Irene, el Katrina de los hispanos de Nueva Jersey

A Vicente León le tiembla la voz y se le llenan los ojos de lágrimas mientras nervioso sumerge sus zapatos en el agua que aún inunda parcialmente el sótano de su casa.

Impotente, repasa el paso de la tormenta Irene: paredes de madera reventadas, electrodomésticos estropeados, muebles empapados, suelo contaminado. El agua inundó completamente su sótano el sábado 28 de agosto.

«La secadora y la lavadora flotaban como el papel», dijo el ecuatoriano de 75 años que vive en el 82-84 de Union Avenue, de Paterson. «Gracias a Dios que estamos vivos».

Su angustia la padecen cientos de latinos del lugar, una de las principales víctimas del temporal, y varias comunidades vecinas al río Passaic tras el paso del huracán que perdió fuerza cuando llegó a Estados Unidos, pero que cobró las vidas de al menos 44 personas en 13 estados, dejando una fuerte huella de devastación desde Carolina del Norte hasta Vermont.

Víctor Romero inspecciona el sótano de su casa en Paterson

Cientos de peruanos, colombianos, ecuatorianos y dominicanos viven en la zona. La mayoría son de bajos recursos económicos. Algunos no cuentan con seguro de hogar ni de inundaciones y otros sin autorización legal para vivir en el país.

Dejaron parte de sus vidas en la tormenta. Perdieron sus casas y la seguridad que les proporcionaban. Y el miércoles, muchos seguían nerviosos por la lluvia que aún caía en la zona y que provocó el martes cierre de varios puentes.

«Todo el mundo está a la expectativa de lo que va a ocurrir. Toda la noche llovió», dijo Gregorio Sanjuanelo, un colombiano de 60 años que vive en el poblado de Prospect Park. «La casa de mi sobrina está inundada de nuevo».

En Nueva Jersey, alrededor de 2.000 viviendas aún no tenían electricidad el domingo 4. En Paterson, una ciudad de 150.000 habitantes, cientos de personas fueron desalojadas y más de 100 rescatadas de las aguas, pero aún no hay cifras exactas, dijo a The Associated Press (AP) el alcalde de Paterson, Jeffrey Jones.

Unas 200 personas siguen viviendo en refugios de la ciudad porque tuvieron que abandonar sus hogares, agregó.

Otros han sufrido daños en sus viviendas que no podrán reparar a menos que el gobierno les ayude.

El alcalde Jones admitió el martes 6 que los inmigrantes que no hablaban inglés o que carecen de seguro van a enfrentar dificultades. Pero dijo que tienen que contactar a las autoridades para pedir ayuda.

«Muchos indocumentados no llamarán a las autoridades por miedo», dijo Jones, quien se sumó a las inquietudes generadas por las lluvias del martes. «No estoy seguro de cómo remediar eso pero estamos trabajando con muchas organizaciones sin ánimo de lucro que les pueden ayudar. Tienen que llamar y se les ofrecerá ayuda».

La basura, los muebles emparamados y electrodomésticos inservibles se acumulaban el domingo 4 de septiembre en las calles de los pueblos de la zona. Frente a la casas esperaban a ser recogidos por las autoridades municipales.

Mujeres y hombres barrían los patios de sus hogares y, en algunos barrios de poblados como Wayne y Wallington, contrataron a trabajadores para que les ayudaran a vaciarlos. Los vecinos se llamaron unos a otros, transportaron sus cosas y organizaron ventas informales de muebles en su jardines.

El presidente Barack Obama pasó tres horas en la zona ese domingo. Visitó Paterson y caminó por las embarradas calles de Wayne. Aseguró que la crisis de déficit que vive Washington no impedirá que la ayuda federal llegue a la zona.

Senadores demócratas anunciaron el martes 6 una ayuda de 6.000 millones de dólares para las víctimas y a aquéllas personas afectadas por otros desastres naturales que se remontan, incluso, al huracán Katrina.

Un comité del Senado encargado de apropiaciones para la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) aprobó la medida.

Aunque la tormenta arribó la noche del sábado 28 de agosto, el agua causó más estragos los días posteriores al aumentar el caudal del río Passaic a un nivel histórico de 4,27 metros (14 pies).

«Todavía no ha venido nadie de la ciudad», dijo sollozando León, el domingo 4, quien vive frente a una gasolinera y tuvo que soportar un fuerte olor a combustible y el aceite que invadió a su hogar por la tormenta.

Las marcas en las paredes del sótano de su casa muestran que el agua llegó a altura de sus hombros. El ecuatoriano, su esposa colombiana, Zulma Arango, y su hijo de 15 años, Alfredo León, decidieron aguantar el temporal dentro de la vivienda de dos pisos, sin electricidad durante cuatro días y rezando a cada minuto.

«No quisimos evacuar porque quería controlar la situación», dijo Vicente Léon.

El había comprado un generador que sirvió para impulsar tres bombas de agua en el sótano y evitar que la casa «se convirtiera en una piscina». La familia pudo hacer funcionar el refrigerador y el microondas a la hora de comer.

«Más que miedo, lo que tenía era desesperación», dijo León. «El Todopoderoso me ha dado fuerzas para seguir hacia adelante».

Funcionarios de FEMA le dijeron que el martes por la mañana visitarían su casa.

Gina Cortez, portavoz de esa entidad en Nueva Jersey, dijo a la AP que, hasta el miércoles, se han aprobado más de 4,1 millones de dólares del estado y la agencia federal para ayudar a residentes elegibles afectados por Irene.

Elegibles son las personas sin seguro, o con un seguro que no lo cubre todo, que han sufrido daños en sus casas o pertenencias y que han de demostrar pruebas domiciliarias, entre varios requisitos, dijo la vocera.

