Luján: la caricatura editorial entre el periodismo y el arte

Caricaturista Ponto Moreno, 'Luján'. Foto de David Vásquez para La República.

Quito.- En su oficina de Editor Gráfico en El Comercio nos atiende Ponto Moreno, más conocido como Luján, uno de los genios de la caricatura en el Ecuador. La entrevista consiste, básicamente, en escucharlo.

Mientras comienza su explicación sobre la caricatura nos enseña bocetos y trabajos finalizados de sus caricaturas. Hay caricaturas de todos y sobre todos los temas, por ejemplo, del comandante Raúl Castro, del escritor Mario Vargas Llosa, de los políticos ecuatorianos y una, muy particular, sobre el Papa Benedicto XVI.

Luján tomas su tinta china y sus pinceles y lápices, se sienta frente a su mesa y dibuja. Mientras tanto, la entrevista sigue.

¿Qué efectos tiene la aplicación de la Ley de Comunicación en el Ecuador?

Los que hacemos esto siempre decimos cosas rimbombantes. Pero cuando trabajas en un medio como este y por tu trabajo van a sancionar al medio, eso tiene una repercusión muy fuerte. Yo trato de hacer como a mí me parece y trato de que mi trabajo no ponga en peligro mi sitio de trabajo. No es que uno pueda publicar todo lo que se le venga a la cabeza. Todo diario o revista tiene un concepto de lo que es su lectoría, del tipo de lectores y, lógicamente, los editores representan ese sentir.

¿Cómo se incerta el humor en la caricatura?

Una cosa es el humor en sí, y otra la caricatura editorial. Con la caricatura editorial, estamos en el contexto de la política, de los procesos, personajes, hechos políticos. Es un espacio específico. El humor es una cosa más amplia. Lo que yo hago en El Comercio semanalmente es la caricatura editorial. Mis compañeros hacen caricatura de opinión, que es diferente a un trabajo ilustrativo, pues es de opinión.

Por lo menos yo hago las cosas porque me divierte hacerlo, si no, no lo hago. Hay un momento en que si eso no es divertido, pues no me interesa.

¿El caricaturista expresa su libertad de expresión en sus dibujos?

Me parece que podemos hacer un comentario editorial, dar una opinión a través de estos dibujos pero al mismo tiempo no escapan a una ideología ni a una forma de pensar. Como la caricatura editorial, como tratan momentos y hechos específicos, creo que molestan a la gente. Hay gente que dice que le encanta la caricatura, pero yo creo que es agresiva, ¡la están caricaturizando! No es tan inocente tampoco. Lo de Charlie Hebdo nos ha puesto en un plano de reflexión acerca del trabajo que hacemos, en el caso de Ecuador, la Ley de Comunicación es algo complejo, porque puede haber una demanda, a la persona la pueden judicializar, al dibujante. Es grave. Hay temas o cosas que uno hace que quizás no se publiquen. O que en el diario digan, “Corremos riesgo de pagar una multa”.

¿Cuál es su opinión respecto de los sucesos alrededor de la Revista Charlie Hebdo? Muchos dijeron que sus caricaturas eran irrespetuosas…

Cuando conocí a Charlie Hebdo, que en ese tiempo eran Harakiri, me pareció increíble que hagan ese trabajo. Eran agresivos, transgresores, se burlaran de cosas de las que imagine que uno jamás podría burlarse. Yo nunca había visto cosas de ese tipo, no solo en el dibujo, sino en el lenguaje.

En el contexto francés es permitido. Los que quieren ver, lo ven. Los que lo quieren comprar, lo compran. Los que no, no. Uno se acostumbra a esa libertad de lo que la gente escoge de acuerdo a lo que le gusta, de acuerdo a sus principios.

A mi me gusta dibujar porque me divierte a mí. Siempre firmé con un seudónimo. Por eso lo que pasa en Facebook, ese anonimato me parece increíble, porque la gente se puede expresar más libremente y además eres libre, nadie te tiene que decir que es bueno, malo o regular o echarte flores. Simplemente haces el trabajo porque piensas así y lo haces.

El presidente Correa dijo, respecto de Crudo Ecuador, que el anonimato sirve para que se escuden los cobardes e quienes no quieren asumir su responsabilidad.

Es posible. Yo me considero un irresponsable, no tengo mucho que decir. No sabes a quien pueda molestar, herir, etc. Pero al mismo tiempo es divertido, es decir, de alguna manera estás creando un juego. Y en ese juego, si lo entiendes mal…. Todo juego tiene sus reglas. Pero somos libres en escoger el juego que jugamos. Entonces, no sé lo de la responsabilidad a lo que se refiera. Es un poco moral todo eso. Lógicamente ahí, todos tenemos una concepción diferente.

¿Por qué la caricatura preocupa tanto a ciertos personajes públicos?

Esto es sátira, para mi. Inclusive si es malvado, duro en el lenguaje, me gusta. Porque es una manera de poderlo hacer y dibujarlo me parece una forma sencilla de golpear más. Un buen dibujo sí golpea.

Uno nunca caricaturiza a nadie que nadie conozca. Lo ideal de una caricatura es que todo el mundo conozca a cada personaje. Hay un problema porque uno quisiera caricaturizar a más personajes pero no son conocidos por nadie, como algunos Ministros de Correa. Mientras más conocidos sean, es posible que a algunos les guste.

A veces da la impresión de que hay mucha seriedad desde el poder. ¿Nos están llevando a perder el sentido lúdico de las cosas?

El dibujo de humor es una expresión gráfica, sí te da una posibilidad de expresarte gráficamente, no solo conceptualmente. Me gusta un buen dibujo. Me esfuerzo en hacer una gráfica interesante, atractiva. Y me cuesta trabajo, porque hay muy poco tiempo de hacerlo en un diario.

¿Cuál es el papel de la caricatura en el periodismo?

Hemos estado en el mundo del periodismo y nos contagiamos de los periodistas. Trabajo en periódicos desde los 19 años entonces me contagié de los periodistas. Ellos son la fuente. Oírlos hablar, oír de los temas que están en la jugada, nos hace que nuestro trabajo sea un poco periodístico, sobre todo el trabajo de la caricatura editorial me parece esencialmente periodístico. Es un comentario dibujado de un hecho periodístico que vale la pena resaltar. Y si no hubiera sido por los periodistas no haría esto.

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Entrevistadores: David Vásquez y Miguel Molina Díaz.

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