EE.UU. presiona a Europa para evitar que Grecia quede descolgada de Occidente

(Foto AP/Petros Karadjias)

El gobierno de EE.UU. redobló durante esta semana su presión sobre los socios europeos para acelerar un acuerdo entre Grecia y sus acreedores, y poner así fin a la inquietud generada en Washington, especialmente por las posibles consecuencias geopolíticas de una salida de Atenas del euro.

Aunque la posición oficial ha sido que se trata de un problema «principalmente europeo», y que el posible impacto en el sistema financiero internacional y estadounidense es «mínimo», Washington ha elevado el tono después del referendo en el que Grecia rechazó el acuerdo propuesto por los acreedores internacionales.

Tras la amplia victoria del «no» en Grecia, la primera llamada del presidente estadounidense, Barack Obama, que según la Casa Blanca ha estado en contacto constante con sus socios europeos, fue al presidente francés, François Hollande.

En la zona euro, Francia se ha posicionado como el país más proclive a un compromiso entre las duras exigencias de austeridad de Alemania y Holanda, y la beligerante retórica del gobierno heleno de Alexis Tsipras.

De acuerdo con el comunicado de la Casa Blanca, Obama y Hollande coincidieron en que devolver a Grecia al crecimiento y la deuda sostenible dentro de la Eurozona «requerirá compromisos difíciles de todas las partes».

Al día siguiente, el martes, Washington sorprendió a todos al confirmar una conversación entre Obama y Tsipras, en la que el primer ministro heleno informó al mandatario estadounidense de «sus ideas de cara a un progreso (en las negociaciones) entre Grecia y sus acreedores», en un momento en que los miembros del Eurogrupo aún no habían recibido una propuesta definida por parte de Atenas.

Y el miércoles, el secretario del Tesoro, Jack Lew, minimizaba el riesgo de contagio financiero y la amenaza para la recuperación económica de EE.UU. como consecuencia de la crisis griega, pero dejaba claro que los problemas iban más allá de la economía.

«Hay muchos elementos desconocidos si este proceso lleva a un punto en el que Grecia se hunde completamente (…) Si eso se produjera, será un error geopolítico», afirmó Lew, habitualmente poco dado a salirse del guión establecido en sus comparecencias, en una conferencia en la Brookings Institution.

Lew se refería así a la importancia geoestratégica de Grecia como miembro de la OTAN, foco fundamental para la estabilidad de los Balcanes, vecino de Oriente Medio y puerta de entrada en la UE para millares de inmigrantes.

Pero, sobre todo, apuntaba a los coqueteos de Tsipras con Rusia, y sus insinuaciones de que podría buscar asistencia financiera en otras plazas como Moscú, adonde ha viajado en varias ocasiones, o Pekín si los socios europeos optan por dejar caer a Atenas.

Para EE.UU. este hipotético acercamiento de Grecia a Rusia, en un momento de renovadas tensiones entre Washington y Moscú por la crisis en Ucrania, es un escenario que no está dispuesto a contemplar.

Desde Moscú, paralelamente, no se ha dejado pasar la ocasión para ahondar en las grietas mostradas por los socios europeos y la creciente preocupación estadounidense ante el inacabable drama heleno.

Justo después de la victoria del «no» en la consulta popular, el Kremlin emitía una nota en la que señalaba que el presidente ruso Vladimir Putin, a iniciativa griega, había hablado con Tsipras para tratar «las condiciones de la prestación de ayuda financiera a Atenas por los acreedores internacionales, así como algunos asuntos relativos al desarrollo de la cooperación ruso-griega».

Asimismo, el ministro de Economía ruso, Alexéi Uliukáyev, aseguraba que Grecia no había pedido ayuda financiera a Rusia, pero que sí se planteaba invertir en la economía del país heleno para aliviar su situación.

Uliukáyev realizó estas declaraciones poco antes del lanzamiento oficial del Nuevo Banco de Desarrollo durante la cumbre de esta semana de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), con Rusia como anfitriona en la ciudad de Ufá, 1.200 kilómetros al oeste de Moscú.

Con la organización de dos cumbres paralelas en la misma ciudad, en la que estuvieron presentes los líderes de los BRICS y los de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), Moscú ha tratado de recuperar parte de su protagonismo internacional, después de la crisis de Ucrania y las dificultades que enfrenta su economía, sometidas a sanciones internacionales y con una nueva recesión prevista para 2015. EFE [I]

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