La gran familia de Ecuador

Viamao (Porto Alegre), 11 jun (EFE).– Ermen Benítez es el padre de Chucho Benítez, estrella de Ecuador fallecido el año pasado de forma trágica. Un cristal le separa de los excompañeros de su hijo, que se dejan la piel en las máquinas de un gimnasio transparente. No pierde detalle. Junto a otros familiares, mira extasiado a unos jugadores que tienen a su lado la mejor compañía posible.

Chucho no está, pero su alma permanece. Su padre es la máxima representación de la gran familia que forma Ecuador, reunida en torno a la ilusión que representa para todo el país el Mundial de Brasil 2014. Esposas, hijos, padres y madres arropan a un grupo que se encuentra como en casa en Viamao, cerca de Porto Alegre, donde se aloja el combinado sudamericano.

En el complejo de Vila Ventura se respira un aire diferente al de algunas selecciones. Se habla mucho de fútbol, como en todas las concentraciones. Pero no corretean niños por los alrededores del campo de entrenamiento. No hay esposas comentando la situación de sus maridos en la grada. Eso es lo que ocurre alrededor de los hombres de Reinaldo Rueda.

Y es que Ecuador es diferente. Así lo han querido. La cercanía familiar no despista. Todo lo contrario. Hasta los que no pueden jugar el Mundial, están presentes de alguna manera porque han sido importantes a lo largo de los partidos de clasificación. Chucho Benítez desapareció, pero no su padre.

Tampoco podrá participar en la cita Segundo Castillo, lesionado en un amistoso previo al campeonato. Se quedará sin jugar, pero compartirá el torneo junto al resto del equipo, como uno más.

Sus compañeros pidieron a la Federación que formara parte de la expedición y no hubo problemas. Castillo se entrena al lado de todos, recuperándose de un esguince en la rodilla derecha. No disputará ningún partido, pero es el jugador número 24. Y para que no se olvide el 25, en su cabeza lleva un corte de pelo que resalta el nombre de Chucho en otro gesto de compañerismo.

Pero por ese cristal que separa el gimnasio del campo de fútbol de entrenamiento también miran niños. Una pequeña guardería se agolpa observando a sus padres. No se separan de la fina línea transparente que les separa de ellos, con las manos pegadas y con gesto embobado. Mientras hacen uso de las máquinas, los jugadores de Ecuador ven a sus hijos.

Fútbol y familia es una combinación que puede ser ganadora. No se añora nada en Vila Ventura. Todo lo necesario está allí. El balón, el césped, los seres queridos y un cuerpo técnico entregado a la causa.

«Esto es una familia. Todos juntos», resalta el entrenador, Reinaldo Rueda, que espera brindar un buen Mundial a un país que ha participado en dos mundiales (Corea y Japón 2002 y Alemania 2006).

Lo intentarán por Chucho, el referente moral de todos y de quien su padre se enorgullece del ambiente que le rodea. «El número que deja mi hijo, el once, lo ha cogido Felipe Caicedo. Es un orgullo que un compañero como él lo tenga», asegura rodeado de cámaras.

Toda la expedición de familiares se aloja en Gravataí, a veinte escasos kilómetros de los futbolistas. Todos juntos representan a una selección. Ocupan casi toda la grada del campo de entrenamiento. Componen una foto curiosa que no deja de ser una simple imagen de familia. La gran familia de Ecuador.

Familiares de los seleccionados observan la practica de la Tri en Vila Ventura.
Familiares de los seleccionados observan la practica de la Tri en Vila Ventura.

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Fotos: Tomadas de la cuenta de Twitter de Pedro Muñoz, coordinador de la selección ecuatoriana de fútbol (@Pedropotro)

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