El Pájaro Febres Cordero presenta «El sabio ignorado» en Guayaquil

El Pájaro Febres Cordero presentando "El sabio olvidado" en Mr. Books.

Guayaquil.- El martes 25 de abril, las alas de Francisco «Pájaro» Febres Cordero se posaron por un par de horas  en Guayaquil para presentar su último libro, en el Mr. Books del Mall del Sol,  donde lectores y fanáticos del editorialista y escritor pudieron disfrutar de su agudeza, simpatía y sentido del humor.

«El sabio ignorado», protagonista del libro es Jacinto Jijón Caamaño, el primer alcalde de Quito, quien fue historiador, senador, candidato a presidente de la república, Director del Partido Conservador, miembro fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, promotor de la fundación de la Universidad Católica de Quito, entre muchas otras cosas.

Pese a la magnitud de su aporte y de su legado, lo único que se conserva de él es un busto en el parque «El Ejido», cerca de la que fue su casa, la famosa «Circasiana». Olvido que el Pájaro atribuye a tres graves pecados: haber sido aristócrata,  haber sido muy rico y haber sido conservador

El Pájaro dice que su madre le dijo desde niño: «tú nacistes el año que murió Jacinto» y que de alguna manera este hecho lo marcó».

Confiesa que la investigación sobre este personaje fue apasionante, pero como toda investigación, también fue aburridísima, que le iba saliendo un ladrillo como de 500 página llenas de citas, así que decidió botar el primer y el segundo manuscrito y dejar que los dedos se le soltaran, y con el recuerdo le fue saliendo este libro que es en parte biografía novelada de Jacinto Jijón Caamaño y en parte autobiografía de el Pájaro.

El Pájaro firmando libros para sus fans.

Uno de los integrantes del público le pidió al Pájaro que contara tres cosas que tuviera en común con el personaje, y él respondió que, en primer lugar «La Circasiana», que era la casa de una cuadra de Jacinto, que fue el sitio donde jugaba de niño con su primo Manuel, nieto de Jacinto, donde alguna vez jugando se puso sobre la cabeza el sombrero con el que matan a García Moreno, lo cual lo asume como «pecado de lesa patria», mientras que Manuel lo perseguía con una espada de la independencia que también estaba por allí. En segundo lugar, que los dos empezaron a estudiar Derecho y que a los dos les desencantó. Tercero: que los dos han sido aficionados a la arqueología y tienen una colección, pero que la de él es toda de piezas falsetas «que se ven lindísimas», eso sí aclara.  Y en último lugar, el amor por los libros y por la patria.

Una señora del público tenía curiosidad por saber más de la esposa de Jacinto Jijón, María Luisa Flores Caamaño.  El Pájaro dijo que era un poquito mayor que él, que se conocieron en Londres, se comprometieron en Paris y vivieron en Quito. Afirmó que ella era pequeña de estatura, pero de un carácter muy fuerte.  María Luisa corregía sus manuscritos, sus escritos periodísticos y sus libros de cultura. Ella fue la que lo hizo pelear con el arqueólogo e investigador alemán Max Uhle a quien Jijón trajo al Ecuador, y a quien ella trató como a un peón de hacienda, por ser como dijo el Pájaro: «de una soberbia diabólica», mientras que Jacinto era considerado un buen patrón por sus empleados.

Con María Luisa vivieron cuatros años en el Hotel Ritz de Paris, y como en el hotel realmente practicaban el slogan de que «el cliente siempre tiene la razón», ellos tenían un perro que vivía con ellos en sus habitaciones y que aprendió a hacer sus necesidades en el excusado.

Jacinto Jijón sufrió cuatro o cinco exilios y, a pesar de eso, donde quiera que iba hacía investigaciones y estudios. Escribía todo el tiempo y manejaba sus fábricas y sus haciendas. Su amor al estudio debe ser también el resultado de haber contado con Federico González Suárez como su preceptor, pues su padre se lo encargó a él antes de morir, cuando Jacinto era adolescente.

Estudió arqueología en Paris y Londres, aunque no se graduó y tenía una biblioteca prodigiosa. Hizo un libro de dos tomos llamado «Política Conservadora» de reflexiones sobre el Ecuador, escribió la biografía de Sebastián de Benalcázar, publicaba artículos en revistas de arqueología.

«No entiendo como podía hacer tantas cosas a la vez», comenta el Pájaro, «mientras escribía el libro, de pronto sentí que Jacinto y yo estábamos unidos por unos lazos muy fuertes y que el  personaje había terminado por cautivarme. Lo único que quiero es que esa fascinación que yo sentí por él, pueda yo contagiárselas a ustedes.»

María Rosa Jurado, fotos larepublica.ec

(F)

 

 

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