Pablo Trapero lleva la «pucciomanía» al Festival de San Sebastián

Es una de las páginas policiales más oscuras de la historia de Argentina y, sin embargo, Pablo Trapero cree que nunca hasta ahora se había mirado verdaderamente de frente. «El clan», el filme sobre los crímenes de la familia Puccio, llegó hoy a San Sebastián tras haber triunfado en Venecia y Toronto.

En Argentina se estrenó en cines hace mes y medio y despertó una auténtica «pucciomanía», según describe el director. No solo ha batido récords de taquilla, sino que la gente forma colas frente a la casa donde vivían los Puccio para hacerse fotos.

Una casa que podía parecer la de cualquier familia del barrio de San Isidro, pero cuyo sótano albergaba el horror. En realidad era la cárcel donde Arquímedes, el patriarca, con la ayuda de su hijo Alejandro, una estrella del rugby sometido a su siniestra voluntad, encerraba a las víctimas de sus secuestros a comienzos de los 80.

«Cuando empecé con el proyecto en 2007, me di cuenta de que no había información, más allá de los datos concretos y duros», cuenta a Efe Trapero, ganador del León de Plata al mejor director en Venecia.

«Pero esta no es una película sobre las andanzas policiales sino sobre la intimidad de una familia aparentemente normal, que llevaba a cabo un oscuro negocio», aclara.

Y ahí, probablemente, es donde radica el secreto de ese éxito, de momento local, pero que no tardará en extenderse por otros países.

«A fin de cuentas se trata de un tema universal, como es la relación entre un padre y un hijo. No importa si conoces el caso o viviste en Argentina en la época», opina el director de «Leonera» o «Elefante blanco».

A eso hay que añadir que la historia del clan Puccio es también parte de la herencia de la dictadura militar argentina, que torturó e hizo desaparecer a miles de personas en nombre de la lucha contra el comunismo y la guerrilla.

La cinta incluye material de archivo de esa época convulsa, desde el discurso del dictador Leopoldo Galtieri para anunciar la rendición en las Malvinas del 14 de junio de 1982, hasta el primero de Raúl Alfonsín como presidente.

El filme da a entender que los contactos de Arquímedes, interpretado por un magistral Guillermo Francella, con las autoridades hicieron posible que actuara con completa impunidad, hasta que alguien lo dejó caer.

«Había la necesidad de ver una historia mucho más cercana que lo que fue el caso real, una cosa muy de locos y lejana. La película permite reflexionar sobre nuestros lazos familiares, pero también sobre nuestra historia y sobre nuestro presente», dice el director.

Y la principal reflexión a la que invita «El clan», en su opinión, es a aparcar la hipocresía.

«Cuando tienes una sociedad que no se enfrenta los problemas y mira a otro lado, hay un momento en que las cosas se van de cauce, y la reacción ya es inevitable. La película es una invitación a mirar las cosas de frente, sobre todo a la gente que tiende a creer que todo es siempre responsabilidad de otro».

En cuanto a las susceptibilidades que pueda levantar entre las víctimas, Trapero explica que hablaron con algunas de ellas en la preproducción y hubo dos personas que le ayudaron mucho, un hermano de Ricardo Manoukian, la primera víctima, y la viuda de Eduardo Aulet.

«Mi duda era qué iba a pasar cuando vieran el filme terminado, porque no está contado desde el punto de vista de las víctimas sino de la familia. Pero les emocionó mucho y la agradecieron, la tomaron como un testimonio y un homenaje. Para mí es una película que toma partido a favor de las víctimas», señala. EFE [I]

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