Obama ya es, oficialmente, el peor presidente de los Estados Unidos

El nivel de aceptación popular del presidente estadounidense Barack Obama, según la encuestadora Gallup, ha caído en picada, hasta quedar incluso en un punto inferior al que alcanzó en su momento su predecesor Jimmy Carter (1974-78), lo que ubica al actual inquilino de la Casa Blanca como el peor evaluado en esta etapa de su mandato en la historia política moderna.

Desde marzo, la cota de aprobación de Obama se ha mantenido cercana a la de Carter, considerado como uno de los presidentes estadounidenses con peor gestión del siglo XX, pero hoy Obama lo ha superado para mal. De acuerdo con Gallup Obama cuenta con un 43 por ciento de aprobación, comparado con el 51 por ciento de Carter.

En 1979, Carter se mantenía en un nivel muy por debajo de Obama, hasta la crisis de los rehenes en Irán, la cual parece repetirse de algún modo hoy mismo, cuando en Teherán los manifestantes iraníes asaltan la Embajada británica. En los primeros días de la crisis, Carter obtuvo un notable respaldo, a pesar de su fracaso para lograr la liberación de los estadounidenses capturados, junto con un desastroso desempeño económico. Todo esto condujo a su derrota a manos de Ronald Reagan en 1980.

Es más, Gallup concluye que en general la tasa de aprobación para el desempeño de Obama ronda el 49 por ciento como promedio. Sólo tres ex presidentes han tenido una calificación promedio peor en esta etapa: Carter, Ford y Harry S. Truman. Sólo Truman ganó la reelección en una campaña contra el Congreso que el equipo de Obama está utilizando como modelo.

Muchos expertos creen que las calificaciones de aprobación de la labor son claves a tener en cuenta al determinar si un presidente va a ganar la reelección. En general, consideran que un presidente debe superar el 47 por ciento para ganar la reelección.

Los actuales problemas de Obama han traído de vuelta a la palestra el argumento de ciertos círculos demócratas, según los cuales el vicepresidente Joe Biden debería ser sustituido por la popular política Hillary Clinton, quien se propone dejar su puesto como secretaria de Estado al final del mandato de Obama, sin importar lo que sucede en la reelección.

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