Los campos de concentración de Corea del Norte

La muerte del último dictador estalinista, Kim Jong-il, deja tras de sí una herencia marcada por la crueldad y el hermetismo. Las torturas, las ejecuciones, así como las muertes por hambre y agotamiento en Corea del Norte han sido la orden del día durante los últimos 17 años en los que dirigió con mano de hierro su país. Los sucesivos informes de Amnistía Internacional publicados en la última década así lo atestiguan.

Hace apenas veinte días, Amnistía denunciaba la existencia de por lo menos seis campos de concentración en Corea del Norte, que albergarían a más de 200.000 prisioneros políticos. El mayor de ellos, Yodok, retiene a cerca de 50.000 personas: entre ellos hombres, mujeres y niños.

Según el reporte de Amnistía, se detenía a las personas arbitrariamente, o se las recluía durante periodos indeterminados sin cargos ni juicio. Los detenidos sufrían graves violaciones de derechos humanos de forma continua y sistemática, incluidas ejecuciones extrajudiciales, tortura y otros malos tratos y trabajos forzados. La tortura parecía ser una práctica generalizada en los campos penitenciarios. El trabajo forzoso, agotador –y en ocasiones peligroso–, con escaso tiempo de descanso e insuficiente acceso a alimentos y atención médica provocó la muerte de numerosas personas detenidas. Muchas eran ejecutadas por infracciones menores, y a otras se las obligaba a presenciar las ejecuciones públicas.

Campos de concentración, según la BBC.

Las críticas al gobierno y a sus dirigentes se reprimen con severidad y son punibles con detención y reclusión en un campo penitenciario. El gobierno distribuye todos los aparatos de radio y televisión, y los ciudadanos tienen prohibido modificarlos para recibir emisiones de otros países. Las personas a quienes se sorprende escuchando programas extranjeros son detenidas y condenadas a largos periodos en prisión.

Otro informe, publicado en 2006 y encargado entre otros por el recientemente fallecido expresidente checo Václav Havel y el Premio Nobel de la Paz Eli Wiesel, daba a conocer datos aún más aterradores si cabe. Se hablaba de más de 400.000 personas muertas en las prisiones norcoreanas en los últimos 30 años. El documento también describía cómo los presos eran alimentados con raciones míseras, golpeados hasta que los globos oculares se les salían de las cuencas y encerrados durante meses en celdas solitarias en las que no se podían poner de pie.

En 2004 se supo por mediación de un antiguo jefe de seguridad de un campo de concentración que el régimen estaba llevando a cabo experimentos químicos en cámaras de gas con prisioneros políticos, según un reportaje emitido por la cadena de televisión británica BBC. Estos ensayos tuvieron lugar en el campo de concentración número 22, situado en Haengyong, cerca de la frontera con Rusia. El testimonio aseguraba que fue testigo de cómo se utilizó gas asfixiante con una familia entera en una cámara de gas construida con un techo de cristal para que los científicos pudieran observar mejor desde el exterior.

Los desastres naturales y la mala gestión hundieron la economía de Corea del Norte a mediados de la década de 1990. Se estima que la hambruna que asoló entonces al país provocó entre varios cientos de miles y dos millones de muertos. Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, en sus siglas en inglés) y el Programa Mundial de Alimentos (WPF) 5 millones de habitantes de Corea del Norte se enfrentan a una grave escasez de comida. El informe señala que Corea del Norte podría tener este año una carencia de 867.000 toneladas de cereales, pero el país sólo planea comprar 325.000 toneladas.

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3 Comments

  1. a todo chancho le llega su fritada !!!

    a todos estos dictadores le s llega la justicia… tal vez logren escapar de la humana, pero de la divina nunca !!!

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