Larraín incendia la Mostra de Venecia a ritmo de reguetón

Chilean filmmaker Pablo Larrain (R) and Mexican actor Gael Garcia Bernal (L) pose at a photocall for 'Ema' during the 76th annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 31 August 2019. The movie is presented in the official competition 'Venezia 76' at the festival running from 28 August to 07 September. (Cine, Italia, Niza, Venecia) EFE/EPA/ETTORE FERRARI

Venecia (Italia).- La inquietud por retratar a la nueva generación de jóvenes chilenos y el tema de las adopciones fallidas están en el origen de «Ema», la nueva película de Pablo Larraín, que hoy compite por el León de Oro en la 76ª Mostra de Venecia.

«La adopción me parece uno de los actos más generosos que puede hacer un ser vivo», dijo en rueda de prensa el director tras recordar que en Chile, entre 2010 y 2015, 54 adopciones resultaron fallidas, diez al año. «No es otra galaxia, es real, es un trauma que queríamos analizar», precisó.

Protagonizada por Mariana di Girolamo y Gael García Bernal, «Ema» recurre a una narrativa fragmentada, un ritmo hipnótico y una elevada apuesta estética para contar la odisea de liberación de una mujer traumatizada por una adopción frustrada.

A través de esa historia se entremezclan reflexiones sobre el arte, el deseo, las nuevas familias y, especialmente, sobre la manera de ver la vida de una nueva generación de jóvenes, a ritmo de reguetón.

Larraín, de 42 años, confesó que no le gustaba nada ese tipo de música y que fue Nicolas Jaar, autor de la banda sonora, quien le convenció mostrándole la lista de las diez canciones más escuchadas en Chile y en toda Latinoamérica: todas de reguetón. «He acabado disfrutándolo», admitió.

La actriz Mariana di Girolamo, nacida en 1990 en una familia de artistas, explicó que para Ema, como para ella misma y para muchas personas de su edad, el baile es una liberación.

«Es un ritmo sinuoso, sensual, contagioso, no me gusta escucharlo pero me gusta mucho bailarlo, es ritmo atávico que te lleva a lo primitivo y Ema lo usa también para seducir», dijo.

Con un estilo siempre directo y a veces áspero, Larraín retrata la realidad de su país en películas como «Post mortem» (2010), que transcurre en los últimos días de Salvador Allende; «Tony Manero» (2008), durante el golpe de Augusto Pinochet, o «No» (2012), por la que obtuvo una nominación al Óscar.

Pero esta es la primera vez en que habla de una generación que no es la suya. «He aprendido mucho, me ha sorprendido ver que tienen códigos específicos, entienden el mundo de otra manera», afirmó.

En concreto mencionó su respeto a los otros, su conciencia con el cambio climático o su menor afán consumista, además de la importancia que para ellos tiene la amistad y el grupo.

En la película, Gael García Bernal -en su tercera colaboración con Larraín después de «No» y «Neruda»- es Gastón, la pareja de Ema. Ambos forman parte de un grupo de danza experimental cuya relación se trastoca a raíz de su decisión de abandonar al niño que han adoptado.

La cámara se recrea en las escenas de baile, las coreografías y en la sensualidad de unos cuerpos libres que tienen un modo muy abierto de entender la sexualidad. La narrativa fragmentada puede desorientar al espectador, pero finalmente todas las piezas encajan.

Durante el rodaje, los actores solo conocían las escenas que iban a filmar cada día. «Cuando un actor lo sabe todo, su comportamiento es diferente, ellos no sabían lo que iba a ocurrir después, pero es que así es la vida, impredecible», justificó el director.

«Ema» encabeza la delegación chilena que acude a esta Mostra y de la que también forman parte «Blanco en blanco», del director Théo Court (nacido en España), que compite en Horizontes; y «El Príncipe», ópera prima de Sebastián Muñoz, en la Semana de la Crítica. EFE

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