Rosario cautiva a Quito

Quito, (EFE).- En un enérgico concierto en Quito, la artista española Rosario Flores desnudó su alma gitana y, esta vez, más rockera que nunca, y conquistó al público de ecuatoriano, que coreó y aplaudió las canciones de la artista.

La mítica cantante saltó al escenario con veinte minutos de retraso con su nueva canción Gipsy Funky Love Me Do, un homenaje a otros grandes de la música como los Beatles, un guiño a la canción «Love me Do», que este año celebra su 50a aniversario.

«Quito buenas noches. Cuántos años sin visitarles y ver este auditorio lleno, me hacéis grandes y me llenáis de amor», resaltó Rosario en sus primera palabras a su público.

Desenfadada, con energía y con su lado más rumbero, la artista interpretó «Al son del tambor», una pieza dedicada a su padre Antonio González conocido como «el Pesacadilla«, uno de los fundadores de este género, mientras que el público, contagiado por el ritmo de la canción, movía rítmicamente sus cuerpos empotrados en sus sillas y con los brazos imitando los gestos del flamenco.

Para Rosario, hay canciones que uno «siempre tiene que cantar toda la vida porque a la gente le llegan al corazón y eso es lo mejor que pueda pasar», dijo antes de entonar «Agua y Sal».

Durante todo el concierto, los asistentes acompañaron a la artista con aplausos, coreando sus canciones, pero en esta pieza se hizo un silencio, mientras que la potente voz de la artista cortaba la respiración del público.

La hija de la «Faraona», como se conocía a su madre la cantante de flamenco Lola Flores, prosiguió con la canción «Con la rumba del bongo», donde «el ritmo del cubano y lo gitano al compás es una mezcla explosiva», como dice la letra de la pieza que combina la rumba y la salsa.

A lo largo del concierto, una batería, un percusionista, una guitarra eléctrica, otra flamenca, un bajo y una vocal acompañaron fielmente a la voz de la artista, confluyendo, como si de una misma nota se tratara.

En el espectáculo, Rosario no sólo desnudó su alma en letras como «Algo contigo», sino que además fue sacándose la ropa, primero la chaqueta, luego un chaleco y en su décima canción, «Estoy cambiando», se desprendió del vestido y se quedó con una sexy y pequeña expresión de short negro.

«Lo grande que me hacéis, cuando me miráis con vuestros ojos, me aplaudís, me sentís», dijo con humildad la cantante, quien reconoció que siempre «había querido ser artistas».

Confesó que su público es quien la hace y de deja ser artista, mientras que la música es «como una varita mágica que nunca sabes dónde está el éxito, no sabes lo que va a pasar, pero cuando te toca el corazón es estar en el cielo», indicó antes de dar paso a una de sus canciones más íntimas «Como quieres que te quiera», que hechizó a los presentes.

En el concierto no faltó un homenaje a su hermano Antonio Flores, quien murió en 1996, al interpretar «Que bonito» una canción que compuso ese año para su prójimo.

Asimismo, acabó el espectáculo con «No dudaría», que la creó y cantó durante tiempo su Antonio, una canción que pide que «haya un mundo mejor, sin violencia, sin guerra, sin hambre, porque hay para todos», destacó Rosario, quien tuvo que volver al escenario por la insistencia del público.

Tras una hora y media de concierto, la española acabó con la animada canción «Marcha», que parece que dejó a medias al público, pues en la salida del teatro aún había personas, sobre todo, mujeres que cantaban esta canción y bailaban imitando a Rosario. EFE

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