Luis Eduardo Aute, a la luna del Tepoztlán

Madrid.- Curioso sin límites, creyente y practicante de la indisciplina artística, Luis Eduardo Aute fue un mago de la belleza que a lo largo de más de cinco décadas abrazó la poesía, la música, la pintura y el cine como si fueran diversas amantes. Nacido en Manila (Filipinas) en 1943, vivió en Madrid desde los once años. Nunca quiso hacer canción protesta, porque igual que no creyó en las disciplinas, Aute rehuyó los géneros y etiquetas.

Aun así fue autor de himnos de la época de la transición española a la democracia, como «Al alba» o «Rosas en el mar», que hicieron populares Rosa León y Massiel antes de que él mismo se decidiera a grabar sus composiciones.

Hoy deja un legado de más de 400 canciones que son una oda al amor, a la vida y a la libertad. «Una de dos», «Amor», «La belleza», «Slowly», «Alevosía», «Sin tu latido» o «Las cuatro y diez» forman parte de la memoria sentimental de varias generaciones.

«Las canciones, como los poemas, son una manera de hablar conmigo mismo», decía el creador, fallecido hoy a los 76 años, en una de sus últimas entrevistas con Efe, con motivo de la celebración de sus 50 años en la música.

«No es poeta quien escribe poemas, sino quien utiliza cualquier medio de expresión y es capaz de ir un poco más allá del espejo, de construir una mirada distinta, un ‘desestatus quo’, provocar la sensación de que te quitan el cielo», explicaba.

Su búsqueda de lo mágico y lo inesperado se plasmó también en quince poemarios -el último editado en 2016 bajo el título «El sexto animal»-, una decena de películas y 30 exposiciones plásticas individuales.

Vivía sin computador y sin teléfono móvil, un lujo al alcance de pocos osados, lo que le permitía dilatar el tiempo para crear.

Aunque su faceta de músico fue siempre la más conocida, sus vocaciones poética y pictórica fueron igual de tempranas. Empezó a pintar con 17 años, casi al mismo tiempo en que debutaba como cantautor en el programa de Televisión Española (TVE) «Salto a la fama».

Después de terminar el bachillerato, Aute ingresó en la escuela de Aparejadores, pero estuvo 15 días y después se fue a París, la capital de la cultura y la libertad en aquella época.

Su pintura es principalmente figurativa, aunque en algún momento rozó la abstracción, con una fuerte influencia del expresionismo alemán, el fauvismo y el surrealismo, y también cultivó la escultura.

Expuso por primera vez en la Galería Alcón de Madrid en 1960 y algunos de sus trabajos han viajado a ferias internacionales como la Bienal de ParÌs (1964), la de Sao Paolo (67), o ARCO en varias ediciones.

Más recientemente, entre 2004 y 2010, realizó una retrospectiva itinerante que, bajo el título «Transfiguraciones», llevó su obra por toda España y algunos países de América Latina.

En total tiene 30 álbumes publicados y en 1983 recibió el Premio Nacional del Disco del Ministerio de Cultura por el disco doble «Entre amigos».

Su salud se resintió gravemente en agosto de 2016, cuando sufrió un infarto que lo mantuvo dos meses en coma. Desde entonces y tras varias estancias en hospitales, permanecía en su casa, cuidado por su familia.

Decía Aute que una obra de arte lo es en cuanto que es capaz de rozar una dimensión «inesperada y mágica». Por eso, pensaba, el artista se parece más a un mago que a cualquier otra cosa. EFE mt/fg/jsm

Más relacionadas