Un Drag Queen es un bufón y el rey es su público

Pablo Gallegos, Drag Queen entrevistado por Ilaria Rapido Ragozzino. Foto de Darío Lopez.

Crónica.- Conocí a Pablo Gallegos a partir de una revista de la Fundación Teatro Nacional Sucre. Cuando ojeaba los eventos culturales de octubre, leí un obra que me llamó la atención en seguida: “Desmemorias de una Geisha”. Iba a ser interpretada por el grupo teatral “Fireflies Drag”. Empecé a investigar. “¿Qué es exactamente un Drag Queen?”, me preguntaba mientras buscaba respuestas en la red. Sin embargo, solo recibía información vaga e imprecisa. Estaba claro, para entenderlo, debía preguntárselo a uno, y a quién mejor que al director de “Fireflies Drag”.

Es curioso, pues fue a través del correo de Kruz Veneno, su personaje, que pude finalmente contactar a Pablo. Me encontré con Pablo en el Teatro Variedades un par de tardes antes del estreno de “Desmemorias de un Geisha”. Sentados en las butacas del teatro vacío, comenzamos a hablar un poco acerca de este arte.

Inicio la entrevista, como de costumbre, pidiéndole que me diga su nombre y que me cuente un poco acerca de él. “¿Mi nombre o el de mi personaje?”. Me toma desprevenida. “Como quieras” (torpe respuesta). Decide hablar como Pablo. Empieza a conversarme sobre su vida profesional y no es solo su voz la que habla. Sus expresiones faciales y los movimientos de sus brazos me hacen dar cuenta rápidamente de que estamos frente a un actor profesional.

Pablo Gallegos tiene más de 16 años de trayectoria en artes escénicas. Su especialidad es el teatro y show Drag. Este trabajo requiere profesionalización en muchas ramas: el teatro, la danza, el maquillaje, la peluquería, el diseño de vestuario y el modelaje. “Aquí en Ecuador no hay todavía una universidad al respecto pero ve”, me dice tocándose la frente con el índice “creo que cuando naces para ser artista, sacas de donde sea las ideas”.

“Desmemorias de un Geisha”, obra del Drag Queen Pablo Gallegos. Foto de Dario López.
“Desmemorias de un Geisha”, obra del Drag Queen Pablo Gallegos. Foto de Dario López.

¿Un día normal de Pablo Gallegos? Pasarse escuchando música, editándola, haciendo un mapa de luces, escribiendo obras, poniéndose en contacto con gente para ver qué proyectos se pueden realizar, elaborando ideas para el vestuario… En fin, la vida de una persona sumergida en el mundo del espectáculo.

Cuando ya me cuenta un poco acerca de su profesión, suelto la pregunta que me llevó a conocerlo: ¿Qué es exactamente un Drag Queen? “Uf, ya me vas a hacer contar toda la historia”, dice riéndose. Todo inicia hace más de 16 años, cuando un compañero le propone incursionarse en el teatro Drag. “En aquella época no había internet, así que nos tocaba averiguar con los de Estados Unidos: ve, hijo, ¿cómo se manejan las cosas por allá?”. Entonces, van recolectando información y descubren que Drag Queen es un acrónimo para Dressed As a Girl Queen.

El Drag Queen existe desde la época de Shakespeare. Las mujeres no podían recitar en obras de teatro y, por lo tanto, ciertos hombres debían interpretar sus papeles. Los actores empiezan a feminizarse y a utilizar maquillaje caricaturesco en sus espectáculos. A partir de los años 70, gracias a Divine y al cine de John Waters, el arte Drag comienza a evolucionar.

Con el pasar de los años, el arte Drag simpatiza con la comunidad LGBTI. No obstante, en este punto Pablo es muy claro: “Un Drag Queen es netamente escenario. Seas homosexual o seas heterosexual, no tiene que ver con una orientación sexual ni con un deseo sexual, simplemente significa que estás poniendo un papel exageradamente femenino en escena.” De hecho, en los festivales más grandes de Drag Queens que se dan en Europa en las Islas Canarias, la mayoría de los Drag Queens son heterosexuales. “Es un gusto verles a las esposas más afanadas por hacerles sus vestuarios para que ganen”.

La malinterpretación se da cuando se denomina Drag Queen al transformismo. Este último consiste en la imitación de un personaje. Una persona puede vestirse de un personaje famoso e imitarlo de manera excepcional. No obstante, un Drag Queen es diferente, pues no trata de convertirse a una celebridad, sino de crear un nuevo personaje. Asimismo, hay una diferencia muy grande ente un travesti y un Drag Queen. Ojo, no es que se quiera criticar a estas personas. Sin embargo, un travesti se viste de mujer por una cuestión de sexualidad, de inconformidad con su propio sexo, mientras que un Drag Queen es simplemente la interpretación bufonesca de un personaje femenino. “En corto, un Drag Queen es un bufón, y el rey es su público. Un bufón tenía la capacidad de burlarse del rey, de aconsejarle al rey, pero si es que hacía algo mal estaba muerto”. Esta esencia teatral es la que trata de recuperar con su grupo Fireflies Drag. “Nosotros somos artistas, no nos interesa saber si uno de los Drag es hétero o gay”.

