#11-S: Obama llama a la unidad y la esperanza

El cierre a un día cargado de homenajes a las víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 fue el único momento en el que tuvo cabida un discurso político. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha terminado la jornada oficial con una alocución en el Kennedy Center de Washington tras una tarde en el Pentágono en la que no había hecho declaraciones. Tras limitarse a mantener durante la mañana, citando un salmo de la Biblia, que el enemigo sería derrotado, Obama ha dejado en Washington quizá la frase más importante del día: «Después del 11 de septiembre, el presidente Bush dejó muy claro algo que reiteramos hoy: EE UU nunca librará una guerra contra el islam ni ninguna otra religión». «Ahora más que nunca, más ciudadanos de todas las razas y religiones juran nuestra bandera».

«Estos últimos 10 años han mostrado que Estados Unidos no ha cedido al miedo», dijo. Consideró que Estados Unidos tampoco ha cedido a la sospecha ni a la desconfianza, y tampoco ha sacrificado sus valores. «Nuestra gente trabaja todavía en los rascacielos», destacó Obama durante la ceremonia previa a un concierto nocturno y enfocada en la esperanza y la fortaleza de los estadounidenses. «Nuestros estadios están todavía llenos de espectadores y nuestros parques lucen todavía repletos de niños que juegan a la pelota… Esta tierra sigue el pulso del optimismo de quienes fueron enviados a costas distantes y con el valor de aquellos que perecieron por la libertad humana».

Este no fue un día enfocado en los discursos del presidente. Por el contrario, el principal cometido de Obama fue de simplemente hacer acto de presencia mientras Estados Unidos hacía una pausa en el décimo aniversario de los ataques terroristas que acabaron con la vida de casi 3.000 personas y para reflexionar sobre las consecuencias.

Día de sosiego y recuerdos

En Nueva York, al visitar la zona cero, Obama acarició los bajorrelieves de bronce con los nombres de los que perecieron en el Centro de Comercio Mundial en un monumento de un espejo de agua erigido sobre el rastro de una de las derribadas Torres Gemelas.

En una área rural de Pensilvania, ayudó a colocar una ofrenda floral sobre el Muro de los Nombres, de mármol, donde se han inmortalizado los nombres de los pasajeros y tripulantes que estrellaron una aeronave secuestrada por terroristas en Shanksville, mientras luchaban para impedir que éstos ejecutaran un ataque planeado.

Poco después en el Pentagóno, Obama colocó una ofrenda floral donde se rindió homenaje a 184 víctimas en un monumento con una banca y un pequeño espejo de agua. Un banda militar hizo una conmovedora interpretación de la melodía «Amazing Grace» mientras el presidente saludaba a los asistentes a la ceremonia.

Este no fue un día enfocado en los discursos del presidente. Por el contrario, el principal cometido de Obama fue de simplemente hacer acto de presencia mientras Estados Unidos hacía una pausa en el décimo aniversario de los ataques terroristas que acabaron con la vida de casi 3.000 personas y para reflexionar sobre las consecuencias.

En una ceremonia conmemorativa en la zona cero los únicos comentarios públicos de Obama fueron la lectura del salmo 46, referido al refugio en Dios y su poderío. «Dios es nuestro amparo y fortaleza», recitó el presidente.

Obama y Bush rinden homenaje a los caídos.

En una brillante mañana neoyorquina, Obama, de mano de su esposa Michelle, realizó primero un paseo acompañado por su predecesor George W. Bush y su esposa Laura, hasta el espejo de agua de la torre norte, abierto en los cimientos del edificio abatido, donde los cuatro bajaron la cabeza. El cuarteto saludó luego a los familiares de quienes perecieron en los ataques.

Esta tampoco fue una jornada para las actitudes partidistas, ni de rencor.

Bush tuvo un breve gesto de solidaridad al concluir Obama la lectura. Era la primera vez en que los dos presidentes se habían visto desde su presentación en los jardines de la Casa Blanca después del terremoto de Haití en enero del 2010.

Ambos mandatarios y sus esposas estuvieron rodeados de vidrio a prueba de balas durante la ceremonia, indicio de las redobladas medidas de seguridad. En Washington, el asesor de Obama contra el terrorismo sostuvo una reunión en el salón de sesiones especiales a fin de revisar las medidas de seguridad durante el fin de semana.

Héroes del vuelo 93

La visita de Obama a Shanksville provocó aplausos espontáneos entre los asistentes y gritos en coro de «¡USA!» en el lugar del monumento, que incluye los nombres de los 40 caídos en el Vuelo 93 inscritos en eslabones de mármol.

Obama y su esposa posaron para fotos con los asistentes, saludaron a los niños y compartieron algunas sonrisas veladas. Uno de los asistentes gritó «¡Gracias por atrapar a bin Laden!», en referencia a Osama bin Laden, muerto por comandos de la armada estadounidense en su refugio de Pakistán hace unos meses.

«Me parece importante que el presidente demuestre su respaldo por las familias que perdieron a sus seres queridos», comentó Jaleel Dyson, un universitario de 18 años de edad, procedente de Washington, que estudia en el área.

En el Pentágono, Barack y Michelle Obama pasaron un rato hablando con los asistentes a la ceremonia y saludando a los familiares de las víctimas. Algunos llevaban cintas conmemorativas y camisetas con los nombres de sus seres queridos, y portaban fotografías de éstos.

Obama, que era senador por el estado de Illinois al ocurrir los ataques del 2001, pidió este fin de semana a los estadounidenses que recuerden lo sucedido y sirvan al país, encarando juntos un futuro común.

«Diez años después sostengo que Estados Unidos superó esto en forma consecuente con nuestro carácter», dijo al canal de televisión NBC en una entrevista diferida. «Cometimos errores. Algunas cosas no han ocurrido con la premura que debieran. Empero, en conjunto peleamos con al-Qaida, mantuvimos nuestros valores y mantuvimos nuestro temple».

Los talibanes también recuerdan

En el mundo, abundaron las conmemoraciones solemnes, desde París hasta Japón. Sin embargo, hubo manifestaciones menos amigables.

El Talibán conmemoró el aniversario con una promesa de que seguirá combatiendo contra las fuerzas estadounidenses en Afganistán, e insistió en que no participó en los atentados. La milicia fundamentalista condenó el «colonialismo estadounidense» y dijo que los afganos tienen «energía suficiente» para la guerra.

Horas después, un dinamitero suicida del Talibán detonó un camión frente a un puesto de combate en la provincia oriental afgana de Wardak, donde mató a dos civiles y dejó heridos a 77 soldados estadounidenses.

Gran parte del significado de las ceremonias este año radica más en lo que no se dice abiertamente: la ocasión del aniversario para que los estadounidenses mediten acerca de cómo los ataques los cambiaron a ellos y al mundo, y la continua lucha por comprender el lugar que ocupa el 11 de septiembre en la psiquis nacional.

«Mucho queda implícito», comentó Ken Foote, autor de «Shadowed Ground: America’s Landscapes of Violence and Tragedy (Tierra ensombrecida: los paisajes estadounidenses de violencia y tragedia), al examinar el papel que la veneración de los sitios de muerte y desastre desempeña en la vida moderna. «Estos aniversarios son particularmente cruciales para concebir qué historia narrar, qué significa todo esto. Obliga a la gente a desentrañar lo que nos ocurrió».

Con textos de EFE y AP.

 

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