Nadal, lejos de su mejor estado de forma, tuvo que neutralizar el potente saque de su rival -8 puntos de servicio directo-, que jugó con gran intensidad y agresividad a lo largo de todo el choque, si bien el mallorquín, algo lento en algunas fases, terminó por imponer su calidad con golpes decisivos.
Que Gulbis iba a ser un rival duro se vio desde el comienzo, con un juego en blanco para el número 67 del mundo a las primeras de cambio. La igualdad se mantuvo en el primer set hasta que el letón aprovechó la primera rotura de saque que tuvo a través de un error no forzado de su contrincante, que envió una bola larga desde el fondo de la pista.
Nadal respondió con garra y se apuntó una rotura de saque al comenzar la segunda manga que provocaba la rabia y aspavientos de su rival. Gulbis igualó la situación (2-2) gracias a un flojo golpe sobre la red del manacorense, pero éste volvió a ponerse por delante al aprovechar tres bolas de ‘break’ y colocarse con 4-3. Ahí ya no perdió la iniciativa y niveló la contienda.
En la fase decisiva, Gulbis decidía subir cada vez más a la red y ponía en dificultades a Nadal con bolas cruzadas. El español acusaba cierta falta de confianza en sus golpes, pero cuando peor pintaban las cosas sacó la magia de su chistera y mostró el corazón del campeón.