Heimrich Himmler, retrato del asesino enamorado

Heimrich Himmler.

Heimrich Himmler, el brazo ejecutor de las decisiones del dictador nazi, Adolf Hitler; el siniestro psicópata y asesino en masa responsable de la muerte de millones de personas durante la II Guerra Mundial, tenía también un lado «humano», el de un esposo enamorado y un amable padre de familia.

Estas características, que hacen aún más terrible al personaje, se plasman en el libro «Himmler según la correspondencia con su esposa (1927-1945)» (Taurus), una amplísima recopilación de las cartas personales que el jerarca nazi envió prácticamente a diario durante casi veinte años a su mujer, Marga Himmler, analizadas y documentadas por dos investigadores alemanes, el historiador Michael Wildt y la politóloga Katrin Himmler.

En entrevista con Efe, Katrin Himmler (sobrina-nieta del jefe de las temibles SS) señala que «lo que estremece» de este personaje, «así como de otros muchos dirigentes nazis es que eran gente bien educada, cultivada, que no asesinaron a millones de personas porque las odiaran o porque ellos fueran unos sádicos».

«Según su criterio, los asesinatos en masa tenían que hacerse, y punto. De acuerdo con su sentido de la vida, no había lugar para algunas naciones o para la convivencia con las minorías. Solo admitían la idea del ‘todo o nada, ellos o nosotros’. Este criterio es el que les permitía actuar como monstruos, aunque también fueran hombres corrientes», subraya Katrin Himmler.

Según los expertos, Heinrich Himmler es la figura del régimen nacionalsocialista (1933-1945) cuya vida privada está mejor documentada y de la que ya se disponen de referencias historiográficas basadas en sus diarios de juventud, o las cartas que su esposa le escribió a lo largo de los años.

En este libro, el lector encontrará en esos textos (glosados y comentados por los dos investigadores) todo tipo de pistas para entender la siniestra personalidad de Himmler. No son simples y banales cartas de amor. Hay mucho más en su interior.

Incluso la última de ellas, encabezada con un «¡Mi querida mami! ¡Mi querida hijita!» (en alusión a Gudrun, la hija del matrimonio Himmler), fechada el 17 de abril de 1945 (con los soviéticos ya a las puertas de Berlín y cuando Alemania estaba completa e inexorablemente derrotada), es muy significativa del grado de fanatismo e irracionalidad suicida del personaje.

En ese documento Himmler señala: «(?) Los tiempos son terribles para todos nosotros, pero todo, así lo creo yo sin duda, se resolverá bien (?) Los ancestros y sobre todo el valiente pueblo alemán no dejarán que nos hundamos». Y concluye la misiva con el saludo ritual nazi -«¡Heil Hitler»!- que jamás había usado hasta ese momento en sus cartas familiares.

Himmler fue detenido por los británicos el 22 de mayo de 1945 cuando intentaba huir tras la capitulación de Alemania y se suicidó al morder una cápsula de cianuro que llevaba oculta en la boca.

A juicio de Katrin Himmler, estas cartas indican muy claramente que para su tío-abuelo «no había ninguna contradicción entre ser un asesino de masas y al mismo tiempo un buen padre. Simplemente, eran distintas facetas de un mismo concepto.»

«Se supone que a los enemigos se los tenía que tratar de manera completamente distinta que a sus camaradas, a su familia o a sus amigos. Pero si los hombres de las SS o los hijos no se comportaban como él esperaba, si no obedecían, entonces el abnegado ‘Reichsführer-SS’ o el cariñoso ‘papi’ podía convertirse en un patriarca, alguien que decidía sobre premios y castigos», subraya la investigadora.

Himmler, comenta, «castigaba de manera brutal e implacable, lo que probablemente era la expresión de su desprecio por cualquier debilidad y su profunda admiración por las virtudes militares.»

No hay que olvidar que Himmler no era -ni fue nunca- militar. Su profesión era la de ingeniero agrónomo. Su ascensión hasta la cúpula de las SS, la unidad de elite de las fuerzas armadas alemanas (a las que, sin embargo, no estaban vinculadas orgánicamente) se debió a su estrecha relación con Hitler, a su ciego fanatismo nazi y a su metódica hasta el paroxismo capacidad de organización.

De hecho, para Katrin Himmler, en su tío-abuelo convergen de manera evidente dos elementos decisivos para convertirle en una de las figuras más destacadas (si no, en la más destacada tras el propio Hitler) del régimen nazi: su fanatismo y su mentalidad de burócrata.

En este sentido, Katrin Himmler, quien reconoce que en su juventud siempre se sintió «incómoda» por tener que cargar con ese apellido (algo que reconoce haber superado ya), y señala que en el absolutamente imposible supuesto de haberse encontrado alguna vez cara a cara con su tío-abuelo, le habría reprochado todo el mal que cometió.

Sin embargo, subraya, «él, probablemente, no me hubiera prestado atención. No le habría interesado lo que le hubiera dicho ¿Cómo podría yo haber convencido para que me escuchara a un fanático que durante toda su vida creyó en su ideología, a alguien que despreciaba la tolerancia y odiaba la debilidad?». EFE

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