Bernard James, de combatir en la guerra de Irak a jugar en la NBA

Bernard James se ha convertido en el último héroe americano. A sus 27 años, este pivot de 2,08 metros de altura jugará su primera temporada en la NBA, concretamente en los Dallas Mavericks. Su caso, más allá de su elevada edad para ser un ‘rookie’, no tendría excesiva relevancia si no fuera por su pasado. Enrolado en el Ejército norteamericano, comenzó a jugar al baloncesto en un centro de prisionerosy, una década después, mostrará sus habilidades en la mejor liga del mundo.

Criado en una familia humilde, James decidió a los 16 años dejar los estudios para convertirse en un soldado americano. En 2005, fue llamado para acudir a la Guerra de Irak, donde fue destinado en un campo de internamiento que contaba con más de 20.000 prisioneros. Hasta ese momento, a pesar de su enorme envergadura, nunca había pensado en la posibilidad de jugar al baloncesto, pero una orden de un superior para formar parte de un partidillo puso la primera piedra de su carrera deportiva.

Durante seis años, James se desplazó con su unidad por Oriente Medio, pasando por Qatar, Kuwait e Irak. Pero no sería hasta éste último país cuando descubriría sus capacidades. ‘Obligado’ a jugar a un deporte por el que nunca se había interesado, pronto comenzó a demostrar que tenía cualidades para poder jugarlo más que decentemente. En el propio Ejército, demostró tener una habilidad innata para encestar, una situación que, unida a su altura, le hacían destacar del resto.

La calidad del jugador era indiscutible, y sumada a su gran disciplina, pronto le convirtieron en un jugador a tener en cuenta. Tanto que, una vez terminado su desplazamiento a Irak, el jugador consiguió una beca para formar parte de una escuela de enseñanza superior. Su nivel mejoró considerablemente con la aportación y las correcciones de sus entrenadores, que le permitieron llegar a la universidad estatal de Florida, donde ha dado muestras de tener nivel NBA.

Una de las grandes anécdotas durante su época universitaria se dio nada más aterrizar en Florida. Después de varias peticiones sin éxito de su técnico, Leonard Hamilton, para corregir determinados movimientos, el entrenador estalló ante la aparente falta de atención de su pupilo. Ni corto ni perezoso, James respondió con tranquilidad: «Míster, me va a hacer falta que me grite mucho más fuerte, porque así es como he aprendido a obedecer en el Ejército».

Su buen hacer le ha permitido llegar a los Dallas Mavericks, con los que jugará la próxima temporada en la NBA. No es demasiado habitual que un jugador norteamericano de 27 años debute en la gran competición, pero James promete que no será testimonial: «Mi llegada a la NBA es sólo el principio de lo que soy capaz de hacer». El que fuera soldado estadounidense en la Guerra de Irak promete guerra para rato.

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