Los miserables de Víctor Hugo, o la piedad suprema del ser humano

'Los miserables' de Víctor Hugo, en el Teatro Sucre. Foto de La República.

Quito.- Estremecedor, hasta los huesos, es el musical ‘Los miserables’ que la Fundación Teatro Nacional Sucre ha puesto en escena desde el 23 al 26 de junio. Inspirado el la obra maestra de Víctor Hugo, el musical constituye un furioso alegato por la piedad suprema.

Nadie olvida a Jean Valjean. Nadie que haya leído la obra de Hugo. La historia que ese genio de la literatura francesa concibió es una herida en el alma de todo el que la haya conocido. Por eso resulta excepcional y gratificante, que el Teatro Sucre haya traído esa historia -estrenada hace 36 años en París- a la ciudad de Quito.

Hay personas que nos cambian la vida cuando nos tocan con su piedad. Cuando nos regalan la misericordia y la generosidad total, sin medida. Eso sucedió con Jean Valjean y gracias al acto de piedad de un religioso, su vida se transformó.

Víctor Hugo indaga en esa extraña experiencia del ser humano, no sólo con la pretensión de reflexionar sobre la justicia y el Imperio de la Ley, sino sobre algo más sagrado: la naturaleza del hombre. Dotados del horror desde el principio de los tiempos, los hombres descubrieron que son aptos también para el amor. Jean Valjean recibió piedad y a partir de ese momento se convierte en un ángel que, contra todo tipo de impedimentos, transforma las vidas de un puñado de seres humanos con los que se encuentra.

Mientras el drama de ese hombre sucede en el centro de la obra, por las ventanas ingresa el rumor de una revolución. Es la Rebelión de Junio de 1832, cuando un grupo de valientes republicanos se alzan en armas contra la Monarquía de Julio, al enterarse de la muerte del general Jean Maximilien Lamarque. La Historia de Francia, con toda su descomunal y libertaria compulsión, se cuela en el relato de la vida de un hombre que es todos los hombres. Porque las grandes historias del teatro y de la literatura, como la de Jean Valjean, es en realidad la historia de cada uno de nosotros, arrojados a un tiempo de miseria y de esperanza por ese inexplicable capricho que un día nos dio la vida.

La piedad suprema de Victor Hugo, en ‘Los miserables’, no es otra cosa que un viaje que atraviesa las más dolorosas zonas de la experiencia humana, para recordarnos que esos seres -hijos del hombre de Cromañón- que hoy habitan la Tierra, son capaces muchas veces de actos en extremo generosos, tan generosos que pueden cambiar el rumbo de la historia o, por lo menos, cambiar el mundo de una persona que antes vivió en la oscuridad.

Esta brillante adaptación del musical que en 1980 pusieron en escena Alain Boublil, Jean-Marc Natel y el músico Claude-Michel Schönberg, ha requerido un año de preparación. Ray Fellman, un reputado y grandioso músico estadounidense, es el director musical de esta obra. Chia Patiño es la directora escénica. El vestuario está a cargo de Javier Ponzi. Jean Valjean es interpretado por Juan Iñaki y Freddy Godoy, y el inspector Javert, que lo persigue toda la vida, es interpretado por Gregory Gerbrandt y Diego Zamora.

Las últimas funciones serán esta noche, a las 19h30, y mañana, a las 18h00. Lunetas cuestan USD30, palcos y platea lateral USD40 y platea central USD50.

El musical ‘Los miserables’ de Victor Hugo es una cosa más: una experiencia del teatro total, de la vida total. Y sí, luego de ver el musical, no olvidamos a Jean Valjean. Es imposible. (I)

Los miserables

Los miserables

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Por Miguel Molina Díaz

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