«Trabajamos lo más rápido posible para ayudar a los residentes de los 21 condados de Nueva Jersey afectados por el huracán Irene», dijo Cortez. «Lo más importante es que las personas afectadas se inscriban con FEMA para que podamos determinar cómo las vamos a ayudar».

Hasta el miércoles, 19.102 residentes se inscribieron con FEMA en los 21 condados afectados por el temporal. En el condado de Passaic, donde se encuentra Paterson, 2.062 personas se habían inscrito hasta el lunes, dijo Cortez. Se desconoce cuantos de ellos son hispanos, ya que FEMA no clasifica por nacionalidad o raza.

Los inmigrantes sin número ni tarjeta de seguridad social pero con niños menores de edad nacidos en Estados Unidos pueden solicitar ayuda financiera a través del número de seguridad social de sus hijos. Cuando ese no el caso, FEMA puede referirlos a organizaciones sin ánimo de lucro como la Cruz Roja, dijo la vocera.

El colombiano Víctor Romero, tuvo que ser evacuado el martes con una lancha por los bomberos, junto a su esposa e hijo cuadrapléjico. (ver historia anexa)

Rosiris Monterrosa, una colombiana de 42 años, lo perdió literalmente todo.

La casa de la que es dueña, en la calle River Side Drive, en Wayne, a pocos metros del río Passaic, quedó destrozada.

«Lloré mucho ayer. Duele verla tan desbaratada», dijo la inmigrante al intentar mantener la compostura y mientras caminaba sobre el barro que cubría el suelo de madera de la sala.

Sus muebles, acumulados uno encima del otro, seguían empapados. Su nevera yacía en el suelo. La marca que el agua dejó en las paredes llegaba a la altura de su pecho.

Su jardín, antes verde, quedó cubierto de una capa fina de polvo marrón. Las paredes de madera, reventadas, dejaban entrever las baldosas blancas debajo. El mosquitero de metal del porche de la casa se sostenía apenas a la madera. En la sala habían varias mesas rotas.

El río Passaic, que pasa justo en frente de la casa, parecía seguir amenazando el hogar debido a su alto caudal.

La vivienda empezó a inundarse el día de la tormenta y 24 horas después Monterrosa se vio forzada a abandonarla con su padre, para ir a casa de unos amigos.

La trabajadora, que hace de dependienta en una tienda de ropa, quedó sorprendida el domingo, al descubrir que el sofá que tenía en la terraza había sido arrastrado unas cuatro casas más adelante.

La colombiana aseguró que paga unos 1.200 dólares anuales al seguro de inundaciones de FEMA.

«Lo único que puedo hacer ahora es esperar la ayuda del seguro. El gobernador dice que va a comprar las casas dañadas», dijo. «Ya tengo mi aplicación. Nadie me va a comprar la casa, así que prefiero vendérsela al gobierno».

Muchos de los afectados por las lluvias fueron peruanos que viven en Paterson. De los 70.000 hispanos que se calcula viven en la ciudad, unos 30.000 son de ese país latinoamericano.

Norberto Curitomai, uno de ellos, no perdió su casa, pero sufrió extensos daños en su empresa de autobuses y taxis de servicio público.

De los 200 autobuses y más de 20 taxis que maneja en Spanish Transportation Service Corp., en el centro de Paterson, 14 autobuses y cuatro taxis sufrieron serios daños, dijo.

«Estaban hundidos y esto me afecta gravemente», dijo el peruano, nacido en Acucho, y presidente de la empresa de 30 empleados y 300 chóferes independientes. Curitomai ha calculado que los daños podrían llegar a los 300.000 dólares.

«No esperábamos esto. No sabíamos que afectaría a tanta gente. La ciudad ha estado prácticamente paralizada», dijo Curitomai.

Las hermanas cubanas Wendy y Luz Rodríguez parecían menos esperanzadas. Hace dos semanas, la casa donde vivían, en Wayne, estaba a la venta por 180.000 dólares, dijeron. Después de la inundación, sin embargo, las cosas han cambiado.

«El agua rompió los cimientos y ahora hay que tumbar parte de la casa. Esta semana la sellan porque es imposible vivir en ella y nadie va a comprar una casa en esas condiciones», dijo Luz Rodríguez, de 54 años.

Su hogar, cercano al de Monterrosa, está rodeado ahora de fango rojo y un olor a pescado y podredumbre que aumenta cada día a medida que el sol sale y el calor sube, señaló.

El seguro de las hermanas no cubrirá los costos de la inundación y el estado sólo las compensará con 65.000 dólares, ya que la vivienda apenas está avaluada en 35.000, explicaron.

«No sabemos todavía qué vamos a hacer», dijo Rodríguez.

En uno de los centros de acogida y refugio de Paterson, creados en respuesta al temporal, la puertorriqueña Blanca Acevedo, de 34 años, esperaba el domingo en el aparcamiento de vehículos a que se abrieran las puertas para poder entrar con su madre.

«Esto es una cosa de locos. Usted no entiende como se pierde toda su vida en un minuto», dijo Acevedo, acompañada de su madre de 52 años, y sus hijos de 18, 16 y ocho años.

La familia dijo que su apartamento en North Main Street, en Paterson, quedó destruido.

«Apenas el viernes fui a trabajar porque me regalaron esta ropa que es lo único que tengo», afirmó Rodríguez, quien trabaja desde hace 32 años en la empresa de papel Marcal.

«El día de la tormenta todo el mundo estaba preocupado, ahora sólo los afectados lo están», dijo el alcalde a un grupo de vecinos el domingo. «Esta es la historia de dos ciudades, los afectados y los no afectados». AP

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