León estalla en júbilo al recibir al Papa

LEON, México (AP) — Horas antes de que llegara el papa Benedicto XVI, había poco entusiasmo perceptible en León.

Los grupos congregados en las calles eran reducidos. Algunos espectadores dormían a la sombra de los árboles. Los vendedores se quejaban de la poca gente que había llegado a las calles de este bastión conservador del catolicismo en México.

Pero en cuanto el avión que transportaba al pontífice se avistó el viernes por la tarde, la gente salió de sus casas, en medio del calor primaveral. Los fieles atestaron las aceras y gritaron entusiasmados cuando pasó el Papa, quien movía lentamente las manos para saludarlos. Algunos espectadores incluso lloraron.

Muchos habían dicho momentos antes que nunca amarían tanto a un Papa como al antecesor de Benedicto, Juan Pablo II. Pero la presencia papal en territorio mexicano desató una reacción arrolladora de respeto y veneración por esa figura, que para muchos representa la personificación de la Iglesia católica y de Dios. Muchos fueron rebasados por sus emociones.

De niña, Celia del Rosario Escobar, de 42 años, vio a Juan Pablo II en uno de sus cinco viajes a México, país que respondió a semejante número de visitas con un aprecio especial por aquel pontífice.

«Me tocó ver a Juan Pablo y son experiencias que sí te motivan», rememoró. «Yo tenía 12 años y es una experiencia que sigue muy grabada en mí, creí que esto iba a ser diferente pero no, la experiencia es la misma».

«No puedo hablar», musitó de pronto, presionándose el pecho con las manos, mientras comenzaba a llorar.

La creencia firme en la bondad y el poder papal es profunda en Guanajuato, el estado más conservador en la observancia de los preceptos católicos en México y uno de los focos de la Guerra Cristera, un levantamiento armado contra las severas leyes anticlericales en la década de 1920.

Algunos espectadores llegaron con la esperanza de que una bendición del Papa curara su enfermedad o les consiguiera empleo. Otros buscaban inspirarse, reavivar su fe o encontrar la fuerza para ser mejores padres de familia.

Muchos dijeron que el mensaje de paz y unidad del Papa aliviaría al país, traumatizado por la muerte de más de 47.000 personas debido a la violencia relacionada con el narcotráfico, la cual se ha intensificado desde 2006, cuando el gobierno declaró que arreciaría su ofensiva contra los cárteles.

Escobar expresó que tenía mucha fe en que Benedicto ayudaría a un cambio en una sociedad devastada por el narcotráfico y la violencia.

«A mí me gustaría que cambiara la conciencia de aquellas personas que están haciendo daño a México, como todos aquellos que están en la drogadiccion, en la mafia», manifestó.

Antonio Martínez, de 57 años, dijo que buscaba aliviarse de la diabetes y que la intervención divina le diera algo más que el empleo ocasional que consigue en las fábricas de calzado en León. Permaneció de pie a un costado de la carretera, recargado contra su bicicleta, a la espera del paso del Papa.

Martínez se mostró seguro de que ver a Benedicto podía aliviarlo de sus males económicos y de salud.

«Solamente dar un saludo y recibir su bendición puede cambiar la vida que nosotros vivimos», afirmó.

El presidente Felipe Calderón, a la izquierda, observa mientras el Papa Benedicto XVI es recibido por unos niños en el aeropuerto de Silao, México, el viernes 23 de marzo de 2012. Es la primera ocasión en que el actual Papa visita México. (AP foto/Gregorio Borgia)

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