Los escándalos derriban al director del Bolshói

Moscú, 10 jul (EFE).- Los escándalos y la corrupción que han sacudido en los últimos años al templo del ballet ruso, -el legendario teatro Bolshói de Moscú- terminaron por derribar hoy a su director, Anatoli Iksánov, relevado de su cargo después de trece años de polémica gestión.

El lugar del destituido director del mítico teatro lo ocupará Vladímir Urin, de 66 años, hasta ahora director del teatro musical moscovita Stanislavski y Nemeróvich-Dánchenko, anunció el ministro de Cultura ruso, Vladímir Medinski, citado por las agencias del país.

«No planeo ninguna revolución y entiendo perfectamente que en este teatro, como en cualquier otro, uno no puede hacer nada sólo. Confío en que la mayoría de las personas que trabajan en este teatro, gente maravillosa y con talento, sean mis aliados y podamos resolver juntos los problemas actuales», dijo Urin tras hacerse público su nombramiento.

Iksánov, de 61 años, gozará de un retiro de honor como asesor en el Ministerio de Cultura a pesar de las polémicas en las que se ha visto implicado el Bolshói en los últimos años, sobre todo desde el inicio de la reconstrucción del histórico edificio en 2005.

Las mayores obras de remodelación en el último siglo, salpicadas además por sospechas de malversación de los fondos públicos destinados al proyecto, se retrasaron varios años.

El Ministerio de Interior denunciaba hace menos de un mes el desfalco de 90 millones de rublos (unos 3 millones de dólares) en la faraónica obra iniciada con Iksákov en la dirección del teatro.

En marzo, la Audiencia de Cuentas de Rusia abrió una investigación sobre los gastos del Bolshói durante el ejercicio 2012 y la disciplina financiera de la dirección del teatro.

Por si fuera poco, el hasta hace unos días primer bailarín del teatro, Nikolái Tsiskaridze, denunció que las reformas no habían tenido en cuenta la opinión de los artistas.

En particular, criticó que una de las nuevas salas de ensayo es tan baja que los bailarines no pueden levantar a sus parejas por riesgo de golpearse contra el techo.

Ésta y otras críticas le costaron caro a la estrella del ballet ruso, conocido por sus reiterados enfrentamientos con la dirección del Bolshói.

Tras dos apercibimientos de la dirección, uno de ellos por hablar con la prensa, Tsiskaridze tuvo que abandonar la compañía de ballet del teatro después de que no le renovaran el contrato que expiró el pasado 30 de junio.

El mal ambiente que, según el entorno del Bolshói, impera en el colectivo del teatro quedó patente tras la brutal agresión que sufrió en enero pasado el director de la compañía de ballet, Serguéi Filin, rociado con ácido en la cara presuntamente por encargo de uno de los suyos, el bailarín Pável Dmitrichenko, actualmente en prisión.

Según la versión policial, Dmitrichenko habría encargado el ataque contra Filin al considerar que el director de la compañía relegaba a un segundo plano a su esposa, la también bailarina del Bolshói Angelina Vorontsova.

El propio Filin, que quedó prácticamente ciego tras el ataque, no quiso comentar la destitución de Iksákov desde Alemania, donde sigue una terapia de rehabilitación tras varias operaciones en los ojos con la esperanza de volver algún día a dirigir el ballet del Bolshói.

La compañía de ballet más prestigiosa de Rusia no recuperó la calma ni el buen ambiente ni siquiera tras el novelesco ataque a su director y el despido de su mayor estrella.

Svetlana Zajárova, prima bailarina del Bolshói y diputada del Parlamento ruso por Rusia Unida, el partido del presidente ruso Vladímir Putin, se negó a interpretar el papel principal en la obra «Oneguin», estreno que cerraba la temporada teatral, tras ser incluida en el elenco suplente.

«Han pasado muchas cosas últimamente, cosas que se han ido acumulando, y la última historia con la negativa de Zajárova de bailar en ‘Oneguin’ jugó, por supuesto, su papel» en la destitución de Iksákov, apuntó a la agencia Interfax la directora de la compañía de opera del teatro, Makvala Kasrashvili.

El nuevo director del Bolshói, que deja la dirección del Stanislavski y Nemeróvich-Dánchenko después de 18 años, convirtió el teatro musical de Moscú en uno de los más relevantes en la escena cultural rusa, gracias entre otras cosas a la introducción de espectáculos de ballet contemporáneo en su cartelera.

Urin asume el cargo tras cuarenta años de carrera dedicada a la administración y dirección teatral en toda Rusia. EFE

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