Jordi Carrión: Me interesa la novela que se instala en la frontera

Jordi Carrión, escritor y cronista español. Foto de negratinta.com

Jorge Carrión (Tarragona, 1976) es uno de los augurios con mayor porvenir en la narrativa española contemporánea. Es también crítico cultural, periodista y experto en series de televisión. Su trilogía narrativa, compuesta de las novelas ‘Los muertos’, ‘Los huérfanos’ y ‘Los futuristas’, se integra a la larga lista de sus libros entre los que se encuentran crónicas de viajes, antologías y ensayos.

– ¿En tu obra, cuál es el hilo conductor entre la novela negra, el cine y la ciencia ficción?

– Yo creo que un escritor tiene que escribir sobre aquello que le fascina, que le interesa intelectualmente y que de algún modo no comprende del todo, ese misterio es lo que alimenta la voluntad de escribir sobre esos temas, de modo que yo he escrito toda mi obra vinculada con mis obsesiones, por eso la mayor parte de mis libros tienen que ver con viajes y la migración, soy hijo de migrantes andaluces en Cataluña y de algún modo toda mi familia siempre ha estado migrando. Además, tengo otras pasiones como las series norteamericanas, la literatura de viajes, la novela contemporánea, las librerías y los libros, pero incluso en ‘Teleshakespeare’, donde hablo de series norteamericanas, creo que también hablo de cómo las imágenes, las historias o las pasiones colectivas también viajan.

– ¿Cómo concibes la novela contemporánea?

– A mí los autores de los últimos 20 años que más me interesan son W.G. Sebald, Philip Roth, David Grossman, Cristina Rivera Garza, J.M Coetzee, Bolaño o Mario Levrero, que entendieron que era posible combinar la novela con el ensayo, la ficción pura con el documental, el libro de viajes con la novela. Ese tipo de diálogos son los que más me interesan, por tanto en mi trilogía he querido trabajar ese tipo de transiciones de géneros. Me interesa la novela que se instala en la frontera.

Jordi Carrión

– ¿Cómo fue la transición de cronista de viajes a novelista?

– Todos mis libros son estilísticamente, formalmente y estructuralmente distintos, pero sí es cierto que cuando escribo sobre mí, sobre mis viajes, mi estilo es más reconocible. Yo estaba viajando por Oriente Próximo y Medio y quería escribir un texto sobre Israel y Palestina, que fuera formalmente muy distinto a lo que había hecho anteriormente. No encontraba el camino y ahí fue cuando se me ocurrió la novela ‘Los Muertos’, que es un libro donde yo me invento un estilo que no es el mío, uno muy telegráfico y conciso entre el guión de una serie de televisión y una novela de verdad. Cada novela de la trilogía ensaya una forma distinta de escribir y una estructura narrativa también distinta.

– ¿Cómo es su relación con América Latina?

– Es una relación de cercanía y de distancia, de cercanía porque conozco bastante bien América Latina, he vivido en Buenos Aires y Rosario, he pasado largas temporadas en México D.F., he recorrido casi todo el continente. Siento un gran respeto por escritores contemporáneos latinoamericanos desde Borges y Cortázar hasta Fernando Vallejo, Mario Bellatin o Victoria de Stefano, pero al mismo tiempo, creo que lamentablemente hay muchas cosas que nos separan. Esto me pasa en todas partes, también me siento cerca y lejos de España, también de Cataluña. Prácticamente el único espacio en el que estoy realmente cómodo y con el que me identifico es Barcelona.

– ¿Cómo vive un escritor el independentismo catalán en Barcelona?

– Cada vez me siento más barcelonés y menos otras cosas. O tal vez me siento barcelonés y entre comillas ciudadano del mundo. Y me gustaría sentirme más europeo de lo que me siento y me gustaría sentirme menos atado a lo local de lo que en realidad estoy. Me gustaría que Barcelona fuera una ciudad donde el bilingüismo fuera absolutamente natural, ya lo es, pero no a nivel político, y donde el multilingüismo también fuera absolutamente natural. Quisiera que la defensa de lo local, de lo propio, se diera realmente y de un modo razonado en todos los niveles. Ahora por ejemplo el centro de Barcelona se está vendiendo a franquicias porque no se está defendiendo los cafés y las librerías, lo propio.

– En América Latina y en España hay un momento muy rico para la crónica de viajes. ¿Cuál es el sentido de las crónicas de viajes?

– Yo creo que por un lado hay una filiación con una tradición antigua, el ser humano desde que sabe escribir ha narrado sus viajes y ha querido dar cuenta de sus itinerarios. De modo que cuando escribes una crónica de viajes, consciente o inconscientemente, te ubicas en una tradición y dialogas con aquellos que han hablado de ese lugar. En mi caso particular yo creo que mis libros ‘Australia’, ‘La brújula’, o ‘Crónica de viajes’ lo que hacen es intentar entenderme a mí mismo y a mi familiaa través del paisaje y el país donde estoy y las historias que cuento.

