María Kodama: «A Borges no le importaban los premios, le importaba escribir»

EL CAIRO, 12/12/2015.- La viuda del escritor Jorge Luis Borges, María Kodama, de visita en El Cairo, señala en una entrevista con Efe que al célebre autor argentino "no le importaban los premios, lo que le importaba era escribir". Kodama ha vuelto a Egipto para presentar una exposición de veintiocho fotografías que rememoran el viaje que ambos hicieron al país árabe en 1984 y que trae a la memoria quién fue el escritor argentino para su amada. EFE/Edu Marín

El Cairo, (EFE).- La viuda del escritor Jorge Luis Borges, María Kodama, de visita en El Cairo, señala en una entrevista con Efe que al célebre autor argentino «no le importaban los premios, lo que le importaba era escribir».

Sosegada, discreta y con un delicado timbre de voz, la defensora y difusora del legado de Borges rememora la principal anécdota del que fue su marido con el premio que nunca ganó: el Nobel de Literatura.

«A él le iban a dar el doctorado honoris causa en la Universidad Católica de Chile, y en ese momento estaba (Augusto) Pinochet gobernando. Entonces, le llamaron por teléfono desde Suecia (sede de los premios Nobel)», recuerda Kodama.

En esa conversación, «él contestó (a su interlocutor): ‘Le agradezco mucho lo que me dice, pero hay dos cosas que un hombre no puede tolerar: sobornar y dejarse sobornar'».

Según Kodama, esa llamada se produjo para aconsejar a Borges que, si quería ganar el Nobel, no fuera a Chile, ya que en la ceremonia de entrega iba a estar presente el dictador. El escritor argentino rechazó la recomendación.

Para la compañera de Borges, cuando a una persona le dan un reconocimiento de ese nivel, «es protocolo que esté presente el presidente. No es que fuera a verle, fue a recibir la condecoración».

Kodama ha vuelto a Egipto para presentar una exposición de veintiocho fotografías que rememoran el viaje que ambos hicieron al país árabe en 1984 y que trae a la memoria quién fue el escritor argentino para su amada.

«Borges para mí fue la mitad de mi alma. Es como si dos mecanismos de relojería se hacen, una parte en una época y otra parte en otra época y luego el destino los une, y no necesitan arreglo, sino que se unen y es como si siempre hubieran estado unidos y eso es maravilloso», señala, nostálgica, Kodama.

Asimismo, la también escritora destaca cómo Borges recordaba con frecuencia sus sueños, muchos de los cuales se convirtieron en poemas o cuentos, como «La ruinas circulares».

«Lo leí por primera vez cuando tenía 10 años. No entendí nada, naturalmente, pero hasta el día de hoy sigue siendo mi cuento preferido», afirma.

En ese sentido, para ella, la palabra «es como la música«, aunque uno no entienda nada, pueda llegar a «disfrutarla y gozarla».

Sin alejarse del mundo onírico, Kodama cree que Borges cumplió todos sus sueños, a pesar de que él no lo pensara así, ya que «no pudo escribir el poema que hubiera sido perfecto, aunque sabía que la perfección no se puede alcanzar».

«Cumplió su destino, que era ser escritor», añade la viuda del autor de «El Aleph».

Precisamente esa obra, quizá la más conocida, es origen de un pleito que mantiene a Kodama enfrentada con el también argentino Pablo Katchadjian.

Este joven escritor es el autor de «El Aleph engordado» (IAP, 2009), en una atrevida experiencia literaria que añade términos y comentarios al cuento original de Borges, lo que le valió acusaciones de plagio.

Para Kodama, Katchadjian «es una persona que, lo primero, no respeta la ley» y además busca «publicidad».

Según ella, antes de que se iniciara el juicio, su abogado trató de llegar a un acuerdo con el joven escritor, exigiéndole disculpas públicas y una indemnización simbólica de un peso argentino (0,10 dólares).

«Lo rechazó y el juicio sigue, que es lo que él quería. Nadie lo conoce, quería la publicidad a través del escándalo, está clarísimo», sentencia Kodama.

A miles de kilómetros de Argentina, en El Cairo, la viuda del escritor se aleja de polémicas y aprovecha la ocasión para recordar la influencia del mundo árabe en la obra de Borges, como en «Los dos reyes y los dos laberintos» o «La biblioteca de Babel».

«Él desde chico leía ‘Las Mil y una noches’. Para él era la imaginación, la maravilla, ese libro infinito. Para él, este país y su literatura era muy especial», destaca.

Con la exposición fotográfica y un acto en el Instituto Cervantes en El Cairo, celebrado el pasado miércoles, Kodama vuelve a este país 31 años después, para continuar con su labor de protección y propagación de la herencia del genio argentino.

«Yo tengo la responsabilidad de un legado de, de acuerdo con la opinión de todo el mundo, uno de los más grandes escritores del siglo XX», asevera la también presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges.

Sin embargo, Kodama insiste en que su labor no se limita a la parte literaria del escritor, «sino de todo lo que fue él como ser humano, como conducta, esa forma de ser».

En ese sentido, destaca aquella famosa frase de «un hombre no puede sobornar ni dejarse sobornar».

«Eso puede ser como un faro para una juventud que actualmente ha perdido mucho esos valores. Debemos unirnos para que eso no se pierda», concluye. EFE

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