Opositores ven impotentes cómo Cristina Fernández va hacia la reelección

La oposición «es una bolsa de gatos». Así lo reconoció el candidato opositor Eduardo Duhalde, al aludir a la percepción que tienen los argentinos de los aspirantes a la Presidencia que se desgastan en peleas mutuas y que van a ser arrollados en las urnas ante el previsible triunfo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones de este domingo 23 de octubre.

A Duhalde, ex presidente (2002-2003) de 70 años y líder de un sector peronista contrario al que encabeza Fernández, sólo le queda luchar para no quedar muy rezagado en los resultados electorales.

La impresión general es que la campaña electoral carece de emoción porque el resultado está cantado. Se percibe la falta de un debate político de altura e ideas y los opositores se muestran cada vez más impotentes ante una presidenta que actúa como si ya hubiera ganado la reelección.

Gran parte de su campaña, Fernández la dedicó a inaugurar obras de infraestructura más que a confrontar a sus rivales en vista de que el 64% de la población aprueba su gestión, de acuerdo con una encuesta de la consultora Graciela Romer y Asociados realizada en los primeros días de octubre.

Los actos proselitistas masivos han brillado por su ausencia. Y por más que las calles de Buenos Aires y la televisión estén invadidas por pancartas, imágenes y mensajes proselitistas, no se percibe el fervor electoral de siempre.

El peronismo disidente fracasó en su intento de elegir a un candidato único para los comicios y terminó dividido en dos candidaturas: la de Duhalde y la de Alberto Rodríguez Saá, exitoso gobernador de la provincia de San Luis, en el oeste argentino.

Las diatribas verbales entre ambos no han hecho más que crecer en los últimos días.

«La gente percibió que los opositores tienen ambiciones personales, percibió las disputas internas y que no son una alternativa sustentable… y al mismo tiempo siente el ‘boom’ del consumo y la estabilidad económica, por eso la votan a ella», dijo a The Associated Press Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.

La oposición «está devaluada» y en lugar de hacer propuestas atractivas están enredados en peleas al tiempo que buscan «robarse los votos entre sí», agregó Fornoni.

«Es una campaña sin ideas», dijo a la AP Fabián Perechodnik, director de la encuestadora Poliarquía. Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados, dijo en tanto que la oposición «no puede poner una frase que tenga resonancia aunque sea en un sector de la población».

Roberto Bacman, del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), dijo que los opositores «carecen de un proyecto alternativo de gestión» que pueda competir con las medidas con las que la mandataria se ha metido en el bolsillo a la mitad del electorado.

Según cuatro encuestas de consultoras privadas realizadas en la última semana de septiembre y la primera de octubre, la presidenta tiene entre 52% y 57% de apoyo, mientras que su contrincante más cercano, el socialista Hermes Binner, gobernador de la provincia de Santa Fe, en el noreste, goza de un respaldo de 12% a 16%.

Para ganar en primera vuelta es necesario obtener al menos el 45% de los votos válidos o por lo menos el 40% y a su vez superar al más inmediato competidor por más de 10 puntos porcentuales.

El grueso de los votantes cree que Fernández puede garantizar la gobernabilidad y continuar con el crecimiento económico que viene desde la administración de su fallecido marido y antecesor, Néstor Kirchner (2003-2007).

En un reciente informe sobre Latinoamérica, el Fondo Monetario Internacional dice que Argentina encabeza los pronósticos de crecimiento en la región con un 8,0% para este año y 4,6% para 2012.

También dijo que la nación sudamericana es la segunda con la inflación más alta del continente –11,5% para 2011 y 11,8% para 2012– después de Venezuela.

Aún si la alta inflación merme la capacidad adquisitiva de los trabajadores, o la inseguridad no de tregua en las calles y provincias, los sondeos no indican que los argentinos castiguen o culpen por ello a Fernández.

¿Por qué? La respuesta está, en buena medida, en la política de subsidios que ha mejorado las condiciones de vida de los más humildes.

Aunque los críticos creen que estas medidas son populistas y de corto plazo, lo que hizo Fernández fue adelantarse a la oposición y traducir en políticas concretas iniciativas que sus rivales no pudieron impulsar en el Congreso.

Las más emblemática fue la llamada «asignación universal por hijo», que desde fines de 2009 entrega 63 dólares a desempleados o trabajadores informales por cada hijo menor de 18 años, hasta un tope de cinco hijos.

Las familias con niños discapacitados reciben 207 dólares mensuales.

El gobierno de Fernández también decretó en 2011 un aumento del 34% en las jubilaciones de 288 dólares a 337 dólares. El salario mínimo también se incrementó de 433 a 541 dólares al mes.

Esa sensación de que «ella puede» se aprecia en el ánimo de personas consultadas por la AP.

«Voy a votar a Cristina (de 58 años) porque es la única que da confianza», dijo Carina Cisterna, de 30 años, dama de compañía de una anciana y quien vive con sus dos hijas de 2 y 6 años en un asentamiento de viviendas precarias al norte de la capital. «Los otros tienen más cara de ‘chantas’ (personas que hacen trampa al hacer promesas y no cumplir).

Lo mismo piensa Lorena Centurión, de 25 años, que ha sido beneficiada por los subsidios que recibe cada familia desempleada, aunque reconoce que «cada vez le alcanza menos la plata» debido a la inflación.

Ante la fuerza de Fernández se especulaba que un candidato capaz de aglutinar a toda la oposición hubiera tenido esperanzas de forzar, aunque fuera, una segunda vuelta electoral.

Pero los seis aspirantes opositores, entre los que se cuentan peronistas disidentes, socialistas, centristas e izquierdistas extremos, no han sabido aliarse.

Su desunión se acentuó después de las primarias abiertas y obligatorias de agosto, un gran examen electoral que mostró a una mandataria arrolladora con al menos la mitad de los votos, cuando ningún candidato opositor logró marcar diferencias ni despegarse del resto.

Duhalde fue una pieza clave para la llegada al poder de Néstor Kirchner en 2003. Hoy es uno de los más acérrimos contrincantes de Fernández, que representa a un «kirchnerismo» que ha sido exitoso en retomar las banderas del peronismo.

Ricardo Alfonsín, candidato de centro, tiene, según sus críticos, el único mérito de ser hijo del presidente Raúl Alfonsín (1983-1989). Carece, también, de experiencia de gestión aunque es diputado nacional.

El socialista Binner, de 68 años, hombre poco carismático y Rodríguez Saá, de 62 años, otro peronista disidente, son dos gobernadores exitosos pero poco conocidos a nivel nacional.

Muy atrás en las encuestas están Elisa Carrió, de una coalición centroizquierdista, cuya popularidad ha caído estrepitosamente en los últimos años, y Jorge Altamira, de un minoritario grupo de izquierda.

El analista Jorge Giacobe dijo la mayoría «son caras viejas» de la política argentina y «la gente no quiere ir para atrás».

El gobernador Binner es el que más ha crecido en las últimas semanas en intención de voto aunque no lo suficiente como para alcanzar a la mandataria.

De cumplirse los pronósticos políticos, Fernández recaudaría el mayor caudal de sufragios obtenido por un candidato en unas elecciones desde el regreso de la democracia en 1983, cuando Raúl Alfonsín ganó con 51,8%. AP

 

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