– ¿Esa característica es únicamente tuya o se la puede atribuir a la crónica contemporánea en general?

– Yo creo que hay autores en los que esto es más claro y otros en los que lo es menos. Por ejemplo, en Sebald creo que siempre hay una interrogación sobre su familia, sobre su origen alemán, las raíces nazis. En el caso de Martín Caparrós y de Juan Villoro encontramos referencias a su vida personal, de su historia familiar, pero hay un énfasis y una voluntad de poner el ‘yo’ entre paréntesis mientras se cuentan las historias. Encontramos también crónicas como las de Jaime Bedoya, Pedro Lemebel o las de Gabriela Wiener, que sí que exploran el yo y eso nos lleva a un término que me interesa mucho que es el del periodismo del yo y de la no ficción autobiográfica que me parece que son muy de nuestra época, y que yo he estudiado en lo que he llamado el nuevo nuevo periodismo que se da en formato cómic, como los de Alison Bechdel y Art Spiegelman, que son autobiográficos.

– ¿Cuál es la historia de tu pasión hacia las series de televisión?

– Yo estaba en la Universidad de Chicago en el 2005 cuando empecé a ver la serie ‘24’ y ‘CSI’. Cuando volví vi todo ‘Los Soprano’ y ahí me di cuenta de que estaba ante una obra maestra y ante un lenguaje muy interesante. Yo diría que entre 2005, que descubro el fenómeno, y 2008, en que se me ocurre ‘Los Muertos’, hay como una maduración que tiene que ver con series de televisión. Mi primer artículo sobre series fue sobre ‘Dexter’ y lo publiqué en Letras Libres, y de algún modo ese fue el camino que me fue llevando hacia ‘Los Muertos’ y después a ‘Teleshakespeare’. Ahora estoy viendo ‘Gomorra’, una serie italiana basada en el libro de Roberto Saviano y ‘Real humans’, una seria nórdica. De modo que más que lo español me interesa lo europeo como contraposición al modo de narrar norteamericano.

Jordi Carrión

– ¿Te sientes inscrito en la tradición española?

– No me reconozco en la tradición española en absoluto, porque no me reconozco en ninguna tradición realista. Hay escritores españoles fundamentales en mi obra y en mi vida: Clarín pues ‘La Regenta’ es una novela magistral, también García Lorca. De los autores vivos los que más me interesan son Juan Goytisolo y Enrique Vila-Matas, pero son autores mutantes que siempre están buscando nuevas formas de narrar y que han hecho del viaje el motor de su obra. Me interesa ese tipo de tradición más heterodoxa. Leo y trato a escritores de otras tradiciones como Fresán y Caparros, que viven en Barcelona. De modo que no me interesan las fronteras nacionales si finalmente lo que importa es el tipo de diálogos que estableces en tu ciudad, con tus contemporáneos, o en las redes sociales, cuando estoy hablando sobre literatura en Facebook o en Twitter me da igual si el interlocutor es ecuatoriano o es francés.

– Me da la impresión de que la literatura española actual se ha enfocado en entender y registrar la crisis económica.

– Yo creo que cuando una situación histórica fuerte se prolonga en el tiempo inevitablemente llega al arte y la crisis española lleva 7 años más o menos, ha llegado a la literatura, yo creo que si esa llegada es natural porque el artista o escritor se preocupa sinceramente por esos problemas y encuentra su modo de tratarlos en consonancia y coherencia con su poética, está muy bien. En mi caso, como escritor, yo no tengo ningún interés en escribir sobre la crisis, como periodista es inevitable: encontré un tema que me interesa porque se relaciona conmigo y es el de los emigrantes que recogen chatarra en las calles de Barcelona con un carro de supermercado, y se me ocurrió que la forma de contarlo es el comic de no ficción, un comic de periodismo de investigación que hago con el ilustrador Sagar Forniés. Pero tengo claro que en el ritmo de la literatura no es el ritmo de la realidad de hoy, el tiempo de maduración de la literatura no es el del periodismo.

– ¿Cómo manejas tu rol de periodista, apegado a los hechos, y de escritor, creador de ficción?

– El periodismo moderno nace al mismo tiempo que la novela realista y todos los grandes escritores del siglo XIX fueron también periodistas o escribieron también en periódicos, de modo que no se puede separar la documentación de la ficción y la documentación como primer paso hacia la no ficción. De algún modo ese debate entre los que es ficción y lo que es real está en todos los textos y me parece apasionante: cuando escribo una ficción intento que no haya nada que sea contrastable, que sea documentable pero sin duda hay una tensión ahí que se da en el propio lenguaje que es muy interesante y problemática. El momento en que al lenguaje inyectas poesía, haces comparaciones, haces metáforas, creas diálogos, reconstruyes diálogos, estás ficcionalizando a un nivel muy bajo, yo intento que esa baja intensidad se mantenga y en ningún momento inventarme ningún detalle que no ocurriera en la realidad.

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Miguel Molina Díaz

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