), «Tiempo de Silencio» (1986), «El Lute: camina o revienta» (1987), que le valió una Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, «Amantes» (1991), con la que conquistó el Oso de Plata en el Festival de Berlin,  y «Libertarias» (1996).

Ha sido candidata al Premio Goya en nueve ocasiones, pero sólo lo consiguió en 1995 por «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto», de Agustín Yanez.

Ha actuado en varias series televisivas, producido dos álbumes de música, y realizado giras de conciertos internacionales. Victoria tiene dos hijos de su relación con el director de fotografía Gérard de Battista.

«La película que me hizo colgar definitivamente las zapatillas de ballet fue «Cambio de sexo», con Vicente Aranda». El me ha apreciado, me ha aceptado tal como soy y me ha elegido a todas mis edades, hemos hecho catorce películas en cuarenta años. Porque es facilito que te acepten cuando tienes 14 años,  24 años, 34 años, pero a los cuarenta… ¡pero es que no te quiere ni tu marido! Y él sí. Entonces había este director que ha sido para mí como un faro. Cuando estaba con algún otro director y me decía algo que yo no entendía yo decía ‘Sí, sí, sí’, no fuera que me quitaran el papel… pero yo entre mí decía ‘¿qué me habrá dicho?’. Con él yo nunca tuve ningún problema, yo lo entendía, él me entendía, y siempre me lo ponía más difícil, más difícil todavía. Incluso cuando yo he estado lejos, trabajando con otros directores, y de repente me falta algo, pienso ‘si fuera para Victor ¿cómo fuera?’ y me viene una primera respuesta, y así he avanzado yo, intuitivamente, porque yo me he dado cuenta que la parte más inteligente de mí, son mis tripas».

Sobre su relación con Almodóvar dice que comenzó como un largo noviazgo. En los ochenta, él le propuso trabajar con él en «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», pero ella no pudo porque estaba rodando en Mexico. «Cuando vi la pelicula casi me fustigo», dice. «Luego vino ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, yo tenía una gira de teatro, pero dejo la gira, se cabrean mucho conmigo, y cuando estoy lista y leo el guión,  veo que  la historia es sobre una mujer al borde de un ataque de nervios y donde hay un papelillo simpático y gracioso para mí, pero que no está a la altura de mis esperanzas y le digo: ‘Pedro, tú no puedes hacerme ésto».

«Entonces, no hice la película de Pedro, ni la gira de teatro. La siguiente fue ‘¡Atame!’, y allí ya, directamente, me dio el personaje. Buenos, ya nos casamos y tuvimos tres hijos muy intensos: ¡Átame! (1990), ‘Tacones lejanos’ (1991) y ‘Kika’ (1993). «Luego vino ‘Kika’. Yo quería ser Kika, pero Pedro tenía para Kika a Verónica Forqué y nadie para hacer Andrea Caracortada. Pero Almodóvar me hizo entender: «yo ya te dí dos flores (refiriéndose a «¡Átame!» y a ‘Tacones lejanos») ahora tú hazme ‘Kika’. Era una mujer horrorosa, era una película de repulsión contra los realities que había en América y que empezaban a llegar a España. Esa fue la última, porque cuando estás haciendo el papel de mala, el director te odia, y yo también lo odiaba, no a él, sino al personaje, que era algo monstruoso, con una cámara de seis kilos en la cabeza, y una moto que pesaba 500 kilos, menos mal que estaba vestida por Gaultier. Porque el hábito hace al monje, chicas», dice Victoria. «Y desde allí no hemos vuelto a trabajar juntos. Porque con Pedro cada películas son dos años, uno de rodaje, y otro de promoción, porque con él las películas son around the world, y  yo ya tenía a mis hijos pequeños, y no podía tirarme dos años, uno de rodaje completamente pillada y otro viajando por el mundo, y yo dije yo no puedo estar un año entero de viajes, tengo que ver a mis hijos».

Foto: http://actoressinverguenza.blogspot.com/
Victoria Abril. Foto: actoressinverguenza.blogspot.com/

Consultada sobre si tiene algún personaje favorito al que  que quiere más, respondió que los personajes son como los hijos, que uno es más listo, otro es más guapo, pero todos son hijos y se los quiere por igual. «Tienen un poquito de mamá, un poquito de papá, pero en realidad, ellos son un ente aparte. Pero, ¿sabes?, son los más conflictivos los que te piden estar despierta, los que te enseñan a caer, porque no paras de caer y levantarte, esto acaba siendo el arte de levantarse, porque caer no lo puedes evitar, equivocarte no lo puedes evitar, pero el arte de levantarse, eso sí que te lo enseñan los malos. A los malos no hay que tenerles miedo, porque a la larga, son los que te evitan muchos disgustos, porque te enseñan lo que no, lo que sí está por verse, lo que no, cuanto antes lo descubras mejor».

