John Hemingway: «Quiero ayudar a la gente de Cuba»

Ernest Hemingway. Foto de Archivo, La República.

Washington, 23 nov (EFE).- El nieto del escritor estadounidense Ernest Hemingway, John, se ha embarcado en una campaña para convencer al Gobierno estadounidense de que inicie un acercamiento a la isla a través del intercambio entre científicos marinos porque quiere «ayudar a la gente de Cuba».

John, también escritor, y su hermano Patrick, hijos ambos de Gregory Hemingway, el menor de los tres hijos del premio de Nobel de Literatura, estuvieron recientemente en Cuba coincidiendo con el 60 aniversario de la concesión del galardón literario al patriarca.

Allí visitaron Cojimar, una pequeña localidad pesquera al este de La Habana que sirvió de inspiración para la obra de «El viejo y el mar», y Finca Vigía, la casa que tenía Hemingway en Cuba, y se reunieron con escritores cubanos y con miembros del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana.

Ambos se sintieron sobrecogidos por el cariño de la gente, que consideraban a Ernest, como se refiere a su abuelo, «como uno de ellos, y él también se sentía uno de ellos», asegura en entrevista con Efe.

«Dondequiera que miraras había mucha gente joven, con muy buena formación educativa y motivada, aunque con el sistema como existe ahora mismo algunos están frustrados, creo que el Gobierno quiere abrirse», dice el escritor.

En aras de esa apertura John se ha sumado a los esfuerzos de un grupo de científicos estadounidenses y cubanos expertos en el área de biología marina para pedir al Gobierno estadounidense que facilite el intercambio en este campo puesto que ambos países comparten el mar que ocupa la corta distancia que los separa.

Este puede ser un primer paso para la normalización de las relaciones diplomáticas rotas desde hace más de medio siglo porque, como dijo en una rueda de prensa esta semana en Washington con científicos del Environmental Defensa Fund y del CIM cubano para presentar la iniciativa: «Ha llegado el momento del cambio».

En su gira por la isla, Hemingway, de 54 años, dice que no tuvo contacto con la disidencia, pero sobre sus reclamos contra el régimen de Raúl Castro considera que «como en cualquier otro país, tienes problemas cuando hay un gobernante», dice el escritor, que se declara «una especie de anarquista».

«No es que vaya arrojando bombas o algo así, pero creo que la gente es bastante buena en gobernarse a sí mismos donde quiera que estén», opina.

«He vivido en Italia, Francia, España, Canadá y Estados Unidos y donde quiera que vayas hay gente quejándose de su Gobierno, por los impuestos, la manipulación política, ese es un problema humano», aunque, reconoce, «quizá hay algunos sitios donde es más difícil que en otros».

En cualquier caso dice que ha decidido sumarse a esta iniciativa porque quiere «ayudar a la gente de Cuba».

«Creo de verdad que abrir las relaciones entre Estados Unidos y Cuba sería algo que ayudaría muchísimo a aliviar muchos problemas», afirma.

Para el autor de «Strange Tribe: A Family Memoir» («Los Hemingway, una familia singular») era su primer viaje a Cuba, aunque ha visitado muchos otros lugares por donde pasó su abuelo, como Pamplona (España), para celebrar la fiesta taurina.

España es un país con el que ha estado relacionado, al que le gusta viajar de vez en cuando y donde vivió entre 2006 y 2007, periodo en el que se trasladó a Málaga (España), donde se dedicó a escribir ficción, artículos periodísticos y a hacer traducciones.

El autor se siente orgulloso de ser un Hemingway, pero reconoce que el camino no ha sido fácil.

«Estoy muy orgulloso de mi abuelo, creo que fue uno de los autores más grandes en lengua inglesa del siglo pasado, pero yo no soy sólo una persona que ve la familia en términos de sus libros, yo también viví en la familia».

Su padre, Gregory, era bipolar, y recuerda lo difícil que fue lidiar con una familia que sufrió por la presencia de la enfermedad mental y la depresión clínica. «Fue muy difícil para mí por mucho tiempo».

En cuanto a ser escritor él mismo con un precedente como el de su abuelo, «fue difícil hasta que encontré mi camino y entendí que uno solo puede escribir como está dispuesto que escribas. No podía imitar a Ernest, sólo podía escribir como John».

Cuando encontró su propia voz, perdió la rigidez que sentía a los veinte años y la presión que le impulsó a dejar Estados Unidos para «poner distancia» rumbo a Europa, donde encontró «el espacio que necesitaba».

John tenía nueve meses cuando su abuelo murió, pero escribiendo su memoria familiar descubrió que «Ernest siempre estuvo ahí» para los suyos, más allá de la imagen pública que le ha mitificado como el reportero que viajó a la Guerra Civil española, amigo de toreros, de estrellas de Hollywood como Ava Gardner y del propio Fidel Castro.

«Descubrí que era un hombre que se preocupada profundamente por sus hijos» cuando en uno de los episodios de bipolaridad que sufrió su padre en los años cincuenta volvió de Cuba, le ingresó en un hospital y pagó todas las facturas médicas, algo que nadie sabía.

«Mi padre me contó que no tenían contacto y Ernest no escribió de ello», cuenta, pero investigando descubrió unas cartas entre ambos.

«Me encontré con esta imagen de un hombre que era mucho más sensible y preocupado por el cuidado» de su familia, resume.EFE

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