Siria se desangra. 39 muertos en bombardeo a Homs

Imagen capturada de un video distribuido por la red social Sham News Network, esta mañana, que muestra al activista Khalid Abu Salah mientras pide ayuda a la comunidad internacional en el barrio Bab Amro de Homs, Siria. El ejército del presidente sirio, Bachar al Asad, ha bombardeado hoy intensamente la ciudad central de Homs, donde al menos 39 personas, entre ellas cinco menores, han muerto esta mañana, informó la Comisión General de la Revolución Siria. El grupo opositor, que identificó a la mayoría de las víctimas, destacó que las fuerzas armadas han atacado los barrios de Bab Amro, Al Bayada, Jalidiya y Al Waer con artillería y proyectiles de mortero. Por el momento, Bab Amro es el barrio más afectado por el bombardeo, que ha alcanzado un hospital de campaña.

Horas antes, el gobierno de Estados Unidos había cerrado su embajada en Damasco y retiró a todo su personal diplomático de Siria, anunció el Departamento de Estado.

«La violencia reciente, incluidos los estallidos de bombas en Damasco el 23 de diciembre y el 6 de enero, causó graves preocupaciones en el sentido de que nuestra Embajada no está suficientemente protegida de un ataque armado», señaló en un comunicado la portavoz, Victoria Nuland.

La portavoz indicó que el embajador Robert Ford «ha salido de Damasco, pero sigue siendo el embajador de Estados Unidos ante Siria y su pueblo».

Embajada de los Estados Unidos, en Damasco, cerrada.

Añadió que Ford y otros funcionarios de EE.UU. mantendrán sus contactos con la oposición y su apoyo «para una transición política pacífica por la cual el pueblo sirio ha luchado con tanto coraje».

El Departamento de Estado emitió, simultáneamente, una alerta a los ciudadanos estadounidenses acerca de los peligros de viajar a Siria.

«Seguimos con mucha preocupación la escalada de violencia en Siria causada por el desafío descarado del régimen (del presidente Bachar al Asad) al plan de acción que había acordado con la Liga Árabe«, continúa el comunicado de Nuland.

Mientras tanto, un grupo de periodistas internacionales, llevados por el gobierno a la ciudad de Deera, para demostrar la normalidad en el país, reporta que todo aparentaba normalidad hasta que la voz de un joven, que comienza a hablar atemorizado y acaba a gritos, rompe la quietud.

«¡Nos están matando! Todos los sirios pensamos así, pero no nos atrevemos a decirlo. Necesitamos su ayuda», implora este joven, que no dice su nombre. Ni la presencia de agentes de la seguridad de paisano en una céntrica plaza de Deraa consigue silenciar al joven, pese a los reproches de los amigos que le aconsejan que baje la voz.

«Hoy he visto en la televisión que están bombardeando Homs y que han derribado dos edificios de varias plantas. Aquí los militares han cambiado sus carnés de identidad para pasar por policías, pero pertenecen al ejército», prosigue.

Pocos se atreven a compartir esa opinión, al menos en público.

En un susurro a la oreja del periodista, otro muchacho subraya: «No creas nada de lo que te digan», mientras señala a los presuntos agentes de paisano.

La versión oficial, facilitada por el gobernador de la provincia, Mohamed Jaled al Hanus, habla de que en esta provincia meridional del país han muerto al menos el doble o el triple de soldados y policías que de insurgentes.

Varios edificios oficiales en Deraa muestran la huella de once meses de violencia, desatada después de que, el 18 de marzo del año pasado, miles de vecinos de la ciudad salieran a la calle para pedir reformas al régimen del presidente sirio, Bachar Al Asad.

«No se puede dialogar con la fuerza de las armas», insiste Al Hanus, que atribuye a las televisiones por satélite árabes como Al Yazira el tremendismo al hablar del número de víctimas.

Las autoridades muestran la sede de la radiotelevisión, calcinada en un ataque en abril; el palacio de justicia, también carbonizado; y un importante arsenal de armas incautado a los rebeldes, entre las que hay ametralladoras, explosivos caseros, detonadores y fusiles de asalto tipo kalashnikov.

Según el gobernador, las peticiones de los manifestantes fueron atendidas después de varias reuniones con las autoridades, pero estos se olvidaron de sus demandas y pasaron a reclamar directamente la caída del régimen.

El propio gobernador reconoce que aunque en la superficie parezca que no pasa nada, «si se mira debajo, hay organizaciones extremistas que dan órdenes para sembrar el caos, y que están siendo obedecidas por un porcentaje de la población».

Resulta complicado cotejar las palabras de la máxima autoridad de la provincia con los vecinos de la ciudad; la mayoría huye en cuanto se acerca un periodista.

Pero hoy es un día más «normal» que otros, como reconoce un joven identificado como Abdel, que se muestra sorprendido ante la escasez de fuerzas de seguridad en la calle y la ausencia de disparos.

De salida de la ciudad, con los periodistas abandonando ya el lugar, Deraa recupera su verdadera normalidad. Siete carros de combate y vehículos blindados, además de dos camiones llenos de soldados, se cruzan con el convoy de los periodistas en dirección hacia la ciudad, preparados para nuevos combates. EFE

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1 Comment

  1. El marrano correa y la bestia jefa de la Cancilleria,estaran enterados de estos crimenes y aun continuaran apoyando a los dictadores criminales o estaran preparando otro 30S,solo gobiernos criminales pueden apoyar esta masacre.Vamos Ecuador despierta y mira lo que nos espera de apoyar a estos ROBOLUCIONARIOS. 

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