Ella ya no renunciaría a ningún film ni a ningún personaje de su carrera. «Porque todos los peldaños forman la escalera, si le quitas algunos, se te va a la mierda la escalera».

Respecto a si tiene algún personaje que le gustaría hacer, responde: «Yo no sueño, yo no hago castillos en España. Yo pongo todo mi entusiasmo, toda mi pasión, toda mi experiencia, todo lo que sé, en esto, en el siguiente. Porque siempre quiero más, uno nunca está satisfecha. Quiero otra toma, quiero otra película, porque esa otra película me va a permitir ir un poco más lejos».

«Evidentemente, ahora, como actriz voy mucho más segura al plató. Yo he vivido, diría que hasta que he parido a los hijos, he vivido y trabajado bajo el síndrome del impostor, me decía: ‘ay, Dios mío, el día en que España se despierte, y vea que yo no soy alta, ni guapa, ni tengo los ojos azules, ¡ni soy nada! He tenido la sensación de estar engañando a la gente. Que había tenido una suerte acojonante, que había agarrado este tren del cine, pero que yo no era actriz. Entonces cuando vienen los niños, me siento un poquito orgullosa y empiezo a meterle más caña, más placer a los personajes».

"Tacones lejanos", con Marisa Paredes y Miguel Bosé.
«Tacones lejanos», con Marisa Paredes y Miguel Bosé. Foto: explore.bfi.org.uk

¿Querría ser directora algún día?

«No, no quiero dirigir. Porque yo tengo muchas ganas de vivir y de hacer muchas cosas. Cuando uno quiere dirigir son tres años que dedicas a esto, uno es para producir, otro es para rodar, otro es de promoción. Yo en tres años puedo hacer muchas cosas, y mientras eso dura no tienes hijos, no tienes, marido, no tienes viaje, no tienes Galápagos, ¡no tienes nada!».

«Te tiras tres años trabajando como una loca, y luego viene el miércoles, que es cuando se estrenan las películas en Paris, y viene la tuya, al lado de diez americanas, y la tuya no hace un duro, y encima, te apuntan con el dedo. Espectadores, y tal: no eres buena. Todo muy heavy. Yo este año he hecho trece largometrajes, como directora estaría todavía escribiendo,  luego convenciendo a los actores para que quieran trabajar en mi película, encontrar el dinero. Eso es un ‘sinvivir’. Yo lo que quiero es contar historias, y me da igual donde, el cine, el teatro…… bueno,  no hemos hablado de los cuatro años más felices de toda mi vida, fue mi gira de conciertos de bossa nova Pucheros de Brasil…»

Victoria en el Teatro Cueva Tamaríz
Victoria en el Teatro Cueva Tamaríz

«Esa gira me ha permitido hacer una película en Barcelona de lunes a jueves, y luego viernes, sábado y domingo concierto en Nantes, en Francia. Volvía el lunes, los fines de semana los conciertos. La música en directo, en vivo, con la gente es la prueba de amor mas grande e incondicional que yo he recibido en mi vida, eso es el verdadero amor, el público viene, paga, que no es barato, se sienta. Además, cuando cantas no eres un personaje, eres tú frente al público ellos, los músicos, yo y dos horas de toma única en la que cuentas veinte historias, veinte canciones. No hay director, no hay guiones, no hay intermediarios. Yo salia del concierto con una marcha que no me podía acostar, no me podía ni sentar, de lo cargadita que estaba, fueron cuatro años de felicidad en vela. Llegas al hotel, te empiezas a preparar como para una boda, te está esperando tu novio, y cuando llegan las ocho de la noche, que es cuando comienzan los conciertos y apareces por ahí y aplauden, te convierten en la mujer más feliz del hemisferio norte.  Y además, es genial porque la musica es el esperanto que todo el mundo comprende, tu puedes cantar dos horas en Israel y todo el mundo comprende como si esuvieras cantando en Sao Paulo».

«La bossa nova musica era mi música preferida cuando yo tenía once años y el segundo disco fue Olala que fueron canciones de amor francesas, porque yo me fui a vivir a Francia por amor, y esas canciones las pase a los cuadros del flamenco, que era lo que yo oía en Andalucia cuando era pequeñita, uní mi infancia y mi juventud, de ahi salió Olala, ésto era con una estructura flamenca, eran dos guitarras, dos bailarines, la percusión, un bajo y también mandolinas. La musica me la he producido yo».

«A mí el público y la musica fueron los que me salvaron de una depresión profunda, porque cuando uno está acostumbrada a trabajar desde los 14 años,  de repente dos años de paro a los cuarenta, es que no lo comprende bien tu cuerpo serrano. Entonces me he dicho, ‘si no te llaman, llamate tú’. Me dije ‘¿que quieres hacer? Y me produje los años más felices de mi vida.»

____

María Rosa Jurado

Más relacionadas