Calvin Coolidge, el otro presidente de EE.UU. que visitó Cuba

Calvin Coolidge, presidente de Estados Unidos, junto a Gerardo Machado, presidente de Cuba, con sus esposas. Foto de Archivo.

La Habana, (EFE).- Cuando Barack Obama aterrice en La Habana el próximo 20 de marzo será el primer presidente de EE.UU. en activo que visite la Cuba castrista, pero 88 años atrás otro mandatario norteamericano estuvo en el país caribeño cuando este apenas tenía 30 de independencia: el «hermético» Calvin Coolidge.

Estos días, la próxima visita de Obama ha rescatado del olvido y las hemerotecas cubanas el viaje a La Habana del republicano Coolidge, el trigésimo presidente de los Estados Unidos de América, que gobernó entre 1923 y 1929.

En un reciente artículo publicado en el diario Juventud Rebelde, el cronista habanero Ciro Bianchi recuerda la semblanza que hizo de Coolidge en sus memorias el que fuera embajador de Cuba en Washington entre 1926 y 1932, Orestes Ferrara, quien lo describió como «el más hermético» de los mandatarios norteamericanos y como un hombre «serio, silencioso e inteligente».

Coolidge estuvo en Cuba en enero de 1928 para inaugurar la VI Conferencia Panamericana, el antecedente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Fue invitado a la cita por el entonces gobernante cubano, Gerardo Machado, recordado en la isla por su fuerte represión a los movimientos populares y a todo tipo de oposición y que buscaba con la visita de Coolidge el respaldo del Gobierno estadounidense para su continuidad en el poder.

Coolidge llegó a La Habana junto a su esposa, Anna Grace, se reunió con Machado y, según recogen publicaciones de la época recordadas en estos días, fue recibido con vítores y flores durante su periplo en automóvil por las calles capitalinas.

Durante su estancia en la isla, Coolidge se hospedó en el Palacio Presidencial y tuvo a su cargo la inauguración de la Conferencia Panamericana en el Teatro Nacional habanero, donde pronunció el discurso de apertura, las únicas palabras públicas que se recuerdan del presidente norteamericano en aquella visita.

En aquella reunión participaron representantes de todas las naciones de América Latina y, según los historiadores de la época, la cita de La Habana se celebró en un contexto continental complejo con una agenda cargada de temas intrascendentes, en la que, sin embargo, salió a relucir el espinoso asunto de la intervención en los asuntos internos de los Estados por parte de Washington.

Anécdotas del periplo cubano de Coolidge se recuerdan al menos dos, una de ellas en la recepción de bienvenida que le ofreció su anfitrión, cuando el presidente estadounidense evitó tomar una bebida alcohólica debido a la vigencia de la Ley Seca en Estados Unidos, de acuerdo con reportes informativos de la época.

La otra curiosidad tuvo como escenario un almuerzo que Machado ofreció en su honor en la finca «Nenita», donde el mandatario norteamericano se saltó el protocolo y prefirió empezar la comida degustando en abundancia las frutas tropicales del país caribeño, alterando el orden del selectivo menú que le tenían preparado.

Era 1928: Fidel Castro solo tenía año y medio y su hermano Raúl aún no había nacido. Tendrían que pasar aún tres décadas para el triunfo de la revolución que convertiría a Cuba en un país comunista y con la que comenzó, en plena Guerra Fría, un largo y complicado contencioso entre la isla caribeña y Estados Unidos.

Un enfrentamiento de más de cinco décadas que terminó el 17 de diciembre de 2014, cuando el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el sucesor de Fidel Castro, su hermano Raúl, anunciaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas, que se concretó en julio de 2015.

Ahora Obama, que estará en Cuba del 20 al 22 de marzo, protagonizará un acontecimiento histórico que, a diferencia del viaje de Coolidge, será difícil de olvidar, en un momento marcado por la nueva era de reconciliación que han emprendido ambos países.

Un camino no exento de importantes escollos, entre ellos el embargo de EE.UU. a Cuba, que sigue vigente, y las profundas diferencias que existen entre La Habana y Washington sobre derechos humanos, libertades y democracia. EFE (I)

Más relacionadas