Para el papa Francisco lo primero es el Evangelio y después la doctrina

Madrid, 23 sep (EFE).- El papa Francisco ha vuelto a sorprender con unas declaraciones sobre la homosexualidad y el papel de la mujer en la Iglesia que no se separan de lo marcado por el Catecismo y cuya novedad está en que para él lo primero es el Evangelio y después la doctrina.

Para Francisco, la Iglesia no puede estar siempre insistiendo sólo en cuestiones como el aborto, el matrimonio homosexual o el uso de los anticonceptivos, «la opinión de la Iglesia» -ha dicho en una larga entrevista con la revista de los jesuitas Civilta Cattolica- ya la conocemos, pero no es necesario hablar de ello sin cesar».

El pontífice argentino considera que la Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos, cuando lo importante es el Evangelio y ahí señala que la Iglesia en estos momentos lo que necesita es recuperar la capacidad de curar heridas y dar calor y cercanía.

Ello le lleva a compararla con un «hospital de campaña» y a afirmar que a las personas hay que acompañarlas, «ya que las heridas necesitan curación».

Entre los «heridos sociales» señala a los homosexuales y ha vuelto a decir que quien es él para juzgar a un gay de buena voluntad y que busca a Dios, y aunque insiste en que eso es lo que dice el Catecismo, señala con total claridad: «La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de la persona, pero Dios en la creación nos ha hecho libre y no es posible una injerencia espiritual en la vida personal».

Más claro, agua, a la vez que subraya que lo que hay que tener en cuenta es a la persona.

Según el papa, las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes y la pastoral misionera no es transmitir de modo desestructurado un conjunto de normas para imponerlas insistentemente, sino que el anuncio tiene que concentrarse en lo esencial.

Esa reflexión le lleva a decir que es necesario encontrar un nuevo equilibrio, «porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio».

«La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda y radiante, sólo de esa propuesta surgen después las consecuencias morales», puntualizó.

De nuevo insistió en que la mujer tiene que tener un mayor papel en la Iglesia, destacando que la Virgen María estaba por encima de los apóstoles y subrayó que en los lugares donde se toman «las decisiones importantes» es necesaria su figura.

No precisó más. Durante su reciente viaje a Río de Janeiro rechazó que las mujeres puedan acceder al sacerdocio al señalar que sobre ese tema «la Iglesia ha hablado y ha dicho no, esa puerta esta cerrada».

Otra novedad de la entrevista es que por primera vez Francisco muestra su interior y no duda en presentarse como un papa «pecador» y como un «indisciplinado nato» y reconoce que en los años del pasado su forma «autoritaria y rápida» de tomar decisiones le causó «serios problemas» y fue acusado de «ultraconservador».

Y en ese punto hace una afirmación hasta ahora impensable que la dijera un papa: «jamás he sido de derechas, fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas».

Según observadores vaticano, el papa pretende romper esa imagen encorsetada de los pontífices, mostrarse como un pastor, cercano a sus ovejas, sin oropeles, en la línea sencilla y simple que mostraba Jesús.

En esa línea, no duda en desvelar también que en algunos momento se duerme rezando.

Francisco también tiene en mente la reforma de la Curia y otras instituciones de la Iglesia, pero para él, las reformas organizativas y estructurales son secundarias, la primera debe ser -señaló- la de las actitudes.

Y ahí -insistiendo en lo que ha dicho en numerosas ocasiones desde que fue elegido papa el 13 de marzo pasado, ha vuelto a asegurar que la Iglesia lo que necesita son pastores y no «clérigos de despacho» y que para que las reformas den fruto es necesario un amplio tiempo de reflexión, de discernimiento. EFE

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