IAAF supo hace tiempo de los dopajes en Rusia

En esta foto de archivo del 13 de agosto de 2009, el secretario general de la federaciÛn internacional de atletismo, Pierre Weiss, participa en una conferencia de prensa en BelrÌn.(AP Photo/Michael Sohn, File)

PARIS (AP) — Seis años antes de suspender a Rusia, la federación internacional de atletismo sabía que en ese país había un dopaje tan fuera de control que temió que algunos atletas pudiesen morir por el uso desenfrenado de sustancias prohibidas y consideró la posibilidad de colaborar con las autoridades rusas para ocultar el alcance del programa antes de los Juegos Olímpicos del 2012, según documentos internos obtenidos por la Associated Press.

Cuando finalmente salió a la luz el dopaje generalizado auspiciado por el estado el año pasado, los líderes de la federación, conocida por sus siglas en inglés, IAAF, se mostraron sorprendidos. «Esto ha sido un llamado de atención vergonzoso», declaró Sebastian Coe, el nuevo presidente del organismo rector del deporte.

Sin embargo, en el 2009, cuando se implementó un sofisticado programa de análisis de la sangre, los controles de la IAAF ya revelaban la magnitud del escándalo en Rusia, de acuerdo con correos electrónicos, cartas e informes de los últimos seis años que la AP recibió de una persona íntimamente ligada al programa antidopaje de la IAAF. Esa persona pidió permanecer anónima porque no estaba autorizada a difundir los documentos.

Por entonces, los resultados de los controles no bastaban para sancionar a los atletas, pero ofrecieron una temprana alerta de la crisis que se avecinaba y generaron interrogantes acerca de por qué el organismo encargado de velar por el deporte esperó seis años para suspender a los rusos, que podrían quedarse afuera de los Juegos Olímpicos de agosto en Río de Janeiro si no se toman medidas correctivas pronto.

«Estos atletas no solo le hacen trampa a sus rivales, sino que están poniendo en peligro su salud y sus propias vidas», escribió Pierre Weiss el 14 de octubre del 2009, cuando era secretario general de la IAAF, en una carta entregada en mano a Velentin Balakhnichev, presidente de la federación rusa de atletismo suspendido de por vida la semana pasada. Los atletas rusos registraron «algunos de los niveles (de sustancias dopantes) más altos jamás vistos desde que la IAAF empezó sus controles».

Los análisis hechos en el campeonato mundial del 2009, en el que Rusia ganó 13 medallas, «hacen pensar que hay un abuso sistemático del dopaje sanguíneo o mediante productos relacionados con la EPO», expresó Weiss.

EPO fue una de las sustancias dopantes preferidas del ciclista Lance Armstrong. Esa hormona inyectable y las transfusiones de sangre, ambas prohibidas en el deporte, son usadas por muchos atletas para mejorar sus niveles de glóbulos rojos, portadores de oxígeno, lo que ayuda a mejorar artificialmente el desempeño. El abuso de estos métodos puede hacer que la sangre se torne tan espesa que puede provocar coágulos, derrames y paros cardíacos.

Los documentos revelan el dilema que planteó el dopaje ruso a la IAAF, que trató de presionar a las autoridades rusas para que tomasen medidas y apeló a los últimos avances científicos para pillar a los tramposos. Ofrecen detallada información sobre los momentos clave de la crisis, que motivó denuncias de que las autoridades rusas y de la propia IAAF aceptaron sobornos de los atletas para ocultar el dopaje y poder seguir compitiendo.

Otros hallazgos importantes:

—Documentos internos de la IAAF previos a los Juegos del 2012 indican que se planteó ocultar las sanciones de atletas rusos poco conocidos. Una nota de abril del 2012 dice que no se podía proceder de la misma manera con los mejores atletas rusos porque ello les permitiría conservar los «11 títulos mundiales y numerosos títulos europeos conseguidos con la ayuda del dopaje». Agrega que «es imposible marginar ‘discretamente’ de la competencia por dos años a atletas que han sido varias veces campeones mundiales y/u olímpicos. Su ausencia de las grandes competencias inevitablemente generará interrogantes e investigaciones de expertos y de la prensa».

—Una nota del 28 de septiembre del 2012 dirigida al presidente de entonces de la IAAF Lamine Diack calculó que el 42% de los atletas de elite rusos se dopaban. También expresaba «particular alarma» por los dopajes en Turquía, España, Marruecos y Ucrania.

—Después del mundial del 2009 en Berlín, Weiss le dijo a Balakhnichev que siete rusos, incluidos dos ganadores de medallas de oro, hubieran sido marginados de la justa si la IAAF hubiese tenido las mismas reglas vigentes en otros deportes, que permiten dejar afuera de una competencia a alguien que tiene niveles anormales en la sangre.

—Antes del mundial del 2009, Weiss advirtió a Balakhnichev que los atletas estaban esquivando los controles diciendo que servían en el ejército ruso y no podían revelar dónde se encontraban. «Estas dificultades impiden que la IAAF realice suficientes controles a los atletas rusos de elite, comparado con los de otras naciones grandes», afirmó Weiss.