Pablo Gallegos, Drag Queen entrevistado por Ilaria Rapido Ragozzino. Foto de Darío Lopez.
Pablo Gallegos, Drag Queen entrevistado por Ilaria Rapido Ragozzino. Foto de Darío Lopez.

La apariencia estética es un factor muy importante para un Drag Queen. “Debes cambiar este careto en algo bonito” me dice Pablo riéndose. Pero en realidad es todo un conjunto. Uno puede maquillarse bien y tener un vestuario impecable, pero esto no justifica su actuación. Si la personalidad del Drag Queen no es buena, el maquillaje es inútil. Por ejemplo, Kruz Veneno, su personaje, “maneja una garra de metal porque es muy cicatero, te juzga, te señala. Si yo te señalo, es algo visualmente muy poderoso. Manejas la psiquis del público y les…”, no puede encontrar la palabra adecuada. “Deslumbras”, le propone Darío. “Tú también quieres ser Drag Queen”, le dice Pablo con picardía. Nos reímos un buen rato.

Me acuerdo del famoso artículo del Teatro Nacional Sucre y de “Desmemorias de una Geisha”. Se trata de una parodia del libro de Arthur Golden que cuenta las experiencias por las que debe pasar una aprendiz para convertirse en una geisha. Desde que surgió la idea, Pablo se demoró más de un año en prepararla. Le pregunto si tiene algún mensaje u objetivo en específico. “Es una obra. Antes hacíamos obras de teatro que llevaban un mensaje social de derechos, pero esto nos iba ligando mucho a la comunidad LGBTI”. A pesar de que los Drag Queens suportan a esta comunidad, quieren que su arte no dependa de la misma. Me dice que, sin embargo, tiene un propósito: desmitificar el hecho de que a las geishas se las considere las prostitutas más caras (idea que se refleja en Memorias de una Geisha) cuando en realidad son artistas y, al mismo tiempo, “mostrar que los Drags somos parte de este mundo en que nos señalan con un dedo y nos ponen calificativos”. 

Debe ser difícil para una persona como Pablo tener que aceptar las maltratos verbales y físicos por parte de personas de mentalidad cerrada que no logran superar sus prejuicios. Le pregunto si es que tuvo alguna mala experiencia en particular. Me dice que sí, pero que más bien la califica como una “experiencia agridulce”. “En Halloween, fuimos a una discoteca heterosexual vestidos de Drags. Apenas ingresamos, me escupieron en la cara con improperios típicos”. ¿La parte dulce? Al final de la noche, sus dos amigos y él ganaron los premios a los mejores disfraces. “Fue como una lucha salir a las calles vestidos así a ver la reacción a la gente. Mucha gente se quedaba asustada, otra gente maravillada, otros te decían desde mamacita hasta piiip. Por suerte, en los últimos años la percepción de la gente ha ido cambiando. Pablo dice que le agrada que, cuando está en la calle, una persona se acerque a preguntar que significa su apariencia. De esta forma, puede enseñarle lo que es un Drag Queen.

No hay mayores diferencias entre el teatro drag y otras formas de hacer teatro. Una obra bien estructurada puede tener las mismas o mayores exigencias que una de teatro Drag. Aquí en Ecuador es un poco distinto: “los ecuatorianos son conformistas”, dice Pablo. No existe una cultura de disfrutar una función. Si la gente exigiese una buena obra con buenos vestuarios, el teatro ecuatoriano mejoraría muchísimo. Fireflies Drag se diferencia del resto de grupos teatrales porque se exige mucho: “Tenemos que llevarle al público a volver a ser niño. La primera vez que nosotros vemos la sonrisa de la gente es porque ya: lo hemos logrado”.

“Desmemorias de un Geisha”, obra del Drag Queen Pablo Gallegos. Foto de Dario López.
“Desmemorias de un Geisha”, obra del Drag Queen Pablo Gallegos. Foto de Dario López.

Dos días después, entro al teatro junto a Darío y está casi lleno. Puedo ver gente de todas las edades: padres sentados con sus hijos, parejas de tercera edad, grupos de amigos, realmente de todo. Se abre el telón. En seguida, me llaman la atención las luces y los vestuarios originales. ¡Que hermosos que se ven los Drag Queens! Su maquillaje es impecable. Sus extravagantes pelucas me hacen pensar por un momento en lo desarreglada que me veo. No ha pasado ni un solo minuto y ya tienen al público cautivado. Los 45 minutos de la función pasan volando como si fueran dos. Si me concentro, todavía puedo escuchar en mi mente las risas imparables del público.

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Ilaria Rapido Ragozzino

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