Abad Faciolince: Los personajes malos gustan más, los buenos no tienen gracia

Hétor Abad Faciolince en salón libro Casablanca, foto twitter

Casablanca (Marruecos), (EFE).- En el mundo de la literatura «los buenos no tienen gracia» y a la gente «le gusta más leer sobre los malos», afirma con una mezcla de ironía y resignación el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, testigo y víctima de las atrocidades cometidas en su país por narcotraficantes y bandas paramilitares.

En una charla impartida ayer en el Salón Internacional del Libro de Casablanca (SIEL) y organizada por el Instituto Cervantes, Abad Faciolince (Medellín, 1958) compartió historias acerca de su vida, su carrera literaria y su país, y lamentó la creciente popularidad de «esos narcos que se vuelven héroes, aunque sean porquería».

El escritor mencionó, por ejemplo, a «esa gente que se pone la camiseta de Pablo Escobar» tras haber visto cómo se le retrata en series o películas, sin ser conscientes de que fue «un bárbaro».

No es este, según el autor, un tema nuevo e indicó que en los años 90 ya existía en Colombia un subgénero literario que él denomina «sicaresca antioqueña», en el que los sicarios son descritos como «muchachos a los que había que entender muy bien porque (la vida) los había tratado muy mal».

Paradójicamente, Abad Faciolince también ha tratado en su obra el sangriento pasado de Colombia, pero en una clave completamente distinta, que viene a cubrir la falta de libros «sobre la gente que recibe las balas».

‘El olvido que seremos’ (2005), la novela que le dio renombre internacional, es un relato autobiográfico construido alrededor de la relación del escritor con su padre, Héctor Abad Gómez, un médico y activista pro derechos humanos que fue asesinado por un grupo paramilitar en 1987.

«No lo escribí como catarsis, no lo escribí para liberarme de nada», aseguró Abad Faciolince, que citó el «miedo de que (mi padre) se me olvidara» y el deseo de contar a sus hijos «la vida de su abuelo» como las razones que motivaron la gestación del libro.

Hoy, el escritor no siente «odio ni rencor» hacia los asesinos de su padre (que nunca fueron identificados ni condenados), y asevera: «Si uno convierte la ofensa en el centro de la vida, se jode la vida».

Todo ello pese a que él mismo tuvo que exiliarse en aquel fatídico 1987, al estar también amenazado de muerte. Recaló en Madrid y luego en Italia, donde consiguió un puesto de profesor de castellano; no sin dificultades, ya que para los italianos su dialecto colombiano «era un español subdesarrollado».

Según Abad Faciolince, en la Colombia de 2017 «ocurren las mismas cosas» que hace veinte o treinta años, pero ocurren en menor cantidad y eso ya supone una mejora respecto a la situación anterior.

«Quedo como un bobo, como un optimista, como un tibio, pero así me enseñaron a pensar, con promedios», apuntó.

También se mostró muy crítico con las redes sociales, que «pueden hacer mucho daño» y que consideró responsables tanto del triunfo del ‘no’ en el referéndum al acuerdo de paz del Gobierno colombiano con las FARC como del Brexit y la elección de Donald Trump.

Él mismo ha sufrido las consecuencias negativas de la realidad virtual: confesó que, recientemente, perdió un avión por ponerse «a pelear en Twitter con un político colombiano», episodio que le llevó a cerrar su cuenta.

Aunque ‘El olvido que seremos’ monopolizó buena parte de la charla, quedó tiempo para que Abad Faciolince hablara de su última novela, ‘La Oculta’ (2014), que trata «el apego a una tierra, el apego a una casa» desde la perspectiva de tres hermanos y una finca que ha pertenecido a su familia desde generaciones atrás.

«Las novelas de la tierra (…) son conservadoras», asumió el autor y dijo con ironía que por eso hizo que uno de los protagonistas, Antonio, fuera un homosexual, «para que los conservadores no pudieran apropiarse» de ese relato.

«Los temas de la familia pueden ser de derechas, pero son importantes», concluyó. EFE

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