Polémica en Francia impulsa fabricantes de burkini israelíes

En esta imagen, tomada el 1 de septiembre de 2016, un grupo de mujeres judías israelíes, vestidas con discretos trajes de baño, conversan en una playa cerca de la ciudad portuaria de Ashdod, en Israel. La polémica generada en Francia por los burkinis impulsa el negocio de los fabricantes de trajes de baños discretos en Israel, donde estas piezas son habituales desde hace años. (AP Foto/Tsafrir Abayov)

HOD HASHARON, Israel (AP) — La polémica por el uso del burkini en Francia impulsa el negocio de los fabricantes de trajes de baño discretos en Israel.

El país, con una amplia población de mujeres conservadoras judías y musulmanas, ha cultivado una industria local de bañadores discretos, y los trajes de baño que cubren todo el cuerpo y generaron gran revuelo en Francia son habituales en las playas israelíes desde hace años.

Marci Rapp fue una de las primeras en entrar en la industria tras mudarse a Israel procedente de Toronto en 2008. Las cálidas temperaturas del clima mediterráneo eran un desafío a la hora de vestir, porque no muestra los brazos ni las piernas en línea con las normas de decoro judías.

«No tenía nada que ponerme», dijo. «No podía encontrar nada adecuado con lo que sentirme cómoda cuando iba cubierta».

Rapp abrió la empresa de trajes de baño MarSea Modest, que vende vestidos, pantalones cortos, camisetas y pañuelos para la cabeza fabricados en Tel Aviv con un tejido italiano ligero y resistente al cloro. El negocio creció al menos un 10% anual desde sus inicios, apunta, en parte por sus directas técnicas de venta — como entregar folletos a mujeres vestidas con faldas largas en la playa.

Pocas de las clientas de Rapp son musulmanas, porque necesitan ropa de baño más conservadora de la que ella ofrece. El burkini, un concepto acuñado por un diseñador australiano-libanés hace una década, cubre la cabeza, el torso y las extremidades y está elaborado con licra ligera. Los bañadores de Rapp no incluyen el pañuelo para la cabeza, como prefieren muchas musulmanas practicantes, y sus modelos no suelen cubrir muñecas y tobillos.

De todos modos, Rapp dice que la polémica del burkini atrajo interés hacia su empresa, que gestiona desde el salón de su casa en Jerusalén, e hizo crecer sus ventas unos cuantos puntos porcentuales, aunque no ofreció cifras concretas. El precio de sus trajes de baño ronda los 100 dólares.

Rapp dijo sentirse desconcertada por la decisión de varias localidades francesas de prohibir los bañadores de cuerpo entero. El veto fue revocado más tarde por el máximo tribunal galo, el Consejo de Estado y, como resultado, podría eliminarse en todo el país. Pero antes habrá que presentar demandas ante cortes locales de las aproximadamente 30 municipalidades afectadas.

«¿Qué hace una mujer en Francia que quiere cubrirse para protegerse del sol, o que quiere cubrir algunas cicatrices, o tiene algo de sobrepeso y no quiere ponerse un bikini?», preguntó. «No tiene sentido que prohíban un tipo concreto de traje de baño discreto. Para mí es muy racista».

En la última década, una docena de empresas israelíes se metieron en el negocio de la ropa de baño decorosa, según estimaciones de Itay Yaacov, periodista del cibersitio especializado en moda Xnet. Estos modelos se han convertido en tendencia global, agregó señalando que incluso mujeres laicas utilizan camisetas de manga larga combinadas con bragas de bikini. La mayoría de las firmas locales son pequeñas y abastecen al mercado local, dijo.

Pero otras tienen más alcance. Anat Yahav abrió SunWay en el norte de Tel Aviv en 1998 para fabricar prendas con protección UV para niños. Más tarde, clientes musulmanes le pidieron fabricar modelos para adultos con mangas y perneras largas y capucha, y finalmente amplió su negocio con las demandas de mujeres israelíes, que quieren pantalones y vestidos cortos y prendas con manga tres cuartos. Hoy en día, su empresa tiene tres tiendas físicas y exporta a todo el mundo desde su cibersitio, Amazon y distribuidores en Grecia, Alemania, Nueva Zelanda y Estados Unidos.

Yahav dijo que la polémica francesa aumentó sus ventas y le hizo sentirse orgullosa por la buena acogida de los trajes de baño conservadores israelíes. Se jacta de que ninguna de sus clientas fue expulsada de una piscina por estar tapada.

«Por fin nosotras somos las normales», dice con una sonrisa.

Sahab Nasser vende burkinis SunWay en su tienda de lencería en Tira, una localidad de mayoría musulmana en el centro de Israel. Vendió este tipo de bañadores durante cuatro años antes de comprarse uno para acompañar a su hija de tres años a la piscina. Sostiene que estas piezas cambiaron su vida y la de muchas mujeres musulmanas, que antes se quedaban fuera del agua mientras los hombres y niños de la familia se iban a nadar.

«El burkini ha permitido (a la mujer árabe) ir a la playa, pasar tiempo de calidad con la familia, ir a piscinas mixtas, nadar con sus familias y sentirse cómodas, sin críticas», dijo. «¿Quién dice que los bikinis son la pieza adecuada para la playa?».

(I)

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