La IAAF confirmó a la AP que las cartas eran genuinas. Su portavoz Chris Turner dijo que constituían una «advertencia clara, abierta» a Rusia e insistió en que la IAAF se había manejado «con firmeza» en sus tratos con los rusos.

Hacia el 2011, dos años después de implementado, el nuevo «pasaporte sanguíneo» de la IAAF emitía tantas señales de alarma sobre los atletas rusos que las autoridades analizaron la idea de violar sus propias reglas y las de la Agencia Mundial Antidopaje y lidiar en privado con algunos casos, según los documentos.

Los documentos revelan que se plantearon soluciones a dos puntas: aplicar las sanciones contempladas en los reglamentos a los atletas rusos más conocidos, que podían ganar medallas en los Juegos de Londres, y un manejo «discreto y rápido» de los casos de los atletas menos conocidos, cuya ausencia de la competencia sin explicaciones pasaría inadvertida.

Si un atleta aceptaba esa solución, la IAAF «no publicitaría la sanción», la cual sería acortada de cuatro a dos año, de acuerdo con una nota del 5 de diciembre del 2011.

«Estas medidas abarcan a atletas sin títulos ni resultados importantes. Su retiro de las competencias no llamará necesariamente la atención», dice otra nota del 10 de abril del 2012 enviada a Diack, con el sello «ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL».

La IAAF asegura que esas propuestas no se llevaron a la práctica y Balakhnichev declaró a la AP que jamás le hicieron esos planteos.

«No hubo suspensiones secretas. Al menos yo no me enteré ni escuché nada sobre sanción alguna», aseguró Balakhnichev.

Turner dijo que la nota de diciembre del 2011 fue enviada por el director de entonces del programa antidopaje de la IAAF, Gabriel Dolle, a Habib Cisse, asesor legal de Diack. La nota posterior del 2012 iba dirigida de Dolle a Diack, de acuerdo con Turner.

El vocero de la IAAF dijo que un colega de Dolle en la oficina antidopaje objetó la propuesta de no revelar las sanciones y que Dolle le aseguró que las sanciones serían hechas públicas, «lo que así fue».

«Todos los atletas fueron investigados y fueron sancionados o están siendo sometidos a un proceso legal» que desembocaría en sanciones, expresó Turner.

«Había que fijar prioridades y, sobre todo, acelerar los casos que involucraban a potenciales ganadores de medallas en los Juegos Olímpicos de Londres del 2012. No se ocultó ningún caso», insistió el portavoz. «La IAAF simplemente fue abordando los casos por orden de importancia».

La comisión de ética de la IAAF suspendió la semana pasada a Dolle por cinco años por lo que describió como «su inexcusable falta de atención y diligencia» en el caso de Liliya Shobukhova, maratonista rusa que destapó la olla y denunció chantajes, sobornos y encubrimiento del dopaje a cargo de Balakhnichev y otros.

La IAAF enfrenta nuevos cuestionamientos esta semana, ya que el jueves se difundirán más resultados de una investigación de la Agencia Mundial Antidopaje encabezada por el exdirigente olímpico Dick Pound.

Pound declaró a la AP que los documentos que revelan que los dirigentes de la IAAF contemplaron la posibilidad de no dar a conocer las sanciones por dopaje resultan sorpresivos y «no respetan exactamente nuestras reglas».

«Está claro que hubo acuerdos», manifestó en una entrevista telefónica. «No parecía haber voluntad política alguna de emprenderla contra Rusia».

Weiss, secretario general de la IAAF del 2006 al 2011, dijo que el organismo no hubiera podido suspender a Rusia antes del año pasado, en que la comisión de Pound llegó a la conclusión en noviembre de que el gobierno del presidente Vladimir Putin era cómplice en una «cultura de trampas muy arraigada» en el deporte ruso, que es «generalizada y de vieja data».

«Siempre tuvimos problemas con los rusos», expresó Weiss en una entrevista telefónica con la AP. «(Pero) no teníamos pruebas de que la federación (rusa de atletismo) estaba a favor del dopaje».

«La AMA encontró más cosas de lo que nosotros habríamos podido encontrar», añadió. «Las sospechas no bastan para suspender a la gente».

De todos modos, los documentos revelan que la IAAF estaba lidiando calladamente con los rusos desde mucho antes del 13 de noviembre pasado, en que todo salió a la luz cuando su Consejo aprobó por 22 votos a favor y uno en contra suspender a los atletas rusos. Para ser readmitida, Rusia tiene que convencer a la IAAF de que está tomando medidas para resolver el problema.

Los documentos no revelan actividades delictivas. Pero Diack ha sido acusado de corrupción y de lavado de dinero en Francia, donde se le imputa haber aceptado más de 1 millón de euros (1,1 millones de dólares) como parte de un plan para chantajear a atletas y ocultar sus dopajes. Las autoridades francesas investigan también a Cisse y a Dolle bajo sospecha de corrupción.

La semana pasada la comisión de ética de la IAAF suspendió de por vida a Papa Massata Diack, hijo del ex presidente de la federación, por su papel en el chantaje a Shobukhova. También suspendió de por vida a Balakhnichev y a Alexei Melnikov, ex director de los programas de marcha y carreras de fondo en Rusia. (D).

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