Hermitage Amsterdam revive relación de Alejandro I, Napoleón y Josefina

ÁMSTERDAM (HOLANDA), 27/03/2015.- El príncipe Dimitri Romanov (c-d), descendiente directo de la dinastía rusa de los Romanov, y el conde Alexandre Colonna-Walewski (c-i), descendiente directo del emperador francés Napoleón Bonaparte, se dan la mano delante de una pintura llamada "Despedida de Napoleón y Alejandro I tras la paz de Tilsit", de un pintor anónimo, durante la inauguración oficial de la muestra "Alejandro, Napoleón y Josefina, una historia de amistad, guerra y arte desde la ermita", en la ermita de Ámsterdam, Holanda, hoy, viernes 27 de marzo de 2015. La exposición permanecerá abierta al público entre el 28 de marzo y el 8 de noviembre de 2015. EFE/Olaf Kraak

Amsterdam, (EFE).- En el año en que la batalla de Waterloo cumple su doscientos aniversario, el Hermitage Amsterdam abre hoy las puertas de una exposición que ahonda en la estrecha relación de amistad, pero también enfrentamiento, que mantuvieron el zar ruso Alejandro I, Napoleón y Josefina.

La muestra se adentra en los vínculos que mantuvieron «dos grandes líderes y una mujer de gran personalidad», reuniendo «objetos artísticos, pinturas, esculturas, objetos personales, trajes y objetos bélicos como armas y uniformes», explicó en una rueda de prensa la directora del museo, Cathelijne Broers.

«La pieza favorita de la exposición es el Camafeo Gonzaga«, una valiosa creación helenística que representa el retrato de Ptolomeo II Filadelfo y su esposa Arsínoe, recalcó Broers en unas declaraciones a Efe.

«En esta pieza están las huellas de estas tres personas inspiradoras, además de tener una belleza sin igual», apuntó la directora del Hermitage Amsterdam.

El Camafeo de Gonzaga, uno de los objetos más admirados del Hermitage, fue requisado por Napoleón para obsequiárselo a su mujer Josefina Beauharnais, quien a su vez lo regaló años más tarde al zar Alejandro I de Rusia.

Otra pieza destacada de la exposición es la inquietante máscara mortuoria de Napoleón realizada poco después de la muerte del emperador en la isla de Santa Elena, el 5 de mayo de 1821, a cargo del físico escocés Archibald Arnott, encargado de llevar a cabo su autopsia.

Foto: hermitage.nl
Foto: hermitage.nl

Además, entre los objetos más íntimos de la exposición se encuentra un medallón con un mechón de pelo del zar Alejandro I.

«Estas piezas tan personales tanto del zar Alejandro I como de Napoleón permiten que estos dos personajes históricos estén incluso casi presentes de manera física en las salas del museo», asegura Broers a Efe.

Los temas centrales que trata la exposición «Alejandro, Napoleón y Josefina» son la amistad, la guerra y la política, no solo entre los dos hombres, sino también entre la emperatriz y el zar.

«Un ejemplo más de la amistad y relación entre ambos es el hecho de que Alejandro comprara una suma importante de pinturas y esculturas de la colección que Josefina había ido construyendo a partir de adquisiciones personales y de regalos de Napoleón», explicó en rueda de prensa Mikhail Piotrovsky, director del Museo Hermitage en San Petersburgo.

Para el director adjunto del Hermitage Amsterdam, Paul Mosterd, «las piezas de la colección de Josefina son la parte de la exposición que transmiten paz, tranquilidad y belleza» como la pintura de François Flameng que representa los jardines del Palacio de Malmaison, residencia de Josefina y Napoleón a las afueras de París, o la escultura de Cupido y Psique de Antonio Canova.

Sin embargo, como también explica Mosterd en unas declaraciones a Efe, «la exposición incluye una parte más violenta a través de la sala dedicada a la guerra que incluye objetos bélicos, uniformes, armas, espadas, también dibujos y pinturas que dan un toque más agresivo».

La exposición, que acompaña al visitante por un recorrido histórico desde el comienzo de la amistad de Napoleón con Alejandro I en torno a 1807, hasta que la ambición expansionista del francés en tierras rusas en 1812 rompiera su vínculo y marcara también el fin de los años de éxito de la Gran Armada napoleónica.

A estos hechos le siguen los años de exilio del emperador en la isla de Elba y su divorcio de Josefina, en los que se inicia la relación entre el zar Alejandro I y la que fuera emperatriz de los franceses.

«Una relación amable y cortés entre ambos que podemos reconocer a través de sus cartas y las visitas del zar a Malmaison», según Mosterd, quien cree que además dan muestra de «la fortaleza de Josefina, una mujer capaz de hacer frente a las adversidades».

El experto descartó, además, que «pudiera haber otro tipo de relación entre ellos».

Esta exposición que podrá visitarse hasta el 8 de noviembre en el Hermitage Amsterdam es, según explica Broers, «como un libro para niños, un cuento de hadas y una historia de amor en uno».

Una historia de amistad, guerra y arte que, como añade Broers, «si no hubiera existido realmente, Hollywood se la hubiera inventado por lo fascinante que es». EFE

mrlf/mtm/ah

Más relacionadas