Estrenan documental sobre lucha de Iglesia por DDHH en dictadura de Pinochet

ARCHIVO - En esta foto del 1 de septiembre de 1973, soldados y bomberos sacan el cadáver del presidente Salvador Allende, envuelto en un poncho, del detsruido palacio presidencial La Moneda tras un golope encabezado por el general Augusto Pinochet em Santiago de Chile. (Foto AP/El Mercurio, archivo) NO PUBLICAR EN CHILE

Santiago de Chile, (EFE).- «Hábeas Corpus», un documental que narra la lucha de la Iglesia católica a favor de los derechos humanos durante dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), se estrena esta semana en Chile con la expectativa de desvelar aspectos hasta ahora desconocidos de esa labor.

Así lo destacó hoy a Efe Sebastián Moreno, codirector junto a Claudia Barril de la cinta sobre la Vicaría de la Solidaridad, creada por el entonces arzobispo de Santiago, cardenal Raúl Silva Henríquez, para defender a las víctimas de un régimen que hacía desaparecer, asesinaba, torturaba o encarcelaba a sus detractores.

Durante la elaboración del documental «descubrimos cosas que no sabíamos y que nadie sabe sobre la labor de la Vicaría de la Solidaridad», señaló Moreno.

La Vicaría fue creada por Silva Henríquez en 1976, después que el año anterior Pinochet clausurara el Comité de Cooperación para la Paz, que desde el 4 de octubre de 1973, apenas tres semanas después del golpe militar que encabezó Pinochet, había ejercido la defensa de las víctimas.

A diferencia de la Vicaría, que fue un organismo de la Iglesia católica, ese comité tuvo carácter ecuménico y otras religiones, como la luterana o la judía, cumplieron una destacada labor en el mismo.

«Esta es la historia de cómo supimos lo que supimos, de cómo se investigaron las violaciones derechos humanos, cosas que nadie sabe y son contadas en el documental», dijo Sebastián Moreno, autor también de «La ciudad de los fotógrafos», que trata de quienes, a través de una cámara fotográfica, intentaban dejar registro de los abusos de la dictadura.

La Vicaría de la Solidaridad estaba integrada por abogados, asistentes sociales, periodistas, sacerdotes y monjas que se preocuparon de la suerte de miles de personas que eran desaparecidas, asesinadas, torturadas, encarceladas o exiliadas tras ser detenidas por motivos políticos.

El organismo emprendió esa tarea a través de la recopilación de testimonios, expedientes, fotografías, archivos de prensa, trozos de ropa, informes médicos y recursos judiciales que ayudaron a determinar el paradero o el destino de los detenidos.

La detención de opositores era una práctica sistemática del régimen, realizada sin orden judicial por agentes sin identificación, y los afectados eran llevados a prisiones clandestinas.

Según Moreno, la labor de la Vicaría «era la única forma de detener eso» y considera que sus responsables «fueron muy hábiles y astutos para hacer ese trabajo, pues no tenían recursos y debían enfrentarse a los militares y al Estado».

«Lo único que podían hacer era recopilar información para dejar huella de las violaciones a los derechos humanos, porque era el Estado, y nadie más que él, quien los violaba», subrayó.

Para el tratamiento audiovisual del filme, Barril y Moreno recrearon un cuarto de interrogatorio y desde allí los antiguos funcionarios de la Vicaría entregan su testimonio sobre la labor que cumplieron en ese organismo.

«Le dimos valor agregado a nuestras entrevistas. Queríamos que nos contaran cómo habían hecho ese trabajo, porque a la larga son los únicos que sabían los detalles de cada detención, secuestro y otros vejámenes de la dictadura», destacó Moreno.

Según el cineasta, «es bueno recordar que alguna vez la Iglesia buscó defender y proteger la dignidad humana», pues a su juicio la de hoy «es muy distinta a la de esa época, en muchos aspectos» e incluso «a la propia Iglesia le haría bien recordar esa época y cómo cumplió un papel tan importante».

La Vicaría de la Solidaridad concluyó sus actividades el 31 de Diciembre de 1992, una vez recuperada la democracia, y después se creó la «Fundación de documentación y archivo de la Vicaría de la Solidaridad» para custodiar la información vinculada a su labor, que contiene antecedentes de víctimas entre septiembre de 1973 y marzo de 1990

Durante la dictadura de Pinochet, según datos oficiales, unos 3.200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1.192 figuran aún como detenidos desaparecidos, mientras otros 33.000 fueron torturados o encarcelados y más de 300.000 debieron exiliarse. EFE

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