Benedicto pide a Dios arroje al fuego «las varas del opresor»

Ciudad del Vaticano, 24 dic (EFE).- El Papa Benedicto XVI ofició esta noche la tradicional Misa del Gallo en la que pidió a Dios que «demuestre su poder» y arroje al fuego «las varas del opresor, las túnicas llenas de sangre y la botas de los soldados» y haga que la paz venza en este mundo, amenazado por la violencia.

Por tercer año consecutivo la Misa del Gallo se celebró a las diez de la noche local (21.00 gmt) y no a medianoche, para evitar fatigas al pontífice, que tiene casi 85 años, y mañana, Navidad, volverá de nuevo a la basílica de San Pedro para pronunciar el Mensaje de Navidad e impartir la bendición «Urbi et Orbi», a la ciudad de Roma y a todo el mundo.

Benedicto XVI llegó al templo en la peana móvil que ya utilizó los pasados meses para desplazarse por la larga basílica de San Pedro para evitar esfuerzos físicos.

Mirando una imagen del Niño recién nacido, el anciano pontífice dijo que la Navidad es la manifestación de Dios, que se ha manifestado como nino para oponerse a toda violencia y llevar un mensaje de paz.

«En este momento en que el mundo está constantemente amenazado por la violencia en muchos lugares y de diversas maneras, en el que siempre hay de nuevo varas del opresor y túnicas ensangrentadas, clamemos al Señor: Tú, el Dios poderoso, has venido como niño y te has mostrado a nosotros como el que nos ama y mediante el cual el amor vencerá», afirmó el papa.

Benedicto XVI añadió que los hombres deben ser constructores de paz y aseguró que sufren porque la violencia continúa en el mundo.

Belén en la Plaza de San Marcos

«Por esos te rogamos: Demuestra tu poder, ¡oh Dios! En este nuestro tiempo, en este mundo nuestro, haz que las varas del opresor, las túnicas llenas de sangre y las botas estrepitosas de los soldados sean arrojadas al fuego, de manera que tu paz venza en este mundo nuestro», imploró.

En una homilía que la clamó por la paz en varias ocasiones, el papa Ratzinger señaló que Cristo nació en un establo de Belén «y no en los palacios de los reyes», lo que demuestra la humildad de Dios, que se hizo pobre.

El Obispo de Roma manifestó que la Navidad se ha convertido en un una «fiesta del comercio» cuyas luce esconden el misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez.

«Pidamos al Señor que nos ayude a atravesar con la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de ellos al niño en el establo de Belén para descubrir así la verdadera alegría y la verdadera luz».

El papa se refirió también a la iglesia de la Natividad de Belén, que se alza en el lugar donde nació Jesús, y dijo que de la puerta de entrada, que en un principio tenía cinco metros y medio de alta, sólo ha quedado una abertura de un metro y medio y hay que agacharse para entrar.

Aunque esa reducción pudo ser para protegerla mejor de eventuales asaltos y evitar que entraran a caballo, tiene un significado más profundos y es que quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse.

«Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón ‘ilustrada’. Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir su proximidad. Hemos de seguir el camino de San Francisco, que es la extrema sencillez exterior e interior que hace al corazón capaz de ver».

El papa exhortó a los fieles a celebrar la Navidad renunciando a la obsesión «por lo que es material, mensurable y tangible» y pidió por todos aquellos que tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en el dolor, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios».

La Misa del Gallo comenzó con el anuncio del nacimiento del Señor con la lectura del antiguo texto de las Calendas y siguió con un homenaje floral ante la imagen del Niño Jesús realizado por varios niños de diferentes naciones.

Concluida la misa, las miles de personas que acudieron a la basílica contemplarán en el centro de la plaza de San Pedro el Portal de Belén levantado delante del obelisco.

Benedicto XVI enciende el Cirio Pascual.

Horas antes de esta misa de Nochebuena, el Pontífice encendió una vela por la paz en la ventana de su despacho que da hacia la Plaza de San Pedro en un acto que se ha vuelto tradicional.

Centenares de personas se congregaron en la plaza para observar el encendido de la vela y asistir a la presentación de la escena de la Natividad en el Vaticano, con figuras cuyo tamaño sobrepasa al natural.

El domingo, Benedicto XVI pronunciará su discurso tradicional «Urbi et Orbi», que en latín significa «a la ciudad y el mundo», desde el balcón central de San Pedro que da a la plaza.

Casi siempre, el Papa dedica este mensaje a las penurias y guerras que asuelan al mundo. Benedicto XVI también tiene previsto pronunciar saludos de Navidad en unos 25 idiomas.

La semana entrante, el Papa presidirá la misa de la Nochevieja y al día siguiente oficiará la misa del Año Nuevo.

Unos días después, Benedicto XVI celebrará la misa de la Epifanía, el 6 de enero, a la que seguirá el bautismo de bebés dos días después como es tradicional en la Capilla Sixtina, que está decorada con frescos, en el Vaticano.

Es previsible que la seguridad será estricta el sábado en la noche tal como ha sido en los últimos años.

En 2008 y 2009, la seguridad papal fue mellada antes de la Misa de Gallo. Una mujer con historial de problemas psiquiátricos saltó la barrera de seguridad de madera colocada a lo largo del pasillo central de la basílica.

En 2008, la escolta papal impidió a la mujer que llegara hasta el Pontífice. Pero en 2009, ésta logró asir las vestimentas de Benedicto XVI y lo tiró al suelo.

El Papa resultó ileso y continuó con el servicio, pero un cardenal francés que estaba a un lado cayó y se rompió la cadera.

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