Evo Morales vive duras protestas callejeras en Bolivia

LA PAZ (AP) — El presidente Evo Morales sorteó tres días de protestas de su ex aliada Central Obrera Boliviana (COB), pero debe lidiar con un creciente malestar social que hasta ahora no puso en riesgo a su gobierno.

Las movilizaciones por mejoras salariales, a las que se sumaron médicos y estudiantes de medicina, dejaron entre el miércoles y jueves 20 heridos y otra cantidad similar de detenidos por participar en disturbios. La protesta, que se produjo en varias ciudades del país, este viernes transcurrió pacíficamente.

El gobierno no cedió a las demandas de que el sector público recibiera aumentos salariales superiores al 8% que decretó a principios de mes y dejó sin efecto un decreto que elevó de seis a ocho horas la jornada diaria de los salubristas de los servicios estatales.

«No hemos venido a desestabilizar al gobierno, estamos reivindicando nuestras demandas», dijo a la AP el líder de la COB Juan Carlos Trujillo.

Morales gobernó sin sobresaltos entre 2006 y 2010, hasta que violentas protestas obligaron al mandatario a derogar un duro ajuste en el precio de los combustibles.

La sucesión de conflictos bajaron su popularidad al 41% pero todavía es fuerte políticamente y no tiene un rival de peso, aunque se debilita poco a poco, según analistas.

Entre enero y marzo hubo 300 protestas desde pequeñas y grandes, un promedio de 3 por día, la mayoría organizadas por grupos que antes fueron leales a Morales.

El país ha vuelto al tiempo (2000-2003) en que la política se hacía en las calles a falta de otros referentes, comentó el analista Julio Aliaga. Por entonces uno de los líderes de las protestas era Morales como jefe sindicatos cocaleros. Ahora le toca apagarlos.

El gobernante se quejó ayer porque en su criterio la prensa amplifica las manifestaciones y aseguró que las protestas no le impidieron movilizarse.

El clima conflictivo se da en el mejor momento en décadas para la economía, fortalecida con los precios favorables del gas natural y los minerales, principales productos de exportación, pero la sensación en las calles es que el país no aprovecha el auge.

«Soy vendedora de sánduches y mi hija me ayuda, no hay trabajo», se queja Virginia Apaza mientras camina detrás de los manifestantes. Vende más en los días de protesta, dijo.

Una mayoría de los manifestantes son universitarios. Más de cien mil jóvenes se incorporan cada año al mercado laboral pero el país no crea esa cantidad de empleos.

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