Los recortes por la crisis económica actúan en las tablas de la Ópera de Roma

Roma, 3 ago (EFE).- El histórico Teatro de la Ópera de Roma vive una delicada situación después de que la huelga de trabajadores en protesta por el plan de saneamiento de la dirección obligara a la institución a representar la ópera «La Bohème» solo con un piano.

El teatro inaugurado en 1880 atraviesa un momento difícil según cuentan los protagonistas del conflicto, justo cuando se encuentra desarrollando su programa estival de ópera en las Termas de Caracalla.

Desde su construcción en 1879, el Teatro de la Ópera de Roma ha sido uno de los puntos de referencia para el mundo de la lírica italiana y también a nivel internacional.

En su escenario han cantado algunos de los grandes, como Maria Callas, Renata Tebaldi, Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Plácido Domingo o Luciano Pavarotti.

Los sindicatos y la dirección han mantenido recientemente un enfrentamiento por la aprobación de un plan de saneamiento de las cuentas de la institución, que cerró en 2013 con un déficit de 12,9 millones de euros (17,3 millones de dólares) y que acumula una deuda de 33 millones de euros (44,3 millones de dólares).

«Hay que disminuir la deuda y tememos que se haga tocando muchos puestos de trabajo», aseguró a Efe el secretario del sindicato Cgil en Roma y la provincia de Lazio, Alberto Manzini.

Una opinión compartida por la corista y sindicalista Lorella Pieralli, quien dijo a Efe que el teatro tiene dos opciones: «O recorta salarios o recorta personal».

Todo comenzó el pasado 8 de julio cuando el superintendente del Teatro de la Ópera desde diciembre, Carlos Fuortes, aprobó un proyecto de recuperación con el apoyo de dos de los cuatro sindicatos del teatro, Cisl e Uil.

Los otros dos sindicatos que no firmaron son Cgil y Fials, los que han llamado a sus afiliados a ponerse en huelga.

El plan era necesario porque, según establece la Ley 112, las instituciones endeudadas deben presentar «un plan de recuperación que garantice el equilibrio estructural del presupuesto para los tres años siguientes» o se procederá a su liquidación, y deben hacerlo con el «apoyo de los sindicatos de mayor representación».

Siguiendo esta máxima, Fuortes elaboró un documento con el voto favorable de estos dos sindicatos que representan al 66% de los trabajadores del teatro.

Pero los otros dos sindicatos aseguran que desconocen el contenido del proyecto y que Fuortes no les ha comentado en qué términos se ha firmado el acuerdo.

«Actualmente la gestión del teatro es autoritaria y no hay diálogo con los sindicatos», comentó Pirelli, al tiempo que subrayó que «los trabajadores han pedido a Fuortes que se siente a debatir el programa y no lo ha hecho».

Por ello, algunos empleados optaron por la huelga y por no acudir a la representación de «La Bohème», de Giacomo Puccini, el pasado 14 de julio.

«Debemos respetar el derecho a huelga, por lo que sustituiremos a la orquesta por un piano. Quien quiera puede abandonar la sala y se le reembolsará el coste del billete», anunció entonces Fuortes, minutos antes de que comenzara el espectáculo.

Fuortes, que rehusó dar su versión a Efe, dijo a los medios italianos que «las decisiones de una minoría» condicionaban «un futuro incierto para cientos de trabajadores».

La protesta continuó durante los días posteriores y las Termas de Caracalla ofrecieron el 18 de julio la representación de la obra de Puccini de forma gratuita.

La situación llegó a tal extremo que el alcalde de Roma, Ignazio Marino, anunció que la única alternativa era la liquidación del teatro.

Sin embargo, esta posibilidad quedó descartada cuando el 28 de julio el sindicato Cgil firmó un acuerdo por el que ponía fin a las protestas hasta el final de la temporada de verano, que concluye el 9 de agosto.

«Hemos firmado porque no queremos que el teatro cierre, pero seguimos pidiendo poder negociar, sentarnos a debatir», aseguró Manzini.

Fials, por su parte, no firmó aunque se comprometió a respetar el acuerdo.

Fuortes ha prometido a ambos sindicatos que el nuevo plan no comporta despidos ni bajadas de sueldo, aunque no termina de convencer a quienes han visto cómo la plantilla se ha reducido de los 631 trabajadores a los 460 en los últimos meses.

«Queremos mantener este histórico teatro al nivel de calidad que tienen otros teatros europeos y no es posible con 400 trabajadores», sostuvo Manzini.

La polémica continuará previsiblemente hasta el próximo 30 de septiembre cuando se presente el plan económico.

Antes, los sindicatos y el Consejo de Administración han acordado reunirse, aunque no hay fecha prevista. EFE

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