Francisco Febres Cordero: “Es posible tener un periodismo de humor”

Francisco "el Pájaro" Febres Cordero. Foto de Thalia Noboa Lamar para La República.

Es quiteño. Nacido en 1950. Francisco Febres Cordero, conocido como “El Pájaro”, es el periodista que ha destacado por escribir con inusual sagacidad sobre aquello conocido por muchos, pero acerca de lo cual no se ha reflexionado con suficiente hondura y originalidad. Con la palabra y un agudo sentido de humor, la columna de “El Pájaro” ha sido implacable con los personajes y acontecimientos de las últimas cuatro décadas del país.

– En su amplia experiencia como columnista y escritor, ¿cuáles son las particularidades del humor, que usted ha distinguido, y que atraen a las audiencias?

– No tengo idea. Yo soy un tipo más bien visceral. No tengo una teoría sobre el humor; ni me interesa, ni me importa (…) Lo primero que me salta a la vista: comenzar por perderse el respeto a sí mismo. Saber burlarse. Después el humorismo siempre requiere también un interlocutor que va convirtiéndose en enemigo. Es raro que [el humor] pueda ser amistoso, amical; necesita un contradictor y, para mí, en el caso del humorismo político, ese contradictor ha sido siempre el poder.

– En ese contexto que usted menciona, ¿el humor cumple con una función social?

– Bueno, hacer ver, por un lado al poder, lo que está haciendo. Y, por otro lado, pretensiosamente, hacer a la gente o al lector reflexionar de lo que está ocurriendo. Te digo pretensiosamente porque yo particularmente escribo para sacarme eso que Vargas Llosa dice: los demonios, los que te atormentan.

– ¿Considera usted que es posible desarrollar y validar un periodismo de humor?

– Es posible tener un periodismo de humor, perfectamente. El humor es básicamente irrespetuoso. El humor es desacralizador. No tomar en serio lo que para el poder es tan serio. Esa seriedad, para un humorista, se vuelve ridícula. Esas pomposas declaraciones, esas pomposas formas de ser, son muy susceptibles a ser caricaturizadas mediante el humor.

– Una periodista del Instituo Poynter argumenta que el humor y el periodismo son contrarios. El humor no está sujeto a la veracidad, la contrastación y el rigor. Al contrario, tiende a deformar parcialmente la realidad. Dicho esto, ¿considera usted que el humor va en contra de los principios del periodismo?

– No, no, no. No tiene porqué. Tú como periodista te alimentas de la realidad. Esa realidad está basada en determinados hechos. Tú coges esos hechos y, sí,  los transformas, pero los hechos están, los hechos existen. Tú lo que puedes hacer, en ese sentido -quizá lo que me dices tenga razón- es esos hechos transformarlos, pero haciendo un guiño al lector para que sepa que esos hechos son transformados. En eso se separa, sí, porque el periodista noticioso tiene que regirse exclusivamente a la realidad. El humor te permite jugar más con la imaginación. Te basas en una realidad, pero puedes jugar muchísimo más libremente con el humor para desarrollar  ficticiamente un hecho. Puedes jugar noticiosamente con el humor. El humor es básicamente irrespetuoso. El humor es desacralizador.

– Entonces no es una media verdad de la que estamos hablando…

– No. Es una forma distinta de interpretar la realidad. Simplemente es eso.. Es una mirada distinta, porque el mismo hecho te puede servir para hacer un texto analítico y sesudo o para jugar con esa realidad (…). Es lo que hizo Picasso. Ver la realidad de otra manera.

– Y en su largo recorrido por  el periodismo, ¿cómo ha evolucionado la aceptación y la libertad de expresión para el formato humorístico?

– Bueno, no te diría que ha evolucionado. Ha involucionado. Yo he pasado épocas de dictaduras o de gobiernos autoritarios, pero esta época es inédita para el país. Por lo menos en el siglo XX. Es inédita en cuanto a la libertad de expresión; está absolutamente restringida, desprestigiada, herida. Yo no recuerdo haber vivido en una época de tan grandes restricciones como esta, ni siquiera en el gobierno de Febres Cordero, ni  si quiera en las dictaduras que hemos tenido. No me acuerdo haber vivido una época tan negra para el periodismo, donde no solo te sancionan por lo que escribes, sino también por lo que NO escribes.

– Usted es el único referente de humor político en el espacio de la prensa escrita, ¿cuáles son las razones por las que en Ecuador no hayan más periodistas dedicados a este formato?

– A lo largo de la historia ha habido extraordinarios periodistas que han usado el humor como arma. EXTRAORDINARIOS. Desde Juan Montalvo para adelante. Ha habido épocas en que el humor ha tenido más relevancia que en otras. Yo no soy usuario de redes sociales, pero me llama la atención cómo en esta época de represión, el humor ha aflorado a través de estos otros mecanismos. La gente va burlándose del poder con un arma que es quizá más letal que cualquier discurso sesudo. En las manifestaciones callejeras, unos letreros, unas pancartas, hechas con un ingenio, con un humor, con una capacidad de sátira, de burla, que son absolutamente lapidarias.

Pájaro Febres Cordero

– Sin embargo, el periodismo no se renueva y se mantiene en los formatos tradicionales. No se están desarrollando propuestas de periodismo de humor como en países vecinos…

– Eso depende de las reflexiones a los medios. Tú tienes los medios gubernamentales que van copando casi todos los espacios. El espacio es el que falta y los intentos para hacer nuevas cosas resultan fallidos porque, primero es muy caro, y después por las limitaciones que impone el mismo gobierno para crear un medio. En otros países probablemente sin esas restricciones sea más fácil…

– Es cierto que en esta época las restricciones son cada vez más perceptibles a través de cuerpos jurídicos; pero en épocas pasadas también habían restricciones y la oferta igualmente no era amplia y diversa, ¿por qué?

– Es curioso, quizá porque el hombre común se expresa con mucho humor en la calle. Digo yo… como una posible explicación de eso. En la esquina se reúnen y lo primero que hacen es contarte un cacho. Conforme la época política va agriándose, van siempre siendo más políticos. Entonces, probablemente el desquitarse del poder se da más en las calles que en los medios de comunicación. Es una posible explicación. Pero sí, lo que tú dices es cierto. No ha habido un desarrollo tan fuerte del humor en nuestro país como en los vecinos. Quizá ha habido periodistas con una enorme ironía, con gracias, pero no ha sido una constante.

– ¿Considera usted que una de las causas por esta carencia de propuestas está vinculada a la falta de autocrítica – como periodistas y ecuatorianos-?

– No creo. No sé. Es una necesidad de  desencorbatarse, de no escribir con guantes blancos; que es lo que a mí mismo me pasó. Con ese ejercicio, fui maltratando el idioma, aprendiendo a jugar con la palabra. De pronto, de buenas a primeras, no fue algo pensado. Probablemente pase también que los articulistas crean o piensen que la única forma de expresarse es a través de lo sesudo. No sé. No tengo una respuesta para eso.

– ¿Considera usted que el humor debe tener límites éticos y morales? Y de der así, ¿quién debe hacerlos exigibles?

Siempre, como todo el periodismo, como todo lo que haces. También, en este siglo, estamos llevando los límites a un extremo. Hay una obsesión por lo políticamente correcto que nos tiene absolutamente jodidos. Es lo más horrible que se ha intentado. Entonces eso también te limita. Lo políticamente correcto es el peor invento después de la bomba atómica. (I)

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Por Thalia Noboa Lamar

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