Marcel Duchamp, una vida en seis metros de papel

Foto EFE

Madrid, (EFE).- Llevado por su obsesión por el movimiento, el dibujante François Olislaeger ha puesto al que para él es el artista contemporáneo más importante, Marcel Duchamp, a caminar a lo largo de seis metros de papel, la extensión de «Marcel Duchamp. Un juego entre mí y yo», un cómic de trazo rebelde, como el Dadaísmo.

Perderse en esta historia es fácil, pero qué más da si en cierto modo esto puede ser otra manera interesante de leer algo que el propio autor califica de «caos organizado con un poco de azar».

Y es que, en este cómic publicado por Tuner Libros en España (a Latinoamérica llegará en noviembre) la ausencia de viñetas y bocadillos hace que conocer la vida Duchamp se convierta en un baile a veces sinuoso, a veces violento, que nos acerca a la «persona» de Duchamp, más que al artista, a lo largo de sus más celebres citas, por lo que hablamos de una biografía en toda regla.

«La historieta me parece un medio íntimo que permite acercarse a alguien y hacerlo hablar, enseñarlo en lugares que nunca lo vimos, como en la soledad de su habitación», cuenta Olislaeger a Efe recién aterrizado de México, donde vive desde hace cinco años y donde escribió esta obra que se presentó en Francia el año pasado en la retrospectiva que el Centro Pompidou de París dedicó a Duchamp.

«Escogí este formato de libro para hacer que camine dentro de su obra, de su vida. Este tipo de trabajo viene de mi práctica de dibujar mirando, en vez de un paisaje, una vida, y abrir el espacio en vez de tener viñetas. El movimiento lo hace el lector, espero, jugando con la manera de leer libro y la manera de mover su mirada», matiza.

Por eso, «Marcel Duchamp. Un juego entre mí y yo» se convierte en puro movimiento «dentro del tiempo», es decir, «el mejor regalo que se le puede hacer a un autor de historieta» porque lo puedes abrir varias veces y «cada vez leerlo con sorpresas».

Y es que, la temporalidad en este cómic no es lineal, por lo que la vida de Duchamp puede llevar el ritmo que marque el lector: «Hay cultura maya y azteca por la concepción y la visión del tiempo. En Europa pensamos que la temporalidad es lateral, pero también tiene profundidad y es circular, como el calendario maya. Duchamp y el círculo estaban muy cercanos, dijo que tenía obsesión por él».

Pero en este cómic, los pasos del autor de «La fuente» o «Desnudo bajando una escalera» también nos llevarán al Duchamp «adelantado en sus ideas», pensamientos que «todavía están muy presentes».

«Él era un anticapitalista, un ecologista, un anarquista, un libre pensador, un hombre muy singular, sencillo. Creo que eso falta hoy día porque hay artistas que sólo buscan el dinero», apunta.

Como hace tiempo que dejó de fumar, algo que no hizo Duchamp, Oislaeger reconoce entre risas que lo que cree compartir con su artista mimado es la «búsqueda de su propio camino», pero hay algo que los convierte en artistas contemporáneos: en la composición también hay una «búsqueda de las estéticas de la época» con el fin de «corresponder» a lo que hicieron los Dadaístas.

«Normalmente en una historieta, como hay mucho trabajo detrás, todo se prepara, y aquí no. Compré un cuaderno con el mismo formato que el libro y empecé aquí (señala la primera página) y terminé del otro lado, como una improvisación», dice como queriendo hacer ver que se trata de algo sencillo, aunque no lo es.

Y esta improvisación hecha obra de arte ahora se ha convertido en una especie de piedra en el camino de Oislaeger ya que, como concluye, siente que es «difícil» hacer algo después de este libro ya que ha abierto una «puerta muy grande» a sus posibilidades artísticas. EFE

(I)

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