Limones argentinos luchan contra proteccionismo de Trump

Argentina (AP) — Pareciera que los limones argentinos son demasiado ácidos para Donald Trump.

Después de una veda de 16 años, el presidente Barack Obama autorizó en diciembre que Argentina volviera al mercado estadounidense de los limones frescos. Pero el gusto le duró poco: un mes después, el gobierno entrante de Donald Trump le cerró de nuevo la puerta.

Ahora, el limón será uno de los temas primordiales que el presidente argentino Mauricio Macri pondrá en la mesa cuando Trump lo reciba el 27 de abril en Washington, en la primera reunión como jefes de Estado de dos viejos conocidos del mundo de los negocios.

Para la política exterior de Macri, un tecnócrata conservador, una de las prioridades es recomponer las relaciones con Estados Unidos, enfriadas tras 12 años de gobiernos de centro-izquierda en Argentina.

Uno de los principales productores mundiales de limones frescos, Argentina no ha podido vender el cítrico en Estados Unidos desde que en 2001 un tribunal de Fresno, California, impidió su acceso tras una demanda de productores locales que denunciaron que no cumplían con los requisitos fitosanitarios y que son portadores de plagas y enfermedades.

El fallo judicial, sin embargo, no impidió la entrada de sus derivados, como jugo y aceite de limón, éste último un ingrediente utilizado para preparar las bebidas de cola.

«Los argentinos tienen un problema», dijo a The Associated Press Joel Nelsen, presidente de la California Citrus Mutual, la asociación que representa a los productores en ese estado. «Estamos en especial preocupados por la enfermedad del punto negro (citrus black spot)», añadió sobre una plaga que provoca que la fruta se caiga antes de tiempo, reduce el rendimiento de los cultivos y mancha la cáscara.

«Somos la única fuente de cítricos para Estados Unidos. Florida está muriendo por plagas, Texas también. Y aquí estamos peleando duro», dijo.

Los productores argentinos rechazan que haya problemas sanitarios y consideran que la falta de acceso tiene que ver con posiciones políticas en Estados Unidos, donde Trump ha asumido posturas comerciales proteccionistas.

«Tienen una especial animosidad en contra de nuestro producto», consideró José Carbonell, presidente de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus) sobre los señalamientos de los productores de California. Sus objeciones, aseguró a la AP, «no resisten análisis técnicos ni comerciales».

Carbonell explicó que durante los años de veda, Estados Unidos exigió a Argentina demostrar que sus limones no tenían enfermedades. «Todo esto se fue demostrando, incluso con dictamines de terceros países, como Brasil. Se certificó que no teníamos peste», aseguró.

Argentina produce en promedio 1,5 millones de toneladas anuales, de las cuales exporta el 95%, sobre todo a la Unión Europea.

Del total que se exporta, el 70 por ciento es fruta fresca y el resto industrializado, como jugo de limón, del cual Estados Unidos es el principal comprador.

Para conocer sobre la producción de limones en Argentina hay que voltear hacia Tucumán, la segunda provincia más pequeña de Argentina y situada a unos 1.300 kilómetros al norte de Buenos Aires. Ahí se concentra el 80% de la producción.

Y en el poblado de Timbó Viejo, en las afueras de la capital tucumana, se cosechan los limones que se consideran de mayor calidad gracias a condiciones climáticas y geográficas particulares: libre de heladas y con el mayor nivel de precipitaciones de la zona durante el año.

«Venimos laburando (trabajando) hace muchos años, poniendo mucho esfuerzo de manera muy profesional para llegar a una materia prima de condiciones óptimas y entrar a este mercado tan exigente», como el de Estados Unidos, dijo el ingeniero Augusto Battig, encargado de las fincas de Fruta Cítrica SRL, una de las principales compañías de la región.

Los limones cosechados entre fines de febrero y mayo primero son sometidos a un prelavado con bicarbonato y otros productos para cicatrizar las imperfecciones del fruto. Luego son separados de acuerdo a su calidad y color y se empacan manualmente en cajas para su venta.

«Creo que sí estamos a la altura de las circunstancias, que podemos cumplir todas las expectativas», aseguró. «Pero lamentablemente estamos en este paréntesis político que no nos está permitiendo entrar a Estados Unidos».

Un mes antes de dejar el poder, Obama levantó la veda contra el fruto como gesto de buena voluntad hacia al nuevo gobierno de Macri, en contra de la opinión de los productores de California.

En el primer año, Argentina tenía planeado exportar al mercado estadounidense 15.000 toneladas, con un valor estimado de 15 millones de dólares.

Las ventas externas de este cítrico le reportaron a Argentina ingresos por 800 millones de dólares en todo 2016.

Benardo Piazzardi, profesor del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, consideró que si el limón argentino tuviera alguna enfermedad, entonces la Unión Europea «no dudaría en poner barreras».

Nelsen, de la California Citrus Mutual, considera que la decisión de Obama «fue apresurada, para satisfacer una agenda política».

Y entonces llegó Trump, que hizo de la defensa de la industria estadounidense un eje central de su campaña. Poco después de asumir el poder, su gobierno suspendió el decreto de su antecesor; primero por 60 días, pero luego lo extendió dos meses más.

A finales de abril, el tema volverá a la discusión entre ambos países, ahora entre los jefes de Estado.

«La autorización a la importación de limones es cuestión de la agenda» de la próxima reunión entre Macri y Trump, confirmó la canciller Susana Malcorra en una reciente entrevista a un canal público de televisión. La Casa Blanca no respondió a una solicitud de la AP para conocer su posición sobre el tema.

Los productores confían que prevalecerá la capacidad de persuasión de Macri para convencer a Trump, con quien el presidente argentino trató cuando ambos eran unos jóvenes magnates a fines de la década de 1980.

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