BRUSELAS, Bélgica (AP) — Los acreedores internacionales enviaron al premier griego Alexis Tsipras un mensaje muy claro luego de una cumbre el jueves: reduce tus exigencias para recibir un rescate antes de la próxima semana o encara la ruina financiera.
El Fondo Monetario Internacional tomó la postura más rígida, señalando que retiraría a sus negociadores debido a que no ha habido un compromiso para arreglar las diferencias.
«No ha habido progreso para acordar estas diferencias», dijo el portavoz del FMI, Gerry Rice. «Existen grandes diferencias en la mayoría de las áreas clave».
Los acreedores —el FMI y países de la eurozona— quieren que Atenas prometa nuevas reformas económicas antes de entregar otro pago por 7.200 millones de euros (8.200 millones de dólares). Grecia necesita los fondos para pagar deudas de 1.600 millones de euros antes de fin de mes.
El presidente de la Unión Europea, Donald Tusk advirtió previamente que «este no es momento para seguir apostando» y que la reunión de 19 ministros de finanzas de la eurozona de la próxima semana en Luxemburgo debe ser la sesión definitiva en la que se defina el destino de Atenas.
Luego de varios días de tensas pláticas diplomáticas sobre el estado de las negociaciones, Tusk dijo que es momento de que Tsipras intente comprar más tiempo con demandas inalcanzables.
«Creo que el gobierno griego debe ser más realista», aclaró Tusk.
Dichos comentarios dispersaron el optimismo creado a inicios de la jornada, cuando la canciller alemana Angela Merkel dijo que Atenas se había comprometido a resolver el estancamiento en los próximos días.
Los mercados europeos, que habían iniciado con ganancias, perdieron la mayor parte de sus avances. El mercado griego cerró con una considerable alza del 8,1% antes de que el FMI se expresara de manera tan tajante.
Pese a las disputas, hay tanto en juego, en materia financiera y económica, que nadie piensa en retirar a Grecia de la eurozona o de la red financiera global. De no lograr un acuerdo, existen temores de que Grecia pudiera salir del euro, un movimiento que provocaría enorme incertidumbre en Europa y los mercados mundiales.
«Seguimos comprometidos», dijo Rice. «El FMI no deja la mesa».