Concursos de belleza infantiles en América, entre la moda y la prohibición

REFERENCIA | Foto tomada de internet.

«Sonríe cuando camines por la pasarela«, «saluda a todos, posa», son algunas de las indicaciones que reciben las niñas que sueñan con ganar un concurso de belleza, que pese a ser una tendencia en EEUU, en otros países de América está prohibido por la erotización a la que se exponen las menores.

Junto al «boom» y las buenas ganancias que reciben los organizadores de estos certámenes, también han aumentado las críticas ante la cosificación sexual de las niñas, lo que ha generado que en Argentina, Bolivia y Colombia hayan leyes que prohíben estos concursos.

Estados Unidos es la meca de las pequeñas «mises» en donde la promoción de estos eventos crece exponencialmente, pues cerca de 250.000 niñas participan en 5.000 competiciones, un negocio que mueve 5.200 millones de dólares al año.

Algunos de estos concursos han sido llevados al mundo de los reality shows como «Little Miss Perfect» en los que lucen enormes cabelleras, intenso maquillaje y poses forzadas que han generado fuertes críticas ante la exposición de las menores sin que el Congreso de EE.UU. haya legislado al respecto.

En Bolivia, el Concejo Municipal de La Paz ordenó en abril de este año prohibir los concursos de belleza y desfiles de moda de adolescentes, niños y niñas, para evitar su «erotización» prematura y que la niñez sea inducida a tomar posturas o actitudes de personas adultas.

En Argentina la ciudad de Viedma, capital de la provincia de Río Negro, suspendió en 2016 este tipo de concursos, y de elección de «reinas» y «princesas» menores de edad.

En Colombia, donde se realizan 3.794 eventos de belleza al año, se generó una fuerte polémica en el municipio de Barbosa (noroeste) con el concurso «Miss Tanguita» en 2015, donde niñas de 8 años desfilaban en traje de baño ante centenares de asistentes.

Por esta situación, las autoridades de protección de la infancia abrieron una investigación y aplicaron sanciones a los organizadores.

En 2013 en el departamento colombiano de Antioquia, cuando el excandidato presidencial Sergio Fajardo era gobernador, se prohibieron los reinados de belleza en los colegios, lo que motivó varias iniciativas en el Congreso nacional para legislar sobre estos eventos, las cuales hasta el momento no han tenido eco.

Ecuador también se sumó a la prohibición en el municipio de la Concordia, que no permite la participación de menores de edad en concursos con el fin de que los padres de familia eviten la circulación de fotos que ponen en riesgo la integridad y seguridad de sus hijos e hijas.

En México, el Senado ha intentado legislar contra estas actividades al considerar que atentan contra los derechos humanos de los menores y que promueven la violencia de género, y se trabaja en planes estratégicos para proteger a las niñas.

Concursos como «Mini Belleza Latina«, una franquicia presente en 14 de los 32 estados de México, ha potenciado esta moda en el país junto con los regionales o nacionales, que han recibido un alud de críticas, llegando a cancelarse uno de estos en el céntrico estado de Hidalgo.

A partir de imágenes que aparecen en las páginas oficiales del certamen, se les acusó de erotizar a la menores, pues en algunas de las fotografías aparecen niñas maquilladas o en traje de baño de dos piezas.

Muchas niñas desean tener sobre sus cabezas una corona, es así como en 2017 se celebró por primera vez el certamen «Miss Mini Chile», en el que compitieron niñas de todo el país en dos categorías: de 4 a 8 años y de 9 a 12.

Camila Mella, directora de Contenidos del colectivo chileno La Rebelión del Cuerpo, dijo a Efe que la dificultad para prohibir este tipo de eventos recae en que «nuestras sociedades se caracterizan por instaurar valores como la competencia y el individualismo».

Los estereotipos de belleza presentes en los medios influyen negativamente sobre «la autoestima, identidad, y posición social de las niñas, que están expuestas a estos certámenes«, añadió.

Mella abogó por la educación y la regulación sobre desigualdad de género e igualdad de derechos pues «no se trata de erradicar la comunicación de masas ni mermar la libertad de expresión, sino de exigir responsabilidad social en la materia».

Pero en el otro lado están quienes defienden que estas actividades estimulan el desarrollo de la personalidad y el aumento de autoestima en las menores.

Es el caso de varios organizadores de certámenes de belleza infantiles o de concursos de modelaje en Puerto Rico, quienes consideran que la protección de los menores no le corresponde al gobierno de la isla sino a los padres.

Según Unicef, se estima que 1,1 millón de niñas, niños y adolescentes en Latinoamérica han sido víctimas de algún tipo de violencia sexual en sus vidas en muchos casos atraídos por eventos, como los concursos de belleza infantiles. EFE

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