Siria muta en cuatro años de guerra a «una economía de la violencia»

Beirut, 15 mar (EFE).- Siria ha mutado en cuatro años de conflicto, del que hoy se cumplen cuatro años, a una «economía de la violencia», donde los recursos están al servicio de una contienda que ha destruido buena parte del tejido productivo.

«Se calcula que las pérdidas ascienden a un total de 202.600 millones de dólares. Para recuperarnos, necesitaremos por lo menos 20 años», afirma el vicepresidente del Foro Económico Sirio, Tamam Barudi.

Los expertos consultados por Efe coinciden en que más importante que la destrucción originada por la guerra es la pérdida del capital humano: «Hay niños que no van desde hace 4 años al colegio ¿Cómo se arregla eso?», lamenta Barudi.

A lo largo del territorio sirio existen grandes disparidades, ya que hay zonas controladas por el Gobierno, mientras que otras lo están por diversos grupos, entre ellos el yihadista Estado Islámico (EI).

Según un informe de septiembre de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia Oriental, el PIB sirio se redujo de 60.000 millones de dólares en 2010 a 33.000 millones en 2013.

Y el Centro Sirio para la Investigación Política (CSIP) apunta que en 2014 hubo una contracción del PIB del 9,9 % en comparación con 2013.

Este descenso ha ido acompañado de un aumento de la inflación que alcanzó su pico entre 2012 y 2013 con un porcentaje del 89,62 %, en paralelo a una fuerte depreciación de la libra siria.

El experto del CSIP Rabie Nasr explica que antes «los ingresos provenían de la agricultura, la industria y el turismo, aunque había bastante economía informal por la ausencia del ambiente adecuado para los negocios».

El sector público suponía en 2000 el 35 % del PIB, con una fuerte presencia de la minería y servicios como la educación y la sanidad.

A partir de 2011, la desaparición de empresas y la dificultad para recaudar impuestos han hecho que las finanzas estatales se hayan desplomado, lo que no ha impedido que las autoridades anunciaran para 2015 los mayores presupuestos generales de su historia, con 1.554 billones de libras sirias (9.101 millones de dólares).

Pero, según advierte Barudi, «son los mayores si se calculan en libras sirias, si se hace en dólares es menos de la mitad de los presupuestos de 2011».

El Gobierno, que sigue pagando los sueldos de 1,5 millones de funcionarios y se financia con líneas de crédito y préstamos de sus aliados, Irán y Rusia, no ha revelado cuánto destina a la maquinaria de guerra.

En las áreas fuera de su control, algunos grupos recaudan sus propios impuestos, además de obtener ingresos de patrocinadores como Arabia Saudí y Catar.

«En esos lugares, hay algo de agricultura y comercio interno, pero nada de industria», señala Nasr, que agrega que sí que quedan algunas pymes en las zonas en manos de las autoridades.

No obstante, el director de la Asociación Económica Libanesa, Munir Rached, indica que el sector de los transportes ha sufrido una destrucción «masiva», que ha sido nociva para la industria.

«El Gobierno ha perdido el control de parte de la frontera con Turquía e Irak, lo que ha dañado las exportaciones, y muchos inversores sirios se han marchado», reflexiona.

A ello se añaden las sanciones, especialmente, las impuestas por la Unión Europea y los Estado Árabes, que han perjudicado las ventas en el extranjero.

Entretanto, el EI hace negocios en sus dominios: «La economía en Al Raqa (bastión de los radicales) es buena porque venden de todo a Al Musel, en Irak, especialmente, aceitunas», asegura Barudi.

Siria posee crudo y gas, aunque nunca han tenido un gran peso en su economía: Antes de la guerra producía 380.000 barriles de petróleo al día, de los que 220.000 eran para consumo interno y el resto para exportación, mientras que ahora la producción ha bajado a 30.000 diarios, dice Nasr.

Los principales pozos están en zonas fuera del control de las autoridades y en ellos el petróleo se extrae y refina con «técnicas primitivas», o bien han sido destruidos por los bombardeos al ubicarse en regiones en poder del EI.

«Lo relevante son las importaciones de derivados, que el Gobierno consigue de Irán», subraya Nasr, que destaca que la deuda pública equivale al 147 % del PIB de 2014.

Pese a esta abultada deuda, la principal amenaza es la colocación de todos los recursos al servicio de la guerra.

«La única solución sería política con la implicación de todos para cambiar las instituciones y reconstruir la economía», opina Nasr. EFE

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