Andrés López presenta en Guayaquil «El cartero improvisado»

Andrés López, foto larepublica.ec

Guayaquil.- El jueves 4 de mayo a las seis de la tarde, la librería «Mr. Books» del Mall del Sol estaba «tomada» por los familiares y amigos de Andrés López, el periodista guayaquileño radicado en Quito, que venía a presentar su libro «El cartero improvisado», compuesto de 40 cartas dirigidas a sus hijos, Andrés y Andrea.

La presentación del mismo estuvo a cargo de María Isabel Manrique, y, posteriormente, intervinieron los periodistas Tania Tinoco y Carlos Vera.

«Este libro es un libro que responde a motivaciones absolutamente personales, eso es importante que la gente lo sepa», dijo María Isabel, quien es hermana de Andrés, «pero creo que nos ayuda también a los padres, porque nos hace en parte la tarea con cosas que nosotros quisiéramos decirles también a nuestros hijos».

Tania Tinoco pidió una plegaria por el alma del periodista recientemente fallecido Paul Martillo y manifestó que por respeto a los presentes, ella debía explicar porqué tenía el privilegio de intervenir en la presentación del libro de Andrés, «siendo como soy una lectora, ni siquiera empedernida y menos con conocimientos especiales de literatura, de prosa, de versos», y la razón es dijo: «ser,  simplemente amiga del autor desde los 17 años».

«López Espinosa Andrés Eduardo, como yo le digo, él me dice Tinoco», continuó Tania, «tenía entonces la misma y honda sensibilidad que hoy evidencia en «El cartero improvisado», a la que añadió, de forma magistral, la sabiduría que provee el tiempo y el bouquet que dejan los retos que le tocó enfrentar. Cuando Andrés me habló del libro un par de meses atrás, me dijo a secas que eran cartas que escribió para sus hijos, recomendándome que las leyera de a poco y que no dijera nada por el momento, jamás me advirtió, porque seguramente su sencillez no se lo permite, que lo suyo, «El cartero improvisado» era una suerte de guía para cualquier padre que aprende a serlo sin ninguna otra herramienta que no quepa en la palabra amor», continuó Tania.

Tinoco mencionó algunos de los consejos que el autor da a sus hijos: «ganas la confianza de tus padres si actúas con transparencia, así los padres bajamos la guardia, siempre es mejor la sinceridad, además nos quitas un peso de encima, no tenemos que andar fungiendo de policías»,  o «ningún obstáculo en la vida es más importante que la voluntad, pero recuerda que la voluntad no se manifiesta por invocación instantánea ni se materializa de un día para otro, es como ser necio pero en positivo».

«Reconoce el amargo sabor de la tradición ‘un trago inevitable en la vida de todos’. Y se pregunta: «¿Es posible perdonar? Y la respuesta no es ni un sí, ni un no, talvez un consejo, ‘que parte de no devolver la traición con decisiones que se toman con la cabeza caliente’, y dice que si quieres eliminar para siempre el sufrimiento que causa la traición, la mejor opción está en tus manos, «es un proceso difícil, pero gratificante, el método no es nuevo, es más, apareció junto a la humanidad y se llama perdón» (pag. 68).

«Vuelve el padre consejero y dice: ‘En el amor sé transparente, auténtico, no caradura, y recuerda la pareja no es tu propiedad, una tara es pretender cambiar al otro’, y aquí un reconocimiento sabio: ‘el novio el esposo, no es un adivino y en el amor nada está escrito'».

«Andrés toca un punto neurálgico de nuestra sociedad: el alcohol, ‘droga omnipresente’ como el autor la llama, «aparece en el nacimiento y en la muerte, en la fiesta de chicos y de adultos, en grandes acontecimientos y en reuniones improvisadas, en ritos religiosos y en ceremonias protocolares, si ganas o si pierdes,  en amor y desamor, en Navidad o Año Nuevo, cualquier pretexto sirve y si no hay uno, ¡vamos, que se inventa!», pag. 181.

«El ‘Cartero improvisado’ deja espacio para hablar de la mentira y de cuán peligrosa puede ser esa bola de nieve. Insiste en el valor de la  amistad y la importancia del amor verdadero basado en la libertad y en la confianza, reiterando,  que amar no es depender. Aborda temas siempre importantes y a veces inquietantes especialmente para los jóvenes como la prostitución, la exploración de su sexualidad, el dinero y el papel de los padres».

«No me preguntes porqué», lee Tania, «pero desde pequeño siempre quise ser papá, a diferencia de mis amigos que planeaban sus profesiones en detalle, yo me visualizaba con hijos, jugando, compartiendo, enseñando. Mis hijos son maravillosos, ¿qué padre no diría lo mismo de sus hijos? ¿Que si los extraño? umm… «quizás como cada vez que respiro. Ustedes», dice refiriéndose a Andrés y a Andrea, sus hijos, «son y serán lo mejor que la vida me ha dado, por eso en cada letra de este libro va mi corazón. Aquí  estoy yo». «El cartero improvisado», un canto de amor de un padre a sus hijos», concluye Tania.

En su intervención, Carlos Vera se refirió a Andrés de este manera: «Andrés fue y seguirá siendo, por lo menos para mí un misterio, un ser reservado, desconfiado, cauto, parco, prudente, nada locuaz, medido, y a la vez cordial, curioso, franco, concreto, poco sociable, hasta huraño, como lo describió María Josefa Coronel este fin de semana. Llanero solitario, pero junto con él, o dentro de él, o tras él, hay otro Andrés, el tierno, sensible, sufrido, romántico, conquistador, audaz, soñador, que lo adivinas solo cuando compartes una noche de bohemia a su lado».

Para Carlos, «el Andrés López loco, creativo, entregado, está en las páginas de su libro. Está aquí el Andrés que me llamó a contar que se iba a vivir a Quito hace varios años siguiendo a sus hijos, porque su madre se trasladó a vivir a Quito. Ese día lo quise y lo admiré más, porque perseguía una de mis mejores metas, ser un buen padre».

«El no se rindió, producto de ese dolor y de ese amor nacen aquí páginas sencillas, sublimes, sabias, sentidas, profundas, respecto a valores y guías para sus hijos y para los nuestros, porque Andrés enseña con casos, o ejemplos, que son reflexiones, a ratos, y filosofía pura, en otros instantes, cuestiones útiles para todos quienes amamos la paz, la libertad, el progreso, la armonía, la realización personal primero, para poder plasmarla en lucha colectiva, después».

«Son capítulos descarnados y subyugantes también, a mí me impactó especialmente como anticipó Tania este: capítulo 20, ‘Fidelidad, como ideal de paz y armonía‘ y cito las palabra de Andrés: ‘No voy a pontificar, sería un caradura, cuando se cometen errores lo correcto es reconocer y aprender de ellos (…)  no pretendo venderme como puritano, porque no lo soy, justamente por eso puedo decir que la vida es más agradable, tranquila y organizada, si eres cangrejo de un solo hueco. Reconozcamos que, detrás de un romance prohibido hay sentimientos intensos, las aventuras tienen una carga extra emocional que descontrola, pero son experiencias efímeras e insanas y sus consecuencias perpetuas. Ser fiel implica una posición ética y espiritual ante la vida, misión complicada, ¡qué duda cabe!, pero la buena noticia, como cuando juega la selección, es que sí se puede».

«Al concluir la novela hay un postfacio de Cecilia Ansaldo», continúa Carlos, «donde reseña este libro mucho mejor que yo. A mí solo me resta celebrarlo, agradecerlo, recomendarlo, reelerlo, consultarlo. Un escritor de estilo coloquial, propio y ágil, también se estrena aquí, pasa de lo simple a lo complejo con enorme facilidad, utiliza bien las palabras para aclarar ideas, en lugar de grandilocuencias sin sentido.  Andres López Espinoza vive, vibra, llora y festeja aquí, en este libro, para que la vida nos sonría a nosotros más de lo que le ha sonreido a él».

En todo momento, la audiencia presente en «Mr. Books» guardó un silencio respetuoso, conmovido e hipnotizado por las lecturas y expresiones de los periodistas. Andrés, que confesó sentirse muy estresado al principio, lucía contento y sereno cuando le tocó el turno de hablar.

«Bueno, primero, quiero decir que me siento privilegiado, quiero expresar esa emoción de alegría de tener a mi hermana presentando el evento, y luego, la de compartir con amigos de toda la vida a quienes admiro y quiero por su trayectoria profesional y por sus demostraciones de afecto. Valoro muchísimo que ustedes estén aquí y las generosísimas palabras que han tenido. Lo que quiero es decirles es que No es el libro: no es un libro literario ni periodístico, yo siento que lo que hice fue escribir cosas que durante el crecimiento de los chicos siempre me inquietaron y fue una forma de expresar aquello. No es un libro con verdades absolutas, no tengo ninguna verdad, simplemente es una transmisión de información, de experiencias, no es un libro religioso y eso quiero decirlo también por algún comentario que recibí en redes, en el sentido de que decían ‘¿y qué dice la iglesia del libro?’, en principio no tiene que decir ningún comentario, aunque si lo hace está bien, y a continuación preguntaba que si el libro está inspirado en el catecismo, la respuesta es que no, no tiene nada que ver. No es un recetario, no es un libro de autoayuda, quiero dejarlo en claro y agradezco a la librería que ubique al libro entre los autores ecuatorianos y no en los libros de autoayuda, no tengo nada contra los libros de autoayuda, simplemente no me identifico, no van a encontrar ninguna lista de cinco pasos para ser feliz, o algo así.»

Agradeció a la ensayista y crítica literaria Cecilia Ansaldo por su enorme apoyo y a su editor, Marcelo Baez, por su paciencia, y dijo que: «este encuentro cobra sentido con la presencia de mi hija aquí y quiero terminar leyendo una parte del libro dirigido a mis hijos donde está lo que quiero expresar: ‘te soy franco, este no es un libro altruista ni cándido. Al contrario, nació con un propósito específico y fue escrito con un interés deliberado. Echar cuentos, amagar de reflexivo, amagar de periodista, armar una parafernalia llamada libro, es la táctica enmarañada y ampulosa que escogí para decir lo que no hace falta y que, sin embargo, es imprescindible: que eres lo más importante de mi vida...» En este momento, Andrés se para de su sillón, recorre en dos zancadas los pocos metros que lo separan de su hija Andrea, sentada en la primera fila, y la estrecha entre sus brazos, la besa y le dice: «más claro, ¡que te amo un montón!».

María Rosa Jurado

Foto: larepublica.